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F.M.I.

27 de enero de 1986

Es muy probable que nunca se llegue a establecer una clasificación entre las siglas más odiadas del universo, pero también es muy posible que si se llegara a hacer, la del FMI quedaría en los primeros lugares junto a la de la CIA y la KGB. Por lo menos esa es la impresión que producen los colombianos, quienes si bien poco se preocupan por los servicios de inteligencia de las dos potencias, si lo hacen por el Fondo Monetario Internacional. Graffiti que sostienen que el organismo "mató al niño Dios" o es un "Geno-Sida", son sólo la expresión popular de un odio compartido en los demás países latinoamericanos que han caído bajo la férula implacable del FMI.
Las denuncias al Fondo se han producido en el Congreso, en las reuniones gremiales y en los foros. Incluso el comando del M-19 que asaltó el Palacio de Justicia tenía entre sus demandas la publicación de unos supuestos documentos secretos firmados entre Colombia y el FMI.
Y es que el Fondo Monetario ha estado siempre de manera indirecta en la vida de los colombianos durante los últimos 16 meses. La presencia de la crisis fiscal y los problemas del sector externo de la economía obligaron a que a finales de 1984 se empezaran a adoptar una serie de correctivos --que coincidían con las recomendaciones del Fondo-- con el fin de que el país volviera a tener la confianza de las entidades internacionales de crédito.
Ese esfuerzo se hizo mucho más evidente en 1985 y, con él, la presencia del FMI. El plan de ajuste económico llevado a cabo por la administración fue discutido punto por punto con el Fondo y aunque no se puede llegar a decir que éste impusiera las condiciones, sí se ha reconocido que influyó en una serie de apartes.
Curiosamente, a Colombia le acabó yendo bien con el organismo, en comparación con lo que le ha sucedido a sus vecinos latinoamericanos. En parte debido a la terquedad de los negociadores nacionales y en parte como consecuencia de las circunstancias especiales del país, se logró que el Fondo avalara de manera informal el programa de ajuste económico colombiano, siendo determinante para que la banca decidiera prestarle a Colombia, la suma de mil millones de dólares para 1985 y 1986. La monitoría del Fondo implicó para el organismo romper una tradición de 40 años, según la cual un país en problemas firmaba una carta de intención si deseaba recursos frescos de la banca comercial.
Ese círculo vicioso fue roto por Colombia, hecho que ha convertido al país en modelo ante la comunidad internacional. No obstante, las relativas facilidades no implican que su presencia en el país haya pasado inadvertida. Según los especialistas, el Fondo influyó para el recorte de gastos en el sector público durante 1985, hecho que condujo a presionar el desempleo y la recesión económica. Así mismo, la entidad ha recomendado constantemente la eliminación de subsidios y la elevación de las tarifas de servicios públicos, lo cual ha incidido en la calidad de vida de los colombianos.
Presiones similares se han registrado en el manejo de la devaluación la política de comercio exterior y la fijación de los salarios.
Sin embargo, jamás será posible saber si el país llegó a perder su soberanía económica ante el Fondo Monetario y todo lo que se tiene son indicios. Tal como anotara hace unos meses un parlamentario liberal "el Fondo en Colombia ha sido como el aire: usted no lo ve, pero sabe que está ahí".--