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Roberto Lipi, representante de la ONU; Álvaro Navas, presidente del Banco Agrario; Alejandro Santos, director de la revista SEMANA; Clemente del Valle, presidente de Financiera de Desarrollo Nacional; María Clara Hoyos, presidenta de Asomicrofinanzas

FOROS SEMANA

Campesinos, crédito y desarrollo rural

El posconflicto puede ser la oportunidad para que el Estado logre cerrar la brecha de pobreza entre lo rural y lo urbano. Pero se necesitan estrategias de fondo para volver al campo un sector realmente productivo.

21 de junio de 2014

El presidente del Banco Agrario de Colombia (BAC), Álvaro Miguel Navas, no se fue por las ramas durante el foro ‘Desarrollo rural integral en Colombia: una propuesta estratégica’, cuando aseguró que “Colombia tiene una ruralidad fallida por cuenta de la violencia” y que es obligatorio ver a los campesinos como agentes productivos en el andamiaje económico del país.

A partir de este diagnóstico, es necesario implementar medidas políticas y administrativas no solo para enfrentar la crisis que vive el campo, también para aprovechar el potencial que tiene el país para producir alimentos y convertirse en uno de los países despensa del mundo en los próximos 25 años. 

Varios expertos coincidieron en que del acceso a microcréditos productivos, mucho más flexibles, enfocados en la realidad de pequeños y medianos productores resulta la cuota inicial para destrabar la crisis que atraviesan miles de campesinos.  

De acuerdo con la presidenta ejecutiva de Asomicrofinanzas, María Clara Hoyos, el 64 por ciento de los municipios de Colombia son rurales, pero “solamente el 20 por ciento de los desembolsos se están desarrollando en estas zonas”. A la fecha, según el BAC, la entidad ha desembolsado créditos por más de 6 billones de pesos representados en 816.191 operaciones. 

Por otra parte, la asociatividad entre campesinos es otro factor fundamental para poner en marcha la locomotora agrícola. Según el ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, la economía familiar campesina ha ido evolucionando hacia las asociaciones y las cooperativas. Agregó que el gobierno ha dispuesto este año de 250.000 millones de pesos para apoyar todo este proceso. 

Consolidar esta economía familiar requiere de un esfuerzo de articulación entre las autoridades, las agremiaciones y los propios sectores productivos. Para Rafael Zavala, representante en Colombia de la FAO, potenciar el agro no solo es cuestión de un ministerio sino que requiere de un esfuerzo de la institucionalidad y de la sociedad civil, sacándole provecho a un posible escenario de posconflicto. 

La presidenta de la Corporación Colombiana Internacional (CCI), Adriana Senior, se refirió a casos como el de 2.500 desplazados de la región de San Carlos (Antioquia) que tuvieron que dejar sus tierras por culpa de las minas antipersonales. Aseguró que gracias a la alianza público privada en la que participaron la Alcaldía y el empresariado antioqueño se establecieron proyectos productivos y se logró la comercialización de sus productos como cacao, plátano y tilapia, en un esquema de asociatividad. 

Los expertos reunidos en el foro concluyeron que las condiciones están dadas para que el sector agrario sea el puente que cierre la brecha de pobreza entre lo urbano y lo rural, pero se necesita que todos los involucrados se remanguen y trabajen de forma mancomunada para revivir la ruralidad que hoy es calificada de fallida.  

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