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GALAN SE DEFINIO

El jefe del Nuevo Liberalismo asume grandes riesgos al adoptar una posición radical frente al proceso de paz

11 de noviembre de 1985

Por primera vez en muchos años, la posición de los candidatos presidenciales ante un solo tema, el del proceso de paz, puede definir las elecciones. Poco o nada importan esta vez las promesas sobre vivienda, obras públicas, salud o educación. Pero lo cierto es que los candidatos le han venido sacando el cuerpo o por lo menos han navegado entre dos aguas, evitando así asumir una posición.
Precisamente por eso es que la académica y por momentos acalorada exposición de Luis Carlos Galán el jueves en la noche ante el Senado, puede llegar a convertirse en una de las más importantes de la carrera del joven candidato a la Presidencia. Sin leer una nota, con impecable dicción y profusamente documentado, Galán habló durante casi tres horas y se la jugó toda: se definió ante el más espinoso de todos los temas.
La intervención se inició hacia las ocho de la noche, comenzando--como es común en el Senador--con un análisis pausado y casi pedagógico. Expuso, como lo haría un profesor universitario a sus alumnos, las implicaciones del próximo proceso electoral, asegurando que si los porcentajes de votación no crecían en comparación a los de 1982, no se podría decir que la democracia colombiana hubiera avanzado. Poco a poco, de la pedagogía fue pasando a las primeras conclusiones: Alvaro Gómez es el candidato que está haciendo "la oferta de las derechas". Pero la academia siguió y Galán pasó revista, como un médico legista en una autopsia, a todos y cada uno de los grandes problemas del Estado.
¿Para dónde iba con todo esto?, se preguntaban muchos. El objetivo del jefe del Nuevo Liberalismo era explicar a sus colegas del Senado y al país en general, la complejidad de cualquier análisis sobre el problema de la paz y del orden público. Sin embargo, pasadas dos horas de exposición, todavía no parecía muy claro hacia dónde se dirigía.
Fueron los últimos 20 minutos los que permitieron entenderlo todo. Llegó entonces el momento de las frases concluyentes: "Belisario Betancur señaló el camino de la paz, pero no fue capaz de recorrerlo"; "El episodio del carrotanque al sur de Bogotá debe ser investigado y aclarado, no para denunciar a las Fuerzas Armadas, sino para castigar a los responsables de los excesos"; "Hay que aceptar la prórroga de la tregua con las FARCy buscar, aunque parezca imposible, nuevos caminos con el M-19"; y, finalmente, la frase lírica que pretendía conmover al auditorio: "No debemos pedirle a los jóvenes, como lo hacen el Ejército o las guerrillas, que mueran por la patria, sino que vivan para ella".
Los aplausos duraron uno o dos minutos y mientras se producían, senadores de todos los matices se fueron acercando a Galán para felicitarlo. Fue un gran momento para él, pero no obligatoriamente un acierto, pues definirse tiene grandes riesgos, en particular en un momento en que la hipersensibilidad ante la propuesta pacifista parece haberse apoderado de sectores, si no mayoritarios, por lo menos influyentes. --