Home

Nación

Artículo

GAVIRIA UN AÑO DESPUES

SEMANA analiza la gestión de uno de los presidentes más enigmáticos de la historia de Colombia.

26 de agosto de 1991

HOY EN DIA, CUANDO EL REDUCIDO NUMEro de afortunados invitados llega a las fiestas privadas de la Casa de Nariño, se encuentra con el siguiente cuadro: una mujer joven y risueña, vestida de blue jeans, siempre al pie del equipo de sonido, hace de disc jockey toda la noche, anunciando en voz alta el nombre y el grupo que interpreta la próxima canción. No más de 25 personas están, siempre vestidas de sport, apretujadas en los sofás de la biblioteca o aun en el suelo, charlando informalmente mientras detrás suenan las voces de los idolos del rock de los 60, como Bob Dylan, Jethro Tull y Carole King, alternando con Alci Acosta y Juan Luis Guerra. Sólo uno de los asistentes se diferencia un poco de los demás, porque está vestido de saco y corbata y comenta, de vez en cuando y en voz baja, que le parece que el volumen de la música está demasiado alto. Es como si temiera que su esposa, la disc jockey, lo oyera.
El señor de la corbata es, ni más ni menos, que el Presidente de la República de Colombia. Y la de los discos, la primera dama de la Nación. La mitad de los jovencitos de blue jeans sentados en el piso, conforman el equipo de asesores con el que César Gaviria toma las decisiones de Estado en uno de los países más convulsionados del planeta.
Todo esto ilustra hasta qué punto han cambiado las cosas en Colombia en los últimos 12 meses. La semana entrante se cumple un año de la posesión del nuevo Gobierno, y una cosa ha que dado clara para todos los colombianos además de las fiestas en Palacio, es mucho lo que ha cambiado en el último año en el país.
Es un lugar común afirmar que un nuevo gobierno parte en dos la historia de Colombia. Pero el caso de César Gaviria es uno de los pocos en los que esa afirmación resulta cierta. Aún no se sabe si ese cambio es para bien o para mal. Lo que no se puede discutir es que después de un año del Presidente pereirano, el pais es otro. Cuando los estudiantes del siglo XXI aborden la historia de Colombia, verán como los grandes capitulos del siglo XX la hegemonia conservadora, la República liberal, la Violencia, el Frente Nacional y su prolongación a través del articulo 120 de la Constitución, y al Gobierno de César Gaviria como el representante del final de este último periodo y el comienzo de algo que nadie sabe con certeza de qué se trata.
Tampoco se sabia con certeza el 7 de agosto de 1990 quién era el joven risaraldense que se posesionaba como Presidente de la República. De cierta forma, muchos lo veian como un presidente suplente. Su ascenso al poder se debió a la trágica muerte del candidato de cuya campaña Gaviria era jefe de debate. Esto llevó a que -como dijera Antonio Caballero en una columna se encontró su candidatura en un entierro.
En otras palabras, a pesar de haber sido un brillante ministro, César Gaviria no era más que un número dos. El número uno era Luis Carlos Galán. En estas circunstancias, las expectativas no podian ser muy altas. A su exceso de juventud y su imagen de politico de provincia se sumaban una presencia fisica discreta y una personalidad más bien opaca.
Ahora resulta, según encuesta del Centro Nacional de Consultoría, que no sólo el 85 por ciento de los colombia nos considera que César Gaviria es mejor presidente de lo que fue Virgilio Barco, sino que el 50 por ciento estima que es mejor de lo que hubiera sido Luis Carlos Galán si hubiera llegado a la Presidencia. Aun aceptando que todo gobierno goza de una luna de miel en su primer año, estas cifras son excepcionales. La que más sorprende es, sin embargo, la comparación con la expectativa que se tenía de Galán. Este último, al fin y al cabo, por sus condiciones y por las circunstancias de su muerte, representaba para los colombianos una imagen cercana a la del político ideal, y empatar con un ideal no es cosa de poca monta.

DE POCAS PALABRAS
¿Cómo se puede explicar entonces el fenómeno Gaviria? ¿Qué es la que tanto les ha gustado a los colombia nos durante este primer año: el Presidente como persona o su obra de Gobierno? En cuanto a lo primero, lo raro es que los colombianos, que inicialmente se quejaban por no conocer a su Presidente, ahora lo admiran aunque todavía no lo conocen. Cuando se posesionó, la novedad consistía, tal vez, en que era la personalidad más fría que había llegado al poder en los últimos tiempos.
Ese juicio no ha cambiado. Independientemente de lo que puedan ser sus sentimientos internos, el actual inquilino de la Casa de Nariño no expresa mayores emociones ni frente a la adversidad, ni frente al éxito.
Cuando secuestraron a Francisco Santos, por ejemplo, se encontraba en una reunión de trabajo. Lo llarmaron por teléfono para informarlo del suceso y él, inmutable, respondiendo con monosilabos, recibió la información, colgó el teléfono y regresó a la mesa de trabajo. Allí siguió con el orden del día y sólo al finalizar la reunión les informó la mala noticia a quienes estaban trabajando. Interrogado posteriormente sobre su actitud ante semejante noticia, manifestó que, de haber transmitido la información, no hubiera podido dar por terminado el asunto que estaba discutiendo para ponerse personalmente al frente del secuestro del periodista.
No menos sorprendente fue su reacción cuando se aprobó la Constituyente. Dada su obsesión por sacarla adelante, todo el mundo esperaba que la noticia produjera un desbordamiento de júbilo, como el que mostraron todos sus colaboradores que hasta destaparon champaña. Nada de eso se vio.
Un simple gesto de