Home

Nación

Artículo

ENTREVISTA

"Haber tenido a la muerte tanto tiempo a mi lado fue lo que me impulsó a seguir": general (r) Flórez

El hombre clave de las Fuerzas Militares para conquistar el fin del conflicto con las Farc pasa a ser embajador en Paraguay. SEMANA habló con el brigadier general (r) Javier Flórez sobre las reflexiones que quedan después de navegar entre dos orillas.

14 de diciembre de 2017

SEMANA:  ¿Cómo lo trata la vida civil?

J.F.: Llevo 41 años portando el uniforme y apenas un par de semanas sin él. Uno es militar para toda la vida, por eso ahora resulta extraño usar saco y corbata. Ahora tengo más tiempo para disfrutar con mi familia y en especial con mis nietos. Regreso a casa, junto con quienes dejé de compartir momentos esenciales.

SEMANA:  Del campo de batalla a Paraguay como embajador, ¿a qué se debe el salto?

J.F.: La diplomacia es fundamental para Colombia. Quiero seguir trabajando por el país y esta es una oportunidad para mostrarle al mundo un escenario que dejó atrás la guerra y emprende el camino hacia la paz. Mi experiencia militar, en la negociación y la implementación favorece la búsqueda de proyectos que estimulen el progreso binacional.

SEMANA: Usted es un símbolo de la guerra y la paz, ¿con cuál prefiere que lo asocien?

J.F.: Cuando un soldado se forma lo hace bajo el marco constitucional. Somos los garantes del Estado y por eso buscamos paz para los territorios. Que me recuerden como un hombre que cumplió con su deber. La Paz es la victoria de todo soldado ya sea buscándola en combate o en una negociación.

SEMANA: ¿Cuál fue la experiencia más difícil de su carrera militar?

J.F.: Hacer parte del equipo que inició el camino para la consolidación de la paz. Aún así la cumplí. Cambié mi modo de lucha desde el fragor del combate y pasé al diálogo utilizando como única arma la palabra. Lo logramos con éxito y sin hacer un solo disparo.

SEMANA: ¿Cómo recibió la noticia de que estaba en la primera línea para negociar con las Farc?

J.F.: El presidente me llamó y en la Casa de Nariño me encomendó la misión. Lo primero que hice fue llamar a mi esposa e hijos. Hoy puedo decir que fue la decisión más acertada que tomé durante estos años.

SEMANA: ¿Se toman decisiones difíciles en tiempos de paz?

J.F.: Al comienzo el panorama es incierto. Se toman decisiones ágiles para no retroceder,  ayudar a construir confianza y garantizar que no se rompiera el cese al fuego, que las Farc se concentraran y concluyera la dejación de armas.

SEMANA: ¿Alguien le recriminó cuando soltó el fusil y se fue para La Habana?

J.F.: La negociación generó una polarización política en el país y las fuerzas militares no fueron ajenas a ese escenario.

SEMANA: Durante años usted persiguió a Romaña, ¿fue fácil sentarse a su lado?

J.F.: Estar con Romaña en La Habana fue muy duro. Me generó muchos sentimientos porque lo perseguí incansablemente en el Meta y Cundinamarca. Sin embargo, en la medida en que sacábamos adelante el punto tres de la agenda sobre el fin del conflicto, se fue  transformando lo que sentía.

SEMANA: ¿Qué tanto pesan los recuerdos de la guerra?

J.F.: Son muchos recuerdos en el campo de batalla. Unos amargos y otros satisfactorios. Sin embargo, el mejor recuerdo que me llevo es haber hecho parte de la consolidación de la victoria en el fin del conflicto.

SEMANA: ¿Qué pensaba cuando estaba en La Habana?

J.F.: Haber tenido la muerte tanto tiempo a mi lado fue la que me impulsó a cumplir la misión que el presidente le encomendó a las Fuerzas Armadas: buscar un acuerdo de cese al fuego bilateral y definitivo; la concentración de las Farc y su desarme. Al final, eso se logró con la subcomisión técnica que lideré.

SEMANA: Buena parte de lo que usted negoció ya se implementó, ¿cuál es su corte de cuentas?

J.F.: No fue fácil y el escenario político no favoreció la implementación. Con el apoyo de las Fuerzas Armadas concluyó el desplazamiento y concentración de los excombatientes a las zonas veredales. Con apoyo de la ONU, se llevó a cabo la entrega de armas y la extracción de las caletas de las Farc. Ahora estamos en la etapa de la reincorporación.

SEMANA:  ¿Le preocupa cómo va el tránsito a la vida civil de los excombatientes?

J.F.: Este es un gran reto que deben asumir los colombianos, de esto depende el éxito de la no repetición. La institucionalidad a nivel territorial debe estar comprometida gestionando y articulando diferentes proyectos. Por eso, es importante seguir contando con el apoyo de la comunidad internacional, los sectores empresariales y la academia.

SEMANA: ¿Qué recuperó cuando empezó a disminuir la intensidad del conflicto?

J.F.: Lo más gratificante es ser testigo de la disminución de las víctimas: soldados, policías y civiles. Madres sin hijos, huérfanos e incluso viudas. Ver que los colombianos pueden recorrer los territorios y recuperar su riqueza es alentador. Pero lo más importante, es tener tiempo para mis hijos -ya grandes- , conocerlos, contarles lo que hice por ellos y jugar con mis nietos como nunca lo hice con mis hijos.

SEMANA: ¿En algo cambió la impresión que tenía de las Farc?

J.F.: La voluntad que mostraron en la negociación, sus aportes en la construcción de confianza, el tránsito a la legalidad de sus miembros, el proceso de reincorporación a la vida civil y el propósito de cambiar la lucha armada por la política me hacen pensar que la paz es posible. Con estos hechos cambió la percepción que tenía de esa organización y su proceso abre la puerta para que otros grupos insurgentes inicien tránsitos similares.  

SEMANA: Varios generales en retiro no están conformes con la Jurisdicción Especial de paz, ¿usted qué piensa?

J.F.: No podemos repetir la historia de ver guerrilleros en las calles y militares en las cárceles. Ahora bien, la JEP les permitirá a más de 2.500 hombres investigados y procesados de nuestras Fuerzas Militares resolver su situación jurídica.

SEMANA: ¿Cómo ve a la Fuerzas Armadas de cara al posconflicto?

J.F.: Están fortalecidas, capacitadas y tecnificadas. La construcción de la paz es un tema prioritario en su agenda y son innumerables las capacidades que se adquirieron en terreno durante los últimos 50 años. Tanto las Fuerzas Militares como la Policía Nacional son claves en la transición al posconflicto.