El estudioso de la violencia

El episodio sorprendió a Sánchez porque había nacido y crecido en este pueblo cafetero y nunca escuchó de relato alguno sobre el levantamiento. El episodio dio para que escribiera en 1976 Los bolcheviques del Líbano. El libro, que ya es un clásico de las ciencias sociales en Colombia, gira en torno a dos temas en los que Sánchez fue pionero: el estudio de la violencia y la memoria histórica.

A pesar de las adversidades, incluso de las amenazas de muerte, él y otros colegas crearon en 1986 el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional. Un año después, el gobierno de Barco lo llamó para que conformara la Comisión de Estudios de la Violencia, grupo que produjo el estudio Colombia: Historia y democracia. Así se consolidaba en Colombia la violentología.

Sánchez también puso en boga la memoria histórica que casi no había sido estudiada por la academia. En 2007 lo nombraron director del Grupo de Memoria Histórica, actualmente Centro de Memoria Histórica. Desde allí, él y su equipo de trabajo han producido 21 informes en los cuales se reconstruyen las masacres más emblemáticas de los paramilitares y las Farc, y se ha puesto en conocimiento de todos los colombianos el sufrimiento de las víctimas del conflicto armado. 

Su trabajo no ha quedado relegado al ámbito académico sino que ha servido de base para la elaboración de políticas públicas. Esto convierte a Sánchez en un intelectual comprometido con los problemas sociales del país.