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GUERRA DE ESTRATEGIAS

La nueva fase de la narcoguerra se parecerá a una partida de ajedrez. Los narcotraficantes han renovado sus estrategias y el gobierno piensa hacer lo mismo. ¿En qué consisten estos cambios?

12 de septiembre de 1994

GUERRA DE ESTRATEGIAS
LA PRIMERA SEMANA DE labores del nuevo ministro de Defensa, Fernando Botero Zea, resultó bastante agitada: ofensiva guerrillera, el caso del coronel Velásquez y el asesinato de Manuel Cepeda, entre muchos otros asuntos. Pero, debido a las implicaciones que tiene y a la urgente necesidad de hacer cambios, a ninguno le dedicó tanto tiempo como a la crisis de la Policía del Valle del Cauca, convertida, tal y como lo demuestran las revelaciones de las últimas semanas, en una de las ollas más podridas de que se tenga memoria.
Pero Botero y el alto mando, que celebraron varias reuniones en el curso de la semana para analizar el problema, no se contentaron con revisar los casos denunciados y definir sanciones. Optaron por ir más allá y evaluar las estrategias mismas que se estaban utilizando para combatir a los narcotraficantes, en especial en el departamento del Valle del Cauca.
La conclusión es que en los últimos años, los jefes del cartel de la cocaína han venido afinando sus tácticas hasta lograr consolidar un aparato de inteligencia, corrupción, violencia y hasta manejo de imagen, que requiere replantear la respuesta dada hasta ahora por el Estado. "La idea -le dijo un alto oficial a SEMANA refiriéndose al alias más conocido de Gilberto Rodríguez Orejuela- es que si estamos luchando contra el ajedrecista', tenemos que pensar cuál es la mejor manera de darle jaque mate".

UN CARTEL SOFISTICADO
Desde hace tiempos los organismos de inteligencia han venido convenciéndose de que la gran fortaleza del cartel que según la DEA dirigen los hermanos Rodríguez Orejuela, José Santacruz y Pacho Herrera, es su alto nivel de sofisticación. "Mientras la Policía y el Ejército apenas comenzaron a crear redes de inteligencia antinarcóticos hace unos cinco o seis años -explicó a SEMANA una alta fuente gubernamental ellos llevan casi dos décadas creando redes de inteligencia, infiltrando al Congreso, montando una red de apoyo de empleados bancarios, etc. ".
La verdad es que para las autoridades es cada vez más claro que estos hombres han llevado a límites insospechados lo que en su campo los combatientes izquierdistas llaman "la combinación de las formas de lucha". La historia del cartel es una mezcla de intimidación por el uso de la violencia; las más finas relaciones públicas, que incluyen las reinas de belleza y los equipos de fútbol; sobornos y corrupción; infiltración del poder legislativo, la Policía, el DAS, el Ejército y el poder judicial; integración de un team jurídico de las más altas calidades, y consolidación de una red de apoyo bancario sin antecedentes.
A lo anterior se ha venido a sumar una nueva estrategia de descrédito de las autoridades y el terrorismo moral en contra de quienes los combaten. El caso del coronel Velásquez es uno de los más sonados, pero está lejos de ser el único. El Ministerio de Defensa está convencido de que el cartel ha llegado a montar allanamientos, en los que aparece nutrida información documental, que en ocasiones termina involucrando a personas honestas que han combatido valientemente a los grandes capos, y son enlodados por supuestas listas de sobornos y órdenes de pago. De ahí Que tanto el personal de inteligencia como la Fiscalía General de la Nación hayan optado por ver con beneficio de inventario buena parte de los indicios recogidos en algunos allanamientos.
Claro está que no todos los allanamientos han sido previamente montados por el cartel, ni toda la información resulta falsa, pero aunque los casos de montaje son los menos, causan tal desconcierto que obligan a las autoridades a desconfiar permanentemente de la información que obtienen en esta clase de operativos.
"La intención de enlodar a determinadas personas es tan clara -aseguró el viernes un alto funcionario del Ministerio de Defensa- que tenemos evidencia de casos en los cuales los narcotraficantes han mandado personal a su servicio a efectuar jugosas consignaciones en cuentas bancarias de Colombia y el exterior, pertenecientes a personas honestas que se enteran de que les han metido esas cantidades de dinero sólo meses después. Los mismos capos utilizan los documentos de las consignaciones para chantajear a los titulares de las cuentas, que suelen ser personas de quienes pueden obtener favores ".
Además, los jefes del cartel de Cali han dado muestras de tiempo atrás de una gran capacidad para desarrollar una estrategia de imagen y buscar solidaridades nacionalistas y pacifistas. "Es el caso del fervor antinorteamericano que despertaron con episodios como el de los soldados en Juanchaco, o la solidaridad que han conseguido en contra de lo que algunos llaman la nueva narcoguerra", agregó la misma fuente, que también recordó cómo los jefes de este cartel han logrado vender la imagen de ser narcotraficantes no violentos que merecen por ello un trato particular.

LA RESPUESTA OFICIAL
Lo primero que el nuevo Ministro de Defensa ha tenido que hacer es continuar con las tareas de limpieza de la Policía iniciadas en los últimos meses por su antecesor Rafael Pardo. El grado de corrupción en entidades como la Policía del Valle es tan alto, que el propio presidente Ernesto Samper dijo hace pocos días en una reunión del alto gobierno: "La verdad es que hemos pasado del narcoterrorismo a la narcocorrupción ".
Un primer elemento de la nueva estrategia oficial -anunciada el sábado pasado en rueda de prensa por el ministro Botero- es culminar el proceso de limpieza. Botero les dijo a los periodistas que en los últimos días se ha notificado el retiro de 36 oficiales de la Policía, 18 suboficiales y cuatro agentes. Además, fue relevado todo el personal de las unidades de la Sijin y de la Policía Aeroportuaria del Valle. "No existe antecedente alguno en la historia centenaria de la Policía de una actuación tan rápida y severa -explicó Botero-. Basta con señalar que cerca del 50 por ciento de los oficiales de la Policía de Cali han sido sancionados".
El Ministro presentó un plan diseñado con la colaboración del comandante de la Policía, el general Octavio Vargas Silva, y de otros mandos, basado en tres puntos básicos. El primero tiene que ver con el régimen de sanciones, que se agilizará gracias a la declaratoria de la emergencia disciplinaria en el Valle por un lapso de 60 días. Un equipo transitorio integrado por la Procuraduría, el Comisionado para la Policía, la Fiscalía y la propia Policía, trabajará en la culminación de las investigaciones sobre corrupción e infiltración.
"La idea de crear este equipo -le explicó Botero a SEMANA- es poder establecer realmente los casos de corrupción, y evitar con ello una indiscriminada cacería de brujas que en nada contribuiría a remediar la situación pues sólo serviría para echar en el mismo saco a los corruptos y a los honestos que el propio cartel ha querido enlodar y desprestigiar".
Pero como no todo ha de ser garrote, también habrá zanahoria: mejoramiento de las condiciones salariales; estímulos especiales para quienes se destaquen en el servicio, como comisiones de especialización en el exterior, becas, viajes de recreación familiar, recompensas pecuniarias; nuevas viviendas fiscales y créditos para la adquisición por parte del personal y sus familias de bienes y servicios.
Finalmente, el tercer pilar del plan es un programa de prevención que incluye, entre otras medidas, la creación de un cuerpo secreto anticorrupción, que actuará en el Valle del Cauca a la manera de las divisiones de asuntos internos de las policías estadounidenses.
Como puede verse, lo que buscan las autoridades es madrugarle a un problema que ya ha adquirido proporciones de catástrofe. La limitación que tiene quizás el plan propuesto por el nuevo Mindefensa, es que sólo cobija a las Fuerza Pública. Y es evidente que el grado de penetración del cartel en las autoridades no se limita al personal uniformado. Acciones similares a las que piensa desarrollar la cartera de defensa deberían adoptar la Fiscalía, la Procuraduría y otros organismos sin cuyo concurso la partida de ajedrez que se avecina entre los capos y el Estado puede estar perdida de antemano. -