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GUERRA DE TITANES

El debate entre Telecom y la ETB por la telefonía en Bogotá es apenas la antesala de lo que será la lucha entre las telefónicas locales y la empresa estatal.

11 de noviembre de 1996

Cuando a las ocho de la noche del martes pasado el Concejo de Bogotá tumbó un proyecto presentado por el gobierno distrital, que buscaba cobrarle a Telecom un derecho de entrada para prestar telefonía local en la capital, al presidente de la estatal de las telecomunicaciones, José Blackburn, le faltó poco para pedir champaña y celebrar. Al fin y al cabo, no sólo se le había abierto la puerta del mejor mercado del país sino que había ganado el primer round de una lucha que va para largo: la de entrar a prestar el servicio de telefonía local en ciudades grandes y no sólo en municipios donde no es rentable. El problema es que esa idea no le gusta a todo el mundo. En especial, es un dolor de cabeza para las telefónicas locales, que han tenido durante años un monopolio, que aunque las ha convertido en titanes, también las ha llevado a tener deficiencias graves, tanto administrativas como de servicio al cliente. Así, es claro que Telecom tiene un campo abierto para competir y, probablemente, con éxito. Uno de los casos más graves es el de Bogotá, donde pedir una línea es toda una odisea y donde el teléfono puede dañarse en cualquier momento sin que su arreglo se haga rápidamente. Según un informe reciente de la Superintendencia de Servicios Públicos sobre la Empresa de Teléfonos de Bogotá _ETB_ el 49,5 por ciento de los reclamos por daños de la red se solucionan después de 15 días de presentados, y la entidad no ha hecho los esfuerzos suficientes para reponer y modernizar sus equipos. Es por eso que Telecom decidió competirle a la ETB. Pero más allá de lo beneficioso que esto pueda ser para el usuario, lo cierto es que el día en que el Concejo dejó sin piso la propuesta del Distrito, más de uno se preguntó si la decisión era justa para la empresa bogotana. Después de todo, las telefónicas locales sí tendrán que pagar para entrar a competirle a Telecom en larga distancia. Blackburn dijo a SEMANA que "ellos nos van a quitar clientes y nuestros ingresos por larga distancia podrán pasar de 1.000 a 400 millones de dólares al año, mientras que nosotros no vamos a quitarle clientes a la ETB en Bogotá sino que vamos a conseguir nuevos". Pese a ello, el gerente de la telefónica de Bogotá, Sergio Regueros, considera que "un usuario nuestro se puede cambiar a Telecom, de manera que sí nos van a quitar mercado". Agrega que "aunque no estamos en contra de la competencia, ésta debe hacerse en condiciones de igualdad". Eso quiere decir que si a la ETB, así como a todas las telefónicas locales, les va a costar entrar a la larga distancia y además van a tener que someterse a una licitación, Telecom debería hacer lo mismo. Y es que a pesar de que pocos ponen en duda las ventajas de la competencia _así sea entre dos entidades públicas_ sobre las de un monopolio, sería una injusticia que ni la ETB ni las demás telefónicas locales pudieran competirle a Telecom en su fuerte: la larga distancia. Si por lo menos estuviera clara la apertura del negocio, al menos habría un consuelo, pero lo grave es que el proceso ha tenido tantas trabas que su futuro es incierto. La primera piedra en el zapato fue la decisión tomada en julio de este año por el Consejo de Estado, que aceptó una demanda presentada por Telecom en el sentido de que la empresa estatal no podía ser dividida en dos compañías, una para telefonía local y otra para larga distancia. Esta decisión permitiría financiar los costos de la primera con los ingresos de la segunda. Después, en agosto, vino la convención colectiva de Telecom, según la cual la licitación para la entrada de los dos nuevos operadores de larga distancia no se haría en marzo de 1997 sino después de una revisión del proceso y de la realización de siete foros regionales. Ambas cosas terminarían en agosto de 1997, y apenas en ese momento comenzarían a tomarse las determinaciones sobre la licitación. Pese a ello, la semana pasada la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones puso a consideración del Ministro de Comunicaciones una resolución según la cual la licitación sigue en pie y los operadores privados deben entrar el primero de septiembre de 1997, con lo que se caería lo acordado en la convención. Según la coordinadora de la entidad, Hilda María Pardo, "las convenciones colectivas sólo tienen efectos sobre las partes que las suscriben y no sobre los terceros, de manera que no pueden hacer modificaciones a las leyes que son de carácter general". Aunque no es del todo claro que dicha resolución solucionará los problemas, al menos calmaría los ánimos de la ETB, pues podría devolverle la moneda a Telecom. No obstante, la tranquilidad de la empresa capitalina no sería total, pues está sobre el tapete la posibilidad de que Telecom cruce subsidios para financiar la telefonía local. Y es que aunque la Ley 142 de Servicios Públicos prohíbe dichas prácticas, la secretaria general de Telecom, Carmen Cecilia Angarita, argumenta que "las tarifas de telefonía local están por debajo del costo, en tanto que las de larga distancia están por encima, con lo que financiamos la telefonía social. Para que no existan ese tipo de subsidios la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones tendría que balancear las tarifas, pero no lo ha hecho". Por este motivo, el contrato de concesión firmado por Telecom con Ericsson, Siemens, Nortel y Nec para prestar telefonía local en Bogotá contempla que la estatal de las telecomunicaciones podrá cederle a sus asociadas el 70 por ciento en promedio de los ingresos que le entren por concepto de servicios básicos utilizados por sus abonados. Así las cosas, el 80 por ciento del ingreso correspondiente al tráfico saliente de larga distancia nacional y el 50 por ciento de la internacional irá a los socios privados de Telecom. Pero más allá del debate entre Telecom y la ETB, es un hecho que a partir del primero de noviembre los usuarios bogotanos podrán tener una línea de la estatal de las telecomunicaciones y sus socios. El contrato que se firmó en diciembre de 1995 contempla que los privados invertirán 475 millones de dólares, en tanto que Telecom colocará 38 millones de dólares. La meta es instalar 520.000 líneas en Bogotá y 30.000 en Soacha. Al cabo de los seis años que durará la asociación, habrán llegado ingresos por más de 900 millones de dólares. Sin embargo no todo es color de rosa, pues como la inversión en equipos que harán las multinacionales será con base en las proyecciones iniciales, si Telecom no logra vender las 550.000 líneas previstas tendrá que sacar plata de su bolsillo para responderle a sus socios por el capital que ya colocaron. La duda es si podrán vender tantas líneas. Los estudios de la ETB hablan de una demanda insatisfecha de 250.000 líneas de aquí al 2000, con lo que las cifras planeadas estarían en veremos. Los análisis de Telecom, no obstante, hablan de 750.000 líneas. Según Regueros, "si fuera así, quedaríamos con 41 líneas por cada 100 usuarios, en tanto que el promedio nacional es de siete. Bogotá está en 23 que es un muy buen nivel". Blackburn, sin embargo, defiende las proyecciones de su empresa y agrega que una prueba de lo bien que les irá es que ya tienen 121.428 solicitudes. Para el presidente de Telecom, la ETB no tiene razones para quejarse del proceso, pues va a recibir 1.620 millones de pesos al mes por concepto de nuevo tráfico y por cargos de acceso. Sin embargo, Sergio Regueros sostiene que no es cierto que Telecom sea la solución para el problema de Bogotá, pues no es el mejor ejemplo de eficiencia. No obstante, será difícil que logre convencer de ello a los usuarios que están pidiendo desde hace años una línea, o aun a aquellos que la tienen pero que ya no les sirve ni para enviar un fax por tener una tecnología atrasada o a los que el teléfono se les daña cada vez que llueve. Pero lo que está por verse es si el próximo año, tanto la ETB como las demás telefónicas locales pueden entrar a la larga distancia, para que los usuarios de este servicio también puedan cantar victoria por disfrutar de las mieles de la competencia.