Home

Nación

Artículo

GUERRA A LAS ROSCAS

El alcalde decide coger el toro por los cuernos en el problema de las juntas directivas de las empresas del Distrito.

17 de septiembre de 1990


El escándalo no tenía nada de nuevo. Desde hacía años la opinión pública venía quejándose de que la elección de los concejales en las juntas directivas de las empresas del Distrito se prestaba para un permanente tráfico de influencias que le salía muy costoso al erario.

Pero la preocupación se había mantenido dentro de un estrecho clrculo de políticos que veían cómo cada vez era más evidente el malestar de la prensa y de las gentes del común por el nepotismo y el abuso de los concejales en esas juntas. Tanto que hace unos meses el concejal conservador Telésforo Pedraza presentó un proyecto de acuerdo prohibiendo que los concejales pertenecieran a las juntas directivas. El proyecto fue bien recibido y el concejal liberal Marco Tulio Gutiérrez asumió el estudio de la ponencia y su defensa. En esas estaban cuando llegó el momento de volver a integrar las juntas, la semana pasada. La olla habría seguido cocinándose entre los muros del cabildo, si no es porque el alcalde Juan Martín Caicedo la destapa con una enérgica declaración en la cual afirmó que mantener el criterio de elegir las juntas con concejales "más que un desacierto politico, es un desafío ético a la ciudadanía" . La declaración del Alcalde no era un simple gesto político ni una rabieta.
Al observar las nuevas juntas, encargadas de dirigir las millonarias empresas del Distrito, se podía observar que no solamente habia en ellas concejales, sino también hermanos, esposos y otros familiares de concejales, en lo que Caicedo Ferrer llamó "la instauración de un incomprensible nepotismo político a lo largo y ancho de los procesos administrativos distritales". Ricaurte Lozada, que ahora además de concejal es senador, había colocado a su hermano Jorge en la Junta de Planeación Distrital. Y José Patiño Parra había ubicado muy bien a sus dos hermanos Manuel y Daniel en las juntas del Fondo de Salud Mental y de Planeación.

El apetito que despiertan las juntas del distrito es tal que los alvaristas, que no querían saber nada de nada desde cuando los habían marginado de la mesa directiva del Concejo, se unieron al festín de las juntas, y dos pastranistas -José Rozo Millán y Femando Sotomonte- que habían firmado una petición para que se aplazara la elección de esas juntas, corrieron a montarse al bus a última hora. Y ni hablar del M-19. Su cabeza en el Concejo, Ramiro Lucio, y su suplente, Alfonso Cabrera, que antes de las elecciones renegaban de esa práctica, entraron en las juntas, y la explicación que dieron fue que el debate era hipócrita porque "ver el problema en la participación de los concejales es evadir el fondo, que está en la estructura de las juntas" .
Aunque la explicación del "eme" suena más bien a disculpa, la verdad es que el problema no es tan sencillo y en realidad tiene mucho más fondo. Los concejales sostienen que el debate no debe recaer sólo en ellos, sino también en los funcionarios del Distrito y en los voceros del sector privado que también se hacen nombrar. El día del escándalo el presidente del Concejo, Jorge MuñoS Pinzón, puso como ejemplo el caso de un representante de un gremio (que no identificó) que lleva más de 15 años asistiendo a una de las juntas. Y el propio alcalde en su declaración del lunes anterior dijo que "la presencia de funcionarios de la Administración Distrital en las juntas directivas debilita gravemente el sisterna jerárquico del gobierno, porque coloca al Alcalde en la curiosa paradoja institucional de ser alternativamente jefe y subalterno".

Pero por otra parte el régimen de contratación se ha convertido en cómplice de la corrupción. Según los que conocen el tejemaneje, las contrataciones se hacen por licitación privada o contratación directa, para obviar el papeleo y la lentitud consagrados para las licitaciones públicas en el código fiscal.
"Si los concejales dejan de ir a las juntas y se olvidan un poquito de su parentela, y si al mismo tiempo se reforma el codígo fiscal, la pureza en las costumbres administrativas gana muchisimo y la clase política se quita de encima la presunción de corrupción que siempre pesa sobre ella", comentó a SEMANA un jefe liberal del distrito. La cosa es tan clara que al finalizar la semana, el gobierno y los concejales llegaron a un principio de acuerdo sobre esos dos puntos.

Lo más probable es que estas soluciones se abran paso. Pero, si así no fuere, ya algunos dirigentes han planteado soluciones de choque, que pueden ir desde la asignación de sueldos a los concejales, que actualmente trabajan gratis, para acabar con el argumento de que su participación en las juntas es su única prebenda, hasta la eliminación de las juntas de las empresas para que sea sólo el gerente el responsable de las políticas oficiales, y el Concejo se concentre en la que ha debido ser siempre una de sus principales funciones: la fiscalización del gobierno de la ciudad. -