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HABLA MEDINA

EL TESORERO DE LA CAMPAÑA DE ERNESTO Samper, considerado el hombre clave en el episodio de los narcocasetes, se entrevisto con SEMANA.

1 de agosto de 1994

SEMANA: ¿Conoce usted a los hermanos Rodríguez Orejuela?
SANTIAGO MEDINA: No. En ninguna etapa de mi vida he tenido oportunidad de conocerlos personalmente.

SEMANA: Pero en el último casete que llegó a los medios de comunicación todo parece indicar que usted no sólo se reunió con el periodista Alberto Giraldo en un club en Bogotá, sino que al menos conversó telefónicamente con los hermanos Rodríguez Orejuela.
S. M.: Jamás asistí a un almuerzo solo o en compañía de Alberto Giraldo y mucho menos es cierto que lo haya hecho para esperar en un club la llamada de los señores Rodríguez Orejuela.
SEMANA: Sin embargo, en ese último casete los Rodríguez le dicen a Giraldo que "nosotros ya le mandamos cuatro ". ¿Cómo explica usted eso?
S. M.: No sé a qué se refieren al hablar de cuatro. Cuatro es un número que puede significar muchas cosas: cuatro emisarios, cuatro cartas, cuatro mensajes o cualquier otra cosa.

SEMANA: Pero en el casete se escucha muy claro cuando Giraldo le dice a los Rodríguez "voy a reunirme con Santiago Medina. Ahora: si tú quieres hablar con él... ". Y Rodríguez le contesta: "Sí, claro, sí... ".
S. M.: Seguramente Giraldo, dentro de las miles de veces que habló conmigo, me preguntaba: "¿Dónde vas a almorzar?". Yo le decía el lugar y él me respondía que fuéramos los dos; y yo le decía que no, que en otra oportunidad. El sabía perfectamente lo que quería y yo no quería dejarme contactar de ninguna manera por esos tipos.
SEMANA: La conversación entre Giraldo y los Rodríguez continúa y él les dice: "Llamen al club a los dos. Ellos están contando con esa plata hoy". Y Rodriguez contesta: "Nostros ya hemos mandado cuatro... ".
S. M.: Pero es que ahí hay dos cosas que la gente no ha caído en cuenta y yo creo que vale la pena analizar. Primero, es obvio que ellos cuando hablaron conmigo en Cali, o sea cuando se presentó el intermediario en Cali y ofreció la plata, yo lo mandé para el chorizo y le dije que no queríamos la plata porque no la necesitábamos, no la queríamos, no la aceptábamos. En las primeras conversaciones eso queda muy claro cuando Rodríguez le dice a Giraldo "mire: Medina cuando vino a Cali dijo que no necesitaba la plata porque la del grupo Santo Domingo era suficiente". Y es el propio Giraldo que trata de convencerlos de que sí necesitamos la plata.
SEMANA: Giraldo iba con frecuencia a la campaña de Samper. ¿Le dijo a usted en algún momento que la gente de Cali quería aportar dinero a la campaña?
S. M.: Claro. Me lo dijo en más de cinco oportunidades. Inicialmente él me dijo que tenía un grupo de amigos del Valle que deseaban colaborar pero que la plata no podía ser declarada. Cuando a uno le dicen que alguien del Valle quiere aportar dinero, es como si le mencionaran que uno tiene un amigo en Medellín, y uno ya sabe de quiénes le están hablando. Yo le contesté en esas cinco oportunidades a Giraldo que le agradecía mucho pero que no nos interesaba. Nosotros teníamos encima de las cuentas al Fiscal, al Veedor, al Consejo Electoral y teníamos una compleja contrataría interna para supervisar todas las donaciones.
SEMANA ¿Quién fué la persona que lo contacto en Cali?
S. M.: Eso fue en la última gira cuando estábamos terminando la primera vuelta con Samper. Yo llegué al Hotel Intercontinental y había un coctel en el octavo piso que of recta un representante a la Cámara por el Valle. Cuando iba camino al baño, en el Hobby se me acercó un tipo y me dijo: "¿ Usted es Santiago Medina? ". Le dije: "Sí, ¿por qué?". Dijo: "Mire: es que yo vengo en representación de la familia Rodríguez Orejuela". Cuando me dijo eso casi me desplomo. Pensé que el hombre me iba a meter al baño. No sabía qué contestarle, pero al final logré decirle: "Mire, muchas gracias, pero no necesitamos de la ayuda de ustedes. Ya estamos finalizando esto y no necesitamos plata". Me puse muy enérgico.
SEMANA ¿Fue la única vez que lo buscaron?
S.M.: Sí. Fue solamente esa vez.
SERENA: Usted es un hombre adinerado y tiene una de las mansiones más lujosas de Bogotá. ¿ Cómo hizo su fortuna?
S. M.: Siempre he sido una persona que ha vivido con su familia con todas las comodidades normales. No me considero por ello una persona rica, solamente vivo bien y me doy gusto en la vida. Desde niño tuve espíritu de comerciante, en el colegio vendía jugos, pedía estampillas en las embajadas y las vendía. El primer carro que compré en 1969 fue un Ford modelo 1937. Tuve que vender hasta mi grabadora para conseguirlo, pues a pesar de tener todas las comodidades, en mi casa me educaron siempre que lo que quería debía de trabajarlo. La casa donde hoy vivo siempre fue mi sueño. Yo vivía a cuatro cuadras y siempre me dije que algún día tendría que ser mía. Esa era la propiedad de tres herederos de una familia alemana. Ellos encomendaron al Ministro Luis Alberto Moreno la venta y después de estar cinco años ofreciéndola, aparecí yo. Acababa de vender la casa donde vivían mis padres y me quedaba la herencia de mi padre. Resolvi restaurarla poco a poco y adecuarla a mis necesidades. Solamente tres alcobas y una área social realmente envidiable. ¿Saben en cuánto la compré? En 56 millones de pesos en 1987 que no llegan a 350.000 dólares de esa época.
SEMANA: Consciente incluso de que no hubo desembolso del cartel de Cali, ¿lo obligan las conversaciones de Giraldo con los Rodríguez a tomar distancia en el futuro con el gobierno de Samper?
S.M.: Para nada. Desde el primer momento el Presidente ha apoyado mi gestión en la Tesorería. No tengo aficiones políticas. Lo he ayudado por amistad y porque considero que es la mejor opción para Colombia en este momento. Yo estaré siempre dispuesto a colaborar con él en lo que estime conveniente.
SEMANA: ¿A qué está dedicado ahora?
S.M.: Poseo un conocido anticuario en Bogotá que, gracias a mi equipo de colaboradores, permitió que me dedicara de lleno los meses anteriores a la campaña de Ernesto Samper. Trabajo también en la remodelación de casas y apartamentos con materiales antiguos y poco comunes en su restauración.-