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"Hasta tuve beca de la Rockefeller"

ENTREVISTA ANTONIO NAVARRO WOLF

4 de junio de 1990

SEMANA: Hace once años usted decidió empuñar las armas e irse al monte. Hoy decidió dejar las armas y hacer política. ¿Qué hay de diferente entre la Colombia de hoy y la de 1980 que justifica este cambio?
ANTONIO NAVARRO: Mucho. El país ha cambiado mucho desde que yo me meti al "eme". En esa época los que no éramos liberales o conservadores no podíamos hacer política. Si no apoyaba uno a Balcázar, a Holguín Sardi o a cualquiera de ellos no tenía juego dentro del sistema. Al mismo tiempo había un terreno abonado para hacer algo. El fraude de 1970, cuando Rojas le ganó a Pastrana había convencido a miles de colombianos de que no había nada que hacer dentro del sistema y tocaba jugársela por fuera. Había entusiasmo. Había una meta. Había una lucha y una esperanza.
S.:¿Entonces qué ha cambiado?
A.N.: Ahora lo único que hay es un fuego cruzado en el que nadie sabe ni por qué dispara ni por qué le disparan. No se sabe a donde va esto, o mejor dicho se sabe que no va para ninguna parte. Cuando hay una causa la gente está motivada para luchar y hasta morir por ella. Ahora ya no hay una causa.
S.: ¿Cómo ingresó usted al M-19?
A.N.: Yo era decano de ingeniería de la Universidad del Valle. Era de los consentidos por el sistema y hasta me había ganado una beca de la Fundación Rockefeller. Pude hacer una especialización en Londres y cuando regresé a Colombia me nombraron decano. Pero quería hacer política y comenzó a gustarme lo que oía del M-19, sus golpes políticos como el robo de la espada de Bolívar, su lenguaje, su idealismo. Y todo eso fue llamándome la atención hasta que decidí buscarlos.
S.: ¿Y cómo los encontro?
A.N.: Cuando uno ha sido parte del movimiento estudiantil en la universidad siempre le quedan algunos contactos y el que busca encuentra.
S.: ¿Y cuándo dejó la universidad por irse al monte?
A.N.: Eso tiene una dinámica. Uno nunca comienza sabiendo que se va al monte. Comienza queriendo hablar de política. Asiste a una reunión mensual y cosas de esas. Presta su colaboración cuando puede. Pero entre más se mete más se compromete y llega un momento en que es imposible mantener la dualidad de decano y militante y entonces uno se retira. Ahí comienza todo.
S.: De todos los jefes del M-19, ¿cuál es el que más admira?
A.N.: A Bateman. Era un gigante. Yo nunca fui muy cercano a él pues al fin y al cabo no fui del grupo original sino que llegué un poco más tarde. Pero aún así tuvimos una relación cordial y estuvimos juntos en algunas ocasiones principalmente en el Caquetá. Tenía una personalidad extraordinariamente atractiva y una gran intuición política. Lo llamábamos Pablo.
S.: ¿Qué cree que hubiera pasado si no muere en el accidente de la avioneta?
A.N.: Creo que todo este proceso de conciliación se habría adelantado. El era un visionario y se habría dado cuenta de que las cosas tenían que ir por ahí. A nosotros nos tomó mucho más tiempo y muchos más muertos.
S.: ¿Quién fue el primero en reconocer la necesidad del cambio, entonces?
A.N.: Carlos Pizarro. Fue el primero en llegar a la conclusión de que había que dejar la guerra. Los otros fuimos llegando después. Pero él solo y sin presiones de nadie fue quien tomó la decisión. Hay que hacerle este reconocimiento.
S.: ¿Dónde estaba usted cuando Pizarro murió?
A.N.: En la oficina de la sede. Como todos los escoltas se comunican por sus radios, la gente que me acompañaba escuchó la noticia del atentado minutos después de que sucediera. Me fui corriendo al hospital y llegué casi simultáneamente con el cuerpo de Carlos herido. Lo pasaron delante de mi. Cuando vi que tenía tres tiros en la cabeza me di cuenta que estaba agonizando.
S.: El gobierno afirma que lo mató Pablo Escobar. ¿Usted qué cree?
A.N.: Que no existen elementos para llegar a esa conclusión. O por lo menos que no los conocemos nosotros. Con Pablo Escobar teníamos un pacto de no agresión que los dos respetábamos. Ese pacto era parte de la negociación para la liberación de Marta Nieves Ochoa. El siempre cumplió y nosotros también. No veo la lógica de que incumpliera ahora.
S.: ¿Entonces usted cree que el gobierno miente?
A.N.: Yo lo que creo es que estamos en guerra y que en la guerra se precipitan las conclusiones. Otra cosa que creo es que Pablo Escobar se ha convertido en el caballito de batalla de todo el mundo y que las cosas en Colombia son mucho más complicadas que eso.
S.: Escobar había hecho una oferta de rendición y el gobierno no se la concretó. ¿Usted cree que el gobierno debería haber concretado la oferta de rendición de Pablo Escobar, es decir, eliminar la extradición a cambió de un juicio en Colombia?
A.N.: Creo que el gobierno perdió una oportunidad histórica. Creo que si lo hubiera hecho se habría podido evitar todo este baño de sangre.
S.: Y si posteriormente se demuestra que Escobar si ordenó el asesinato de Pizarro, ¿pensaría usted lo mismo?
A.N.: Si. Mis posiciones obedecen a convicciones y no a nombres. Por lo tanto mi posición no cambiaría.
S.: ¿Pizarro conoció a Pablo Escobar?
A.N.: No.
S.: ¿Y usted?
A.N.: Tampoco.
S.: Bueno, hablemos de otra cosa. ¿Qué opinión le merecen a usted los presidentes de Colombia que han tenido que ver con este proceso de paz?
A.N.: Betancur es el gran precursor. A sus esfuerzos en cierta forma lo debemos todo esto. Lamentablemente ni él ni nosotros teníamos mucha experiencia en estas cosas. Si hubiéramos tenido la que tenemos hoy, hubiéramos llegado a la paz hace mucho tiempo.
S.: ¿Entonces con él no hay rencores?
A.N.: Ninguno.
S.: ¿Y Turbay?
A.N.: Hay dos Turbay: el del Estatuto de Seguridad y el de ahora. Este último ha sido una de las persona más determinantes en el actual proceso, inclusive más que el propio Belisario. El ha cambiado mucho y nuestra posición hacia él en consecuencia.
S.: ¿Y qué opinión le merecen las acciones militares de Turbay contra ustedes?
A.N.: Han sido sobrestimadas. El ejército no era bueno en ese momento. Ha mejorado muchísimo. Los famosos éxitos de Turbay obedecian simplemente a que nosotros teniamos muy poca experiencia y nos dieron uno que otro golpe. Nosotros también fuimos aprendiendo.
S.: ¿Entonces el Ejército de Colombia ha mejorado?
A.N.: Ha mejorado mucho. Se lo digo yo que he estado en una posición de medírmele. El Ejército de ahora no tiene nada que ver con el de hace diez años.
S.: Volviendo a los presidentes, ¿cuál es su opinión sobre Barco?
A.N.: Es el hombre más raro que he conocido en la vida. Es muy difícil saber que es lo que quiere o que entiende. Pero cuando se sabe, cumple. Me parece honesto y leal. Todo este proceso ha estado basado en una confianza mutua y creo que las dos partes la tenemos.
S.: ¿Qué espera usted del gobierno de Cesar Gaviria?
A.N.: Ustedes parten del supuesto de que va a ganar César Gaviria. Yo no estoy tan seguro.
S.: Entonces, ¿quién cree que va a ganar?
A.N.: Con la velocidad que están cambiando las cosas en este país, creo que hasta yo.