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Historia de dos hermanos

Mientras los candidatos Samper y Pastrana guardan silencio, sus hermanos periodistas protagonizan la primera garrotera de la campaña electoral.

11 de octubre de 1993

LA INMENSA MAYORIA DE LOS LECTORES DE la sección "Cosas del día" del diario El tiempo, se quedó sin entender el alcance de la carta publicada el jueves pasado, enviada por el periodista Daniel Samper Pizano al director del periódico La Prensa, Juan Carlos Pastrana Arango.
"Ante su asombrosa mala fe -decía la carta-, sus mentiras sin escrúpulos y su aritmética bellaca e irresponsable sobre el valor de mi participación en El Tiempo -que podría crear expectativas delirantes en criminales despistados- lo responsabilizo a usted de cualquier cosa que pueda ocurrirnos a mí o a mi familia". La carta, con copia al Fiscal General de la Nación, iba acompañada de una nota de la dirección del diario de los Santos, según la cual sus accionistas "respaldan íntegramente a Daniel Samper y de igual manera señalan a Juan Carlos Pastrana como factible autor intelectual de cualquier posible atentado a ellos o a sus familias".
¿Qué queria decir todo esto? ¿Por qué el hermano del casi seguro candidato liberal a la Presidencia acusaba al hermano del casi seguro candidato conservador a la Presidencia, palabras más palabras menos, de instigar a la delincuencia a actuar en su contra? ¿Y por qué los accionistas del primer periódico del pais lo respaldaban en dicha acusación, calificando a Juan Carlos Pastrana como autor intelectual de lo que les pueda suceder?
Para entender esta encendida controversia era necesario conocer las publicaciones de La Prensa que habian originado la respuesta de Daniel Samper, articulos que, por razones de circulación, pocos lectores de El Tiempo habían visto.
El diario de la casa Pastrana venía publicando una serie de comentarios editoriales y de notas que cuestionaban la participación accionaria de Daniel Samper en El Tiempo -y por intermedio de El Tiempo en una de la empresas licitantes de la telefonia celular-, por considerar que ello viola un artículo del Código de Etica dado a conocer hace un par de semanas por Ernesto Samper como regla general de comportamiento de su campaña presidencial y de su eventual gobierno.

EL CODIGO DE LA DISCORDIA
Samper presentó su Código de Etica el primero de septiembre y, a los dos días, La Prensa embistió por primera vez. Según el diario de los Pastrana, el precandidato liberal contradecía su código al defender "la participación de su hermano Daniel en la multimillonaria licitación de la telefonía celular".
El lío estaba relacionado con el artículo 26 del código. "Los familiares del Presidente de la República -dice- dentro del cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad y primero civil, no podrán ser adjudicatarios de licitaciones para obras públicas; beneficiarios de contratos públicos de prestación de servicios; adjudicatarios de espacios de televisión y, en general, contratar con el Estado a menos que esos contratos se deriven de su actividad tradicional, públicamente reconocida, dentro de la historia reciente de su respectivo trabajo".
La pregunta era si Daniel Samper propietario, por medio de Daniel Samper Pizano y Cía., de un 4.81 por ciento de El Tiempo, está o no inhabilitado en la licitación de la telefonia celular, teniendo en cuenta que posee el 16 por ciento de las acciones de la compañia Movicel S.A., una de las empresas inscritas para licitar. Para La Prensa es claro que sí, pues El Tiempo cuenta entre sus accionistas a Daniel Samper, hermano de Ernesto y, por tanto, pariente suyo en segundo grado de consanguinidad. Por ello, según el periódico de los Pastrana, El Tiempo no podría beneficiarse con un contrato público de "prestación de servicios" como los que señala ese articulo 26.
A esa acusación, Daniel Samper contestó con una primera carta el dia 3, en la cual se refería a Ia argumentación de La Prensa como "un mal chiste" . El periodista sostuvo que es accionista minoritario de Daniel Samper y Cia. que a su vez es accionista "ultraminoritaria" de El Tiempo que igualmente es accionista minoritario de Movicel S.A.
Agregó que su hermano Ernesto es por ahora candidato y no presidente, y que será este gobierno y no uno eventual de su hermano en el próximo periodo el que adjudique la licitación de la telefonía celular. Finalmente, citó el articulo 26 para decir que se aplica "a menos que estos contratos se deriven de su actividad tradicional, públicamente reconocida dentro de la historia reciente de su respectivo trabajo". Daniel Samper considera que si El Tiempo participa en un negocio de telecomunicaciones, él, quien lleva 29 años vinculado al diario, queda cobijado con la excepción del articulo 26 referida a su actividad tradicional.
Otra cosa piensa Juan Carlos Pastrana, quien le dijo el viernes a SEMANA que "esa coletilla del artículo 26 tiene nombre y apellido propios", sugiriendo que fue redactada expresamente para el caso de Daniel Samper y el celular.
La riposta de La Prensa no se hizo esperar. El lunes 6, este diario consideró que ser minoritario no afecta las cosas, pues en todo caso Daniel Samper se beneficiaría si la empresa de la cual El Tiempo es socio ganara la licitación.
La Prensa aseguró que "esta minoría de Samper tiene cara de mayoría frente a la proporción de los negocios en Colombia". Dijo que Samper posee cuatro de las 100 acciones de El Tiempo y agregó que "expertos financieros -que no identificó- avalúan entre cinco y 10 millones de dólares" cada una de ésas acciones.
A ese párrafo aludía la segunda carta de Samper publicada el jueves pasado, en la cual responsabilizaba a Juan Carlos Pastrana "de cualquier cosa que pueda ocurrirnos a mí o a mi familia", por considerar el periodista que las cifras citadas por La Prensa sobre el valor de las acciones de El Tiempo pueden incitar a los delincuentes en un pais que tiene el récord mundial de secuestros extorsivos. La ira de Samper obedece a que ni se considera ni es considerado rico, ni existe posibilidad alguna de que El Tiempo cueste lo que afirma La Prensa.
El diario de los Pastrana publicó el jueves la carta de Daniel Samper y repitió el articulo que la había originado, como tratando de decir que al que no quiere caldo, se le dan dos tazas. Y el viernes, en lo que por sus calambures puede haber sido el mejor round de Pastrana Jr., trató de ridiculizar a Samper y a los demás accionistas de El Tiempo porque habían acusado a La Prensa de revelar "lo que ellos creían que ningún colombiano conocía que El Tiempo es un negociazo". Más adelante, y en clara alusión a la carta que Daniel Samper le dirigió a su hermano Ernesto a propósito del lanzamiento de su Código de Etica, en la cual anunciaba que no ejercería el periodismo en el país mientras su hermano fuera candidato o Presidente, La Prensa concluyó que todo indicaba que "Samper se atendrá al Código de Etica de su hermano, en el que se le permite licitar la multimillonaria telefonía celular mientras jure no escribir su "Postre de Notas" en la revista Carrusel, durante la campaña".

LAS PRIMERAS PIEDRAS
Los enfrentamientos entre Da niel Samper y Juan Carlos Pastrana, si bien alcanzaron la semana pasada un nivel y un lenguaje que nunca habían tenido, son, en realidad, bastante anteriores a Ias aspiraciones presidenciales de sus respectivos hermanos. De hecho, las primeras piedras de esta confrontación se lanzaron en 1985, cuando ni Ernesto Samper ni Andrés Pastrana sonaban para el solio de Bolívar. Y al menos la primera, fue una piedra de verdad.
En mayo de 1985, hace más de ocho años, Daniel Samper escribió en su columna diaria "Reloj" una nota titulada "La piedra de la luna En ella se preguntaba qué había sido de un guijarro lunar que el gobierno estadounidense le habia regalado al colombiano en junio de 1973. La nota iba acompañada de una foto en la cual aparecía el presidente de la época del regalo, Misael Pastrana, en el momento de recibir la famosa piedra de manos del embajador Estados Unidos. Samper insinuó que la piedra podía estar en manos del propio Pastrana, quien al pareeer la habia considerado como un regalo personal y no como un obsequio de gobierno a gobierno, razón por la cual, en vez de estar expuesta en el Planetario Distrital, estaba en el estudio de la residencia del expresidente presidente. Una semana después la piedra lunar fue regresada al Estado por Juan Carlos Pastrana, por encargo de su padre. Según contó Samper en una nueva columna, en la carta que aeompañaba la piedra, Pastrana Jr. despotricaba contra El Tiempo y contra su columnista más leido.
"El doctor Pastrana -decia la columna de Samper se llevo una, pero devolvió dos piedras: la piedra con que fue escrita la carta y la piedra lunar que acompañaba la remisión". El comentario de los cocteles de entonces era que Daniel Samper, literalmente le habia "sacado la piedra" al ex presidente Pastrana.
Para esa misma época, Juan Carlos Pastrana reemplazó a su padre en la presidencia del consejo editorial de la hoy desaparecida revista Guión -antecesora de La Prensa y se cruzó con él un par de cartas que dicho medio publicó y en las cuales, en forma pomposa y solemne, Pastrana padre entregaba la antorcha periodística de la familia a su hijo.
Daniel Samper escribió entonces una columna humorística en la cual se burlaba de la forma como padre e hijo se dirigían las cartas, que encabezaban con los títulos de "Señor Doctor". Desde entonces, y por mucho tiempo, cada vez que Daniel Samper mencionó a Juan Carlos Pastrana en su columna lo hizo antecediendo las palabras "Señor Doctor ".
Guión contestaba a todo esto repitiendo una y otra vez que El Tiempo era un gran conglomerado económico y que Daniel Samper era accionista importante.
Los ánimos se calmaron hasta cuando, a principios del gobierno de Gaviria, se hizo evidente que la confrontación electoral por la Presidencia en 1994 iba a ser entre Ernesto Samper y Andrés Pastrana. La Prensa enfiló sus baterías contra Samper y criticó reiteradamente su gestión en el Ministerio de Desarrollo y luego su embajada en Madrid. Hace poco menos de un mes quien disparó fue el propio Ernesto Samper, al acusar al noticiero TV Hoy -propiedad de los Pastrana- de parcialidad en la presente campaña electoral. Según Samper, unas declaraciones suyas sobre la moral y la política dadas a este noticiero fueron mutiladas y reducidas a apenas ocho segundos, mientras las de Andrés Pastrana fueron presentadas en su integridad durante 46 segundos.
Algunos han hilado tan delgado que han querido ver otro capitulo de esta pelea en los artículos de Daniel Samper sobre "la intrigocracia" publicados hace tres semanas en la revista Cambio 16, en los cuales se fue lanza en ristre contra la ex funcionaria diplomática Beatriz Canal de Barco y su esposo Jorge Barco Vargas. Este úItimo ha sido siempre una de las personas más cercanas al ex presidente Pastrana.

ENTRE BOMBEROS...
Al Ilegar el pasado fin de semana parecía que el punto más álgido de la confrontación había terminado. Mientras Daniel Samper permanecía en una finca en las fueras de Bogotá sin dar declaraciones, Juan Carlos Pastrana se preparaba para visitar al fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, para solicitarle que cite a declarar al columnista y a los demás accionistas de El Tiempo, para que, según dijo, "expliquen el alcance de la denuncia que hacen en mi contra en la carta publicada el jueves". Del episodio de los dos hermanos de los candidatos presidenciales aparecen ya las primeras conclusiones.
Para empezar, lo sucedido confirma algo que se viene diciendo en el país desde hace rato: que Juan Carlos Pastrana se ha convertido en un francotirador que le dispara a todo lo que se mueva. Su estilo de periodismo, si bien es por momentos bastante ingenioso, raya diariamente en la irresponsabilidad. La presunción de mala fe es bastante común en el diario de los Pastrana.
Este estilo tiene algún impacto cuando proviene de aquellos que se declaran "enemigos del sistema". Pero cuando quien lo practica es hijo de uno de los hombres que más ha gobernado y cogobernado a Colombia desde los tiempos del Frente Nacional, hermano de quien muy posiblemente heredará dicho poder, y beneficiario de concesiones del Estado en televisión y TV Cable, la l+nea antisistema pierde credibilidad y no puede tomarse muy en serio.
El único que quizá debe tomarse todo esto muy en serio es Andrés Pastrana. Por ahora encabeza las encuestas para la Presidencia de la República y por eso mismo debe estarse preguntando cómo va a hacer para lidiar a su díscolo hermano si llega a la Casa de Nariño. La verdad es que un hermano negociante puede hacerle mucho mal a un Presidente. Pero no menos le hace uno que desde un periódico corre el riesgo todos los días de traspasar la frontera que hay entre la crítica severa y la calumnia abierta.
En cuanto a Daniel Samper, es evidente que lo sucedido lo debe haber puesto a pensar que no es fácil ser una figura pública y, a la vez, tener hermano presidenciable. No hay duda de que le asiste razón cuando acusa de irresponsable a Juan Carlos Pastrana. Pero a Ia vez, es posible que esa carta de Daniel Samper haya sido el elemento que mayor realce le dio a un episodio que hasta ese momento sólo era conocido por los lectores de La Prensa. Lo cierto es que parece torpe pelear con un hombre que, como Juan Carlos Pastrana, no tiene nada que perder y sí mucho ]o que ganar por el solo hecho de que cada vez que causa una miniconmoción, obtiene aIgunos compradores para su periódico.
En cuanto al debate mismo en torno al Código de Etica de la campaña samperista, tiene lógica que las inhabilidades del artículo 26 cobijen a los familiares de Samper solo si este resulta elegido Presidente, y no mientras es candidato, pues el el candidato nada tiene que ver con la adjudicación de los contratos a que alude el código.
También tiene razón Daniel Samper en cuanto a que los 29 años que lleva vinculado con El Tiempo implican una tradiclón que de manera lógica debe exceptuarse de las inhabilidades del artículo 26, incluso si, como lo dice Juan Carlos Pastrana, una cosa es la tradición de vinculación con El Tiempo, y otra la de la vinculación con el celular que, según Pastrana, "es un invento tan reciente que ni la ATT puede alegar tradición".
El problema con esto de la tradición es que Daniel Samper puede estar contradiciendo a su hermano Ernesto, quien 15 días antes de las publicaciones de La Prensa había pedido que los Pastrana se desvincularan del noticiero TV Hoy por una supuesta inhabilidad que también esta cobijada por una tradición, que si bien no es de 29 años como la de Daniel Samper con El Tiempo, es de 15 años de noticias en la televisión nacional.
Como puede verse, los temas que involucran las actividades y negocios de los parientes de los presidenciables son asuntos más bien pantanosos. En un pais con una economía tan pequeña y una concentración económica tan grande, pretender que los hilos de los negocios no se enreden con los del poder no es fácil, pues esto sucede casi por inercia, tal como los Pastrana lo han sabido siempre y como los Samper lo estan aprendiendo ahora. De ahí que un Código de Etica, como el promulgado por Ernesto Samper, resulte más bien simbólico, no porque su familia vaya a violar normas juridicas o éticas sino porque los abusos que suelen indignar a la opinión en la mayoria de loS casos no son reglamentables. Prueba de ello es que, por ejemplo, si el código se aplicara al actual gobierno, los casos de los hermanos del presidente Gaviria, Juan Carlos y Alejandro, que tanto han molestado a algunos sectores, no estarían prohibidos, pues Juan Carlos Gaviria está dedicado a la construcción desde hace años, sea que tiene tradición en ese campo, y Alejandro ha recibido para la revista que dirige una pauta publicitaria oficial que, si bien es discutible, no significa un contrato con el Estado en los términos señalados en el código de Samper.
En todo caso, y más alla de si Daniel Samper tiene la razón o si la tiene Juan Carlos Pastrana, la semana pasada, ambos comprobaron que ya nunca podran pelear como antes, cuando sus disputas carecían de consecuencias e interpretaciones políticas. Ahora que los dos comparten la condición de ser hermanos de los hombres que más cerca se encuentran de la Presidencia de la República, es posible que deban optar por aquel viejo adagio según el cual "entre bomberos no se pisan las mangueras".