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En esta pelea con las directivas del Bancolombia, Jaime Gilinski ha contratado un connotado grupo de juristas. Desde ex magistrados, ex fiscales y ex producaradores integran el equipo de asesores legales

PLEITO

Historia sin fin

Lo único más indefinido que el referendo para la reelección presidencial es la pelea que sostienen los Gilinski y las directivas del Bancolombia, que ya lleva 12 años.

15 de agosto de 2009

Hacía varios años que Jaime Gilinski, el empresario que en el pasado fue dueño del Banco de Colombia, no aparecía en público en el país. Lo hizo la semana pasada, en una rueda de prensa, para hablar del litigio que sostiene contra las directivas del hoy Bancolombia y para anunciar que su grupo pidió a la Superintendencia Financiera que remueva de su cargo a Jorge Londoño Saldarriaga.

La presencia de Gilinski, quien se hizo acompañar de su grupo de abogados, algunos de los más connotados juristas del país, llamó la atención y demostró que en este pleito, que ya va para 12 años, las partes no van a darse por vencidas y que a este proceso todavía le queda mucha tela por cortar.

El litigio comenzó en 1997, cuando fue vendido el Banco de Colombia al entones Banco Industrial Colombiano (BIC). El negocio se cerró entre el grupo empresarial antioqueño y la familia Gilinski, amigos entonces, pero hoy enemigos acérrimos. Los Gilinski han reclamado desde entonces, en todas las instancias, por las vías penal y civil, que fueron engañados en la transacción y aducen que hubo mala intención de las directivas empresariales antioqueñas que comandaron el negocio. El grupo Empresarial Antioqueño, por su parte, se han defendido en todos los tribunales buscando mostrar la transparencia del negocio y la honradez de cada uno de los actos. Además plantean que la ofensiva jurídica de los Gilinski trascendió el ámbito profesional para volverse una pelea personal.

El pleito es importante para la opinión pública no sólo porque enfrenta dos grupos económicos poderosos, sino porque en medio de la pugna está el mayor banco del país. Pero también ha tenido resonancia en la opinión porque las partes han hecho un despliegue de fuerzas jurídicas y mediáticas sin precedentes. Se han movido entre tribunales dentro y fuera del país, han acudido a la justicia ordinaria y a tribunales de arbitramento y no han agotado instancia alguna.

Quienes analizan esta disputa desde la barrera no pueden menos que asombrarse al observar los equipos de juristas que se han armado en cada bando. Del grupo de abogados de Gilinski, hacen parte el ex procurador Jaime Bernal Cuéllar, el ex fiscal Gustavo de Greiff,el ex vice fiscal general Francisco José Sintura, el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia Pablo Cáceres, el ex ministro Néstor Humberto Martínez, los abogados Iván Cancino y Álex Vernot, entre otros.

Por los lados del Bancolombia, a lo largo de los procesos han participado el presidente de la Corte Constitucional, Eduardo Cifuentes, el abogado del presidente Uribe, Jaime Lombana, los ex magistrados de la Corte Constitucional Hugo Palacios y Hernando Herrera, el ex magistrado de la Corte Suprema, Javier Tamayo y los reconocidos abogados Ricardo Calvete, Jorge Suescún y Leonardo Uribe, entre otros.
Sin duda que esta es una batalla entre pesos pesados del derecho que parece interminable. Cada decisión de un tribunal, cada fallo a favor o en contra de las partes, es apelada y en consecuencia esto prolonga el desenlace. Bernal Cuéllar dice que no es culpa de los abogados, pero sí de la justicia, pues afirma que en muchas instancias los procesos han estado prácticamente congelados.

El asunto es que cada vez que sale una noticia sobre una decisión frente a este caso, se piensa que es el final del pleito. Pero lejos está. El ex fiscal Mario Iguarán antes de dejar el cargo, tomó una decisión que, en principio, parecía el punto final de la disputa: precluyó la investigación penal contra el presidente y el vicepresidente ejecutivo de Bancolombia, Jorge Londoño y Federico Ochoa, por los presuntos delitos de estafa y utilización indebida de dineros del público.

Pero Jorge Londoño no alcanzó a dormir tranquilo por mucho tiempo. Dos semanas después, el vicefiscal, Guillermo Mendoza, en trámite de segunda instancia, si bien confirmó la prescripción de la acción penal por prevaricato por acción, declaró la nulidad del cierre de la investigación por prevaricato por omisión y la nulidad de la investigación por la presunta estafa.

Como quien dice el caso sigue vivo. Aunque en lo civil los procesos terminaron, en lo penal quedan dos procesos.

¿Hasta cuándo irá esto? Jorge Londoño dice que hasta el momento la justicia les ha dado la razón en el sentido de que esta fue una transacción en línea con los principios éticos y legales y que nunca hubo conducta dolosa en el proceso de adquisición y fusión del Banco de Colombia. Jaime Gilinski, por su parte, dijo la semana pasada que espera que muy pronto termine este proceso. Pero confiesa que esto es cuestión de principios. En otras palabras que se la jugará toda para defender sus propias convicciones.
El asunto es que a estas alturas del pleito nadie sabe si hay ganadores y perdedores. Quién sabe cuánto tiempo más pasará antes de resolverse este pleito, pero lo que sí se sabe es que pasará a la historia como uno de los más encarnizados que se hayan vivido en el poder económico.