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Historia de un secreto rojo

Una parte de los buenos resultados que Michael Schumacher ha conseguido en los últimos años está en un elemento que ha pasado inadvertido para muchos: su casco.

26 de febrero de 2002

Durante años los ingenieros de la Fórmula 1 fueron conscientes de que, aparte de proteger al piloto, el casco actuaba como parte integral de la aerodinámica de los autos. Sin embargo, más allá de ese diagnóstico y de encontrar materiales más resistentes a los impactos, fueron muy pocos los avances que se lograron en el campo de la aerodinámica. Pero después de que Michael Schumacher y Ferrari perdieran el campeonato tras el Gran Premio de Japón de 1998, “la Scuderia” decidió destinar parte de los millonarios recursos que gasta en investigación para la creación de un grupo élite de ingenieros que se dedicaran exclusivamente a mejorar la aerodinámica de los cascos.

Destinar un equipo de profesionales para que trabajaran únicamente en buscar la forma de mejorarlo fue considerado dentro del Gran Circo como algo exótico, aun para Ferrari. Al fin de cuentas, después de la aparición del casco duro a comienzos de los años 60, el cual protegía toda la cabeza y guarda algunas similitudes con los de hoy, habían sido muy pocos los avances tecnológicos que se lograron en este campo. Hoy los resultados de esa inversión de Ferrari, que muchos calificaron hace cuatro años como una forma de botar el dinero, son más que evidentes.

Durante más de 20 meses de investigación los ingenieros de Ferrari, en colaboración con los diseñadores de la compañía estadounidense Bell, reconocida fabricante mundial de cascos para automovilismo, descubrieron que los convencionales producían turbulencias en la toma que lleva el aire a la caja de los inyectores de combustible. La consecuencia de este defecto aerodinámico representaba que la alimentación del motor no fuera totalmente perfecta. Utilizando al mismo Schumacher como modelo, el equipo diseñó y probó más de una docena de modelos a lo largo de 1999. A finales de ese año finalmente lograron diseñar el que fue considerado como el casco perfecto.

Con unos perfiles en la parte baja, y después de darle forma cuadrada a la parte posterior, descubrieron en las simulaciones en el túnel de viento que mejoraba el flujo de aire y con esto conseguían una alimentación ideal. El aire entra con mayor fluidez a la toma del Ferrari y mejora su rendimiento. Con el casco fabricado por la firma Bell el motor ganó cerca de cinco caballos de fuerza. Para quienes están por fuera de los laberintos tecnológicos de la Fórmula 1 cinco caballos más puede sonar insignificante. Para los ingenieros, para la Ferrari, y para el mismo Schumacher, esos caballos adicionales demostraron en las temporadas de 2000 y 2001 ser una importante ayuda extra para hacer la diferencia sobre otros rivales y ganar carreras y campeonatos. Cuando todo el mundo pensaba que era imposible llegar más lejos en el diseño de cascos Schumacher y Ferrari sorprendieron de nuevo.

Para la temporada 2002 Schumacher llega con un nuevo casco que probó durante algunos grandes premios al final del año. Una de las características principales es el cambio de marca, ya que el nuevo no lo fabricó Bell sino la casa alemana Schuberth, una empresa de Hannover que hace años provee los cascos del ejército alemán. Ese cambio le costó a Schumacher 125.000 dólares ya que a comienzos de este año un tribunal de Bruselas condenó al tetracampeón del mundo a cancelar esa suma a Bell por incumplir el contrato que tenía con esa firma hasta final de este año.

El flamante nuevo casco dispone de un filtro especial con películas de carbón activo que permiten el ingreso a su interior de siete litros de aire por segundo. Su peso es de apenas 1.290 gramos, 100 menos que el anterior, y otra de sus virtudes es que la circunferencia se redujo en 10 milímetros para favorecer el flujo de aire hacia la toma de ingreso al motor. La escudería colaboró con el desarrollo del casco enviando una réplica a escala de Ferrari 2001 para que Schuberth pudiera trabajar en el túnel de viento y optimizar el diseño, favoreciendo la entrada de aire al motor. La empresa Schuberth reprodujo en primera instancia la cabeza de Schumacher y luego la escanearon para trabajar en el ordenador. La construcción del nuevo casco demandó varios meses de trabajo y fue necesario un equipo de 15 personas.

Con éste último casco el Ferrari ganó 10 caballos de fuerza. Aparte de los beneficios para el motor tiene otras bondades adicionales bastante apreciadas por los pilotos de la escudería. Reduce el trabajo de cuello del piloto pues el flujo de aire tiende a mantenerlo en posición vertical, lo que ayuda a que los músculos del corredor no sufran demasiado durante las competencias.

Es claro que el liderato de Schumacher no depende exclusivamente de las bondades del casco. Sin embargo, en un deporte en el que una milésima de segundo o un caballo de fuerza de más pueden hacer la diferencia entre la victoria y la derrota, entre ganar o perder un campeonato, un casco que aumenta el rendimiento del motor sin duda alguna es una ayuda bastante apreciada.