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La Fiscalía, con la denuncia de Humberto de La Calle como precedente, avisó que realizará capturas en las Fuerzas Militares. | Foto: Archivo SEMANA

INVESTIGACIÓN

Los cabos sueltos en la historia de los hackers

Tras el anuncio del fiscal general sobre capturas, todavía no se conoce el papel de la DNI y la inteligencia militar.

1 de octubre de 2014

En la mañana de este miércoles, en una entrevista con Caracol Radio, el fiscal general, Eduardo Montealegre, anunció que la entidad que dirige estaría cerca de realizar varias capturas relacionadas con el caso de los hackers. Sin confirmar nombres, afirmó que se trataría de personal de las Fuerzas Militares que estaría conectado con los escándalos de la fachada ‘Andrómeda’ y el ‘hacker’ Andrés Sepúlveda.

Hasta ahora el único detenido por el caso es un patrullero de la Sijín de Bogotá que habría entregado o vendido información a Sepúlveda. Sin embargo, la realidad es que se trata del eslabón más débil de la cadena del escándalo. Por encima de él hay personajes mucho más relevantes que después de meses de investigación de la Fiscalía aún siguen por fuera de los radares.

Eso es algo que quedó en evidencia el pasado sábado, cuando el jefe del equipo negociador del Gobierno en La Habana, Humberto de la Calle, emitió un comunicado en donde afirmó que sus comunicaciones fueron interceptadas.

De la Calle confirmó que, en al menos 17 oportunidades, su correo electrónico y hasta su celular fueron objeto de ‘chuzadas’. Por lo menos desde abril pasado se vendrían dando esas actividades ilegales. Tales denuncias eran graves. Ya en febrero pasado, SEMANA reveló que los negociadores estaban siendo interceptados.

Como consecuencia de esto, el pasado 4 de febrero se desmontó la fachada ‘Andrómeda’, y dos generales fueron removidos. Paradójicamente, otro general, Mauricio Forero, fue ascendido pese a haber resultado salpicado en el escándalo.

La denuncia de De la Calle dejó en evidencia que las interceptaciones ilegales a los negociadores continuaron a pesar del escándalo de febrero. Las sospechas de la Fiscalía se centran en miembros de inteligencia militar como los responsables, diferentes de los de Andrómeda. Las miradas conducen a la jefatura de Inteligencia del Ejército y la Central de Inteligencia de esa institución.

Desde hace más de un año había denuncias conocidas por ente investigador acerca de esas actividades, en las que se señalaba que se usaban salas de interceptación y oficinas fachada para actividades non sanctas. Inexplicablemente, esas investigaciones nunca avanzaron.

El comienzo de la historia

Pese a que el asunto viene de hace meses, en las últimas semanas ha habido nerviosismo entre la cúpula de algunas de las principales agencias de inteligencia del país. El desvelo cunde entre varias cabezas de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), la Jefatura de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército (Jeici), la FAC, la Armada e Inteligencia del Comando General de las Fuerzas Militares.

La razón es simple: a raíz de la coyuntura política, producto de las elecciones, varios de ellos terminaron jugando a varias bandas. Unas veces a favor del Gobierno y otras en contra. Lo difícil para ellos será explicar sus actuaciones, si se llegan a conocer.

Durante semanas la opinión pública ha visto a cuentagotas el desarrollo del escándalo y, en términos generales, hay algo de confusión sobre lo que realmente ocurrió. No es para menos. Lo que se conoce son piezas sueltas de un complejo rompecabezas en donde, hasta ahora, los protagonistas han sido los hackers, comenzando por Andrés Sepúlveda, el ecuatoriano Daniel Bajaña y otros como Carlos Escobar.

Sus declaraciones, ya sean conocidas por medio de entrevistas a medios de comunicación o por sus testimonios en la Fiscalía, han dado algunas pistas sobre el papel de la inteligencia.

Sin embargo, en varios de sus testimonios han mezclado verdades con mentiras o han omitido lo que saben para -en parte- desviar y ocultar sus propias actuaciones y, especialmente, las de sus enlaces en inteligencia. Pero también por miedo a las represalias que puedan tomar en su contra los miembros de las agencias que saldrían salpicados si se descubre qué fue lo que hicieron.

Juego a tres bandas

Uno de los papeles más desconocidos es el que juega la DNI, la agencia que reemplazó al DAS. La entidad fue mencionada en las últimas semanas por Sepúlveda y otros hackers sin que se hayan desmentido los supuestos estrechos vínculos entre ellos. La razón de la entidad para no referirse al asunto se explicaría por lo polémica de dicha relación.

Cuando trabajaba como parte de la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga, Sepúlveda entró en contacto con miembros de la DNI, entre ellos un funcionario de apellido Torres. Durante varios meses, la relación fue fluida entre ambos. Sostuvieron varias reuniones en cafeterías del norte de Bogotá y el hombre de la DNI en varias oportunidades visitó al hacker en su oficina.

Según Sepúlveda, el funcionario le entregó datos básicos relacionados con la guerrilla, información que posteriormente usaría el hacker para alimentar una página de internet (Diálogos a voces) que se diseñó para atacar el proceso de paz, dentro de la estrategia de la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga. Tras la revelación del domingo pasado, ahora se sabe que parte de los documentos allí divulgados salieron del Comando General de las Fuerzas Militares y la Cime.

Dice el hacker que, a su vez, también le suministró información a la DNI que conoció a través de inteligencia militar y, adicionalmente, le entregaba reportes sobre temas relacionados con la mesa de negociación de La Habana.

A los pocos días de ser capturado Sepúlveda y estallado el escándalo, a principios de mayo pasado, Torres les contó a sus jefes en la DNI parte de las reuniones que tuvo con el hacker, aunque no ahondó en pormenores. No es claro por qué esa agencia, por intermedio de un funcionario, estaría pidiendo información sobre La Habana o suministrando datos para atacar los diálogos, teniendo en cuenta que depende del Gobierno. Pero no fue el único movimiento en este intrincado ajedrez.

Mientras Torres mantenía contactos con Sepúlveda, casi de manera simultánea otro alto integrante de la DNI conseguía información de la oficina del hacker. El funcionario es conocido con los nombres clave de ‘Charlie’ o el ‘Fantasma’. Él fue quien consiguió los videos de la visita del candidato Zuluaga en donde este aparece reunido con el hacker en su oficina. Y ello no fue lo único que consiguió.

‘Charlie’ también obtuvo información relacionada con aspectos propios de la campaña de Zuluaga que eran manejados y estaban en poder del hacker como, por ejemplo, los objetivos generales de la campaña o la propuesta de seguridad informática. También a la DNI llegaron los pormenores de otros documentos internos de la campaña como el presupuesto de 750 millones de pesos y la descripción detallada de la propuesta e implementación de la estrategia que sería utilizada, como el manejo de redes, cobertura y difusión, entre otros. Tampoco es claro por qué la DNI terminó con esa información de la campaña o para qué la usaron.

De igual forma, ‘Charlie’ también recibió datos según los cuales, fuera de aspectos normales de la campaña de Zuluaga, el hacker Sepúlveda y el ecuatoriano Daniel Bajaña tendrían información confidencial de las Fuerzas Militares y estarían accediendo a correos de diversas personalidades, entre ellas Francisco ‘Pacho’ Santos. Esto último, que evidentemente es un delito, fue puesto en conocimiento de la DNI gracias a una alerta frente a esa fuga de información.

Un tercer frente en el cual jugó un polémico papel la DNI tiene que ver con la relación de un oficial de esa agencia con Bajaña. Ese funcionario de la agencia de inteligencia sostuvo comunicación fluida con el extranjero, de quien recibió información y a quien también le entregó datos. El papel de la DNI sin duda es confuso.

Las fuentes militares

Igual de oscuro parece ser el papel que desempeñó la inteligencia militar. Uno de los puntos álgidos del escándalo del hacker tiene que ver con el uso de información reservada y confidencial con fines políticos, como lo reveló SEMANA en su más reciente edición.

El asunto se centra básicamente en que Zuluaga y su campaña han negado que tuvieran acceso a esa información reservada. Han afirmado que cuando el entonces candidato acudió a la oficina del hacker y vio la presentación que este le hizo de una página de internet con datos acerca de los jefes guerrilleros que están en La Habana, se trataba en verdad de información pública.

No obstante, la realidad es muy diferente. Si bien es posible que Zuluaga no conociera los documentos originales reservados que usó el hacker, la información sí era considerada confidencial.

Tal como lo reveló SEMANA, se trata de documentos clasificados que están destinados a circular en muy pocas manos, entre ellas las del comandante de las Fuerzas Militares, el jefe de Inteligencia del Comando General de las Fuerzas Militares (J2) y el jefe de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército.

El que ese, entre otros documentos, haya sido entregado a Sepúlveda para ser usado con fines políticos deja un grave interrogante acerca de quién y con qué propósito entregaron semejante información que terminó siendo usada en una campaña política. SEMANA estableció que algunos de esos documentos clasificados están en poder de la Fiscalía desde el allanamiento a la oficina y casa de Sepúlveda. Pero, inexplicablemente y pese a su gravedad, nada ha pasado.

A este complejo juego de espías se suma otro inquietante ingrediente. Uno de los grandes secretos que el hacker Sepúlveda ha guardado tiene que ver con el hecho de que durante varios meses, incluso desde antes de hacer parte de la campaña de Óscar Iván Zuluaga, fue un informante regular y pago por parte de la Cime.

Algo similar ocurrió con el ecuatoriano Bajaña, quien fue informante de inteligencia del Comando General de las Fuerzas Militares, bajo el mando del general Martín Nieto, quien es el receptor directo de toda la información de carácter estratégico que se consigue por las Fuerzas Militares. Bajo razones de seguridad nacional y posible violación a la reserva, el comandante general de las Fuerzas, general Juan Pablo Rodríguez, y el jefe de inteligencia del Ejército, general Mauricio Forero, afirmaron a SEMANA que no podían referirse a este asunto.

Todo este confuso escenario no sólo les quita el sueño a miembros de la DNI o los militares, sino también a algunos funcionarios del CTI de la Fiscalía que tuvieron contactos no muy claros con Bajaña y otros hackers desde antes del escándalo entre ellos, altos funcionarios de ese cuerpo en Cali, como el coordinador de delitos informáticos, entre otros.

Lo cierto del caso es que, tal vez, por producto de la coyuntura política y las pasadas elecciones presidenciales, es claro que algunos miembros de los más altos niveles de la inteligencia estatal decidieron jugarles a dios y al diablo, y apostaron sus fichas a ambos candidatos.

No menos extraño ha sido el desarrollo de la investigación de la Fiscalía. Nada se sabe de la investigación, que lleva más de un año, por las ‘chuzadas’ de la llamada Sala Gris que comprometían al general Forero. Y ahora, a raíz de lo que pasó con Humberto de la Calle, todo indica que esa desidia permitió estas nuevas ‘chuzadas’, detrás de las cuales estarían esas mismas personas. Una historia que aún tiene muchos cabos sueltos.