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Hoguera humana: la muerte de Gustavo Rocha

En pleno parque del occidente de Bogotá apareció incinerada una persona. En principio se creyó que era un joven de 21 años que había sido quemado en un cruel acto vandálico. Pero no es así. SEMANA revela las claves de esta macabra historia.

21 de julio de 2012

El pasado lunes los vecinos de la ciudadela de Kennedy, al occidente de Bogotá, despertaron con una imagen estremecedora: en la mitad del Parque Timiza, eje del sector, había un cadáver carbonizado. La tétrica hoguera fue vista por algunos pasada la media noche, pero en ese momento nadie imaginó que se tratara de una persona ardiendo en llamas. Muy temprano, cuando estudiantes y trabajadores empezaron a atravesar el parque, advirtieron la escena de horror y dieron aviso en el CAI que está a un par de cuadras.

La Policía verificó que efectivamente se trataba de un cuerpo humano, consumido por el fuego en un 80 por ciento. El cadáver estaba atado de los tobillos al arco de una cancha de fútbol y los zapatos deportivos, que estaban intactos, hicieron pensar que se trataba de un joven sobre el que aún había rastros de un líquido inflamable que aceleró las llamas. Entre los jirones de ropa quemada se encontró la billetera con algo de plata, una cédula ilegible y un reloj de pulsera, con lo que se descartó que la causa del ataque fuera un atraco.

La noticia parecía sacada de la Edad Media. Y causó especial preocupación en una ciudad que apenas se reponía de otro caso, el de Rosa Cely, la mujer que murió luego de ser violada de una manera en extremo cruel en el Parque Nacional.

El coronel Víctor Alfonso Rojas, comandante de la Policía de Kennedy, ofreció una recompensa de 5 millones de pesos por información que permita esclarecer la muerte. "Tenía quemaduras de tercer grado de la rodilla hacia arriba y estaba amarrado en los pies. Sin embargo, se descarta que sea por hechos relacionados con la celebración por la victoria del equipo de fútbol Santa Fe frente a Pasto este domingo", explicó el oficial. Entretanto, el cuerpo fue trasladado a Medicina Legal, donde se dio una serie de hallazgos aún más impactantes.

La misión de los forenses era identificar a la víctima. Con una sofisticada técnica rescataron las puntas de tres dedos (pulgar izquierdo y medios izquierdo y derecho). Retiraron los pulpejos y los rehidrataron con químicos, preservándolos en condiciones especiales. Así lograron levantar su tarjeta necrodactilar y a través de esta establecieron la identidad. Se trataba de Gustavo Rocha Quintero, un anciano de 73 años. "Las evidencias que obtuvimos en el análisis forense nos permiten señalar que el hombre falleció de asfixia o estrangulamiento", informó el director de Medicina Legal, Carlos Valdez, luego de que contactaron a sus dolientes e hicieron la entrega del cadáver.

Rocha vivía con un hermano y la familia de este en un barrio muy lejos del Parque Timiza. Se trataba de un hombre solitario y silencioso que trabajaba como taxista y al que hace poco le habían diagnosticado una enfermedad pulmonar. En su casa, sobre la nevera, dejó una carta que sus familiares no interpretaron fatalmente sino hasta que fueron contactados por las autoridades.

Era apenas una hoja manuscrita, dirigida a su "Hermano Hernando" en la que el hombre anunció que emprendería "un viaje con intención de no regresar". Indicó también que en una vieja nevera dejaba encaletados sus ahorros (5 millones) para que fueran usados en los gastos de la casa y le expresó agradecimientos a toda la familia. Al final anotó a manera de despedida: "Te aprecio mucho (Hernando), igual que a todos mis otros hermanos con apellidos Rocha Quintero".

Cuando Hernando leyó la carta el lunes, supuso que su hermano había viajado a Cali, una idea que le escucharon en los últimos días. "Llamé a familiares y nadie me dio razón. Luego mi hijo puso un anuncio por internet, estábamos preocupados, pero nadie imaginó esto. Solo creí que era mi hermano cuando comprobé por los dientes y un juanete que era él".

Aunque todos los indicios apuntan a que Gustavo se inmoló, la Fiscalía investiga y una de las preguntas pendientes es si la asfixia referida por Medicina Legal como causa de la muerte es compatible con el trágico y triste fin de una persona que decide atarse de tobillos a un arco, rociarse combustible y prenderse fuego.