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| Foto: Diana Sánchez

HISTORIA

Carlos Pulido, uno de los últimos soldados colombianos que lucharon en la guerra de Corea

La Escuela de Misiones Internacionales agradeció la labor de los militares que respondieron al llamado de las Naciones Unidas en 1950. Fue el primer batallón latinoamericano en pelear en una misión de paz del otro lado del Pacifico.

11 de junio de 2017

Cada 20 de julio, cuando las Fuerzas Armadas de Colombia desfilan para celebrar la independencia del país, un pequeño batallón de ancianos vestidos de trajes negros y corbatas rojas encabezan la marcha. Son los sobrevivientes del contingente que fue a pelear la guerra de Corea en nombre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1950.

Entre ellos se encuentra Carlos José Pulido, un hombre de 87 años que fue a luchar porque quería conocer otras partes del mundo y terminó dándose cuenta de que era la primera vez que un soldado colombiano iba a la guerra para preservar la paz. Colombia fue el único país latinoamericano en destacar tropas para responder al llamado de la ONU cuando Corea del Norte decidió invadir a su vecina del sur.

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Él partió en 1953, junto con la séptima división del ejército norteamericano, cansado de la lucha entre conservadores y liberales; del “periodo duro” de la violencia en Colombia, como dice. Realizó su propia solicitud de traslado en el batallón al mando del coronel Carlos Ortiz Torres y esa misma destreza para escribir fue la que le valió un puesto decoroso en el búnker desde donde desempeñó sus funciones.

“Afortunadamente no combatí, porque cuando llegué al batallón preguntaron quién sabía hacer qué cosas, para ir a la cocina o manejar vehículos. Y cuando preguntaron quién sabía escribir en letra gótica, yo fui el único en levantar la mano”, recuerda a la fecha.

Así fue como se encontró propulsado a hacer planos para entregarlos a las diferentes compañías, entregando coordenadas sobre las posiciones enemigas –los chinos y los coreanos, dice- tomando notas e interceptando comunicaciones hasta que llegó el armisticio el 27 de julio de 1953. Conoció Tokio por culpa de una enfermedad grave. Allí lo hospitalizaron tres meses antes de volver a Colombia.

Aunque las cifras no siempre concuerdan, en general se evalúa el saldo mortal de colombianos en cerca de 143 fallecidos, 71 desaparecidos y más de 500 heridos en combate, de los casi 5 mil compatriotas que fueron enviados a defender a Sur Corea de la invasión de su vecino. En manos del presidente Laureano Gómez estuvo la decisión de mandar 4.750 efectivos y tres fragatas, de acuerdo con la La Asociación Colombiana de Veteranos de la Guerra de Corea.

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A su regreso, Pulido fue el primer soldado en ser recibido por el general Rojas Pinilla y los embajadores para su condecoración. Luego, el hombre de Facatativá que aprendió a hacer fotografía en Barranquilla, decidió dedicarse al comercio y a los negocios.  Ahora, Carlo Pulido tiene 87 años, vive en Pacho, Cundinamarca, con la mujer que conoció en el 1956 y que es la madre de sus cuatro hijos. Recibe una pequeña bonificación por parte del Estado por sus servicios rendidos a la nación.

Pulido es uno de los cerca de 700 hombres que quedan vivos de aquella época –según la estadística de 2014- y que es ahora homenajeado por la Escuela de Misiones Internacionales y Acción Integral en el vigésimosexto aniversario de la institución.

Al igual que Pulido, José Antenor Onatra Armero escribió sus vivencias en el libro “Sangre en Corea” y fue también homenajeado durante la ceremonia por emitir un tributo a los colombianos que acudieron a defender la nación asiática que en muchos casos no sabía ubicar en un mapa.

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En el acto protocolario, el director de la escuela, el coronel Luis Carlos Galán Galán, además de agradecer a los veteranos afirmó que la Guerra de Corea había sido una pieza clave para la transformación de la doctrina militar y había contribuido a la profesionalización de las Fuerzas Armadas Militares de Colombia.

Al otro lado del mundo, en Corea del Sur también se sigue homenajeando a los soldados colombianos en la fecha del armisticio, en una ocasión que sirve también para celebrar el inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países y los 67 años de amistad que han unido desde entonces a naciones situadas en lados opuestos del océano Pacífico.