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Inocencia perdida

Leyes en Europa contra los pederastas han traído al país redes internacionales del turismo sexual infantil.

14 de mayo de 2001

En Italia un pederasta paga entre 3.000 y 5.000 dólares por sostener relaciones sexuales con un menor de edad. En Colombia un extranjero o un colombiano puede realizar esa misma actividad delictiva por una cifra que oscila entre los 5.000 y los 10.000 pesos. Esta es tan sólo una de las causas que han atraído al país a bandas criminales de pedófilos, pederastas y redes de prostitución y pornografía infantil internacional.

Así se deduce de una investigación de varios meses del DAS a través de la oficina de Interpol, que contó con operaciones secretas en las principales ciudades del país y con la participación de sociólogos y sicólogos. “Existen varias razones por las que Colombia es llamativa para desarrollar el turismo sexual, dijo a SEMANA uno de los investigadores de la Interpol. El delito de corrupción de menores es excarcelable en Colombia y las condenas son inofensivas”, afirma.

El problema, sin duda, es hoy de grandes dimensiones. Según la Unicef este lucrativo negocio ilegal mueve alrededor de 3.000 millones de dólares en el mundo. De allí que la explotación sexual de los niños sea un problema que se presenta en todos los continentes, principalmente en Europa. Sin embargo, en los últimos cinco años, la persecución que ha iniciado la Unión Europea contra quienes participan o promueven este tipo de actividad ha hecho que cada día existan más pedófilos y turistas sexuales del Viejo Continente, Estados Unidos, Japón y Australia que se dirigen hacia América Latina, y en particular a Colombia, en busca de niños. Incluso la Interpol ha detectado casos en los que algunas de las 57 redes que aproximadamente operan en el país traen niños del exterior a prostituirlos en Colombia. “Ante la persecución de los pedófilos en Europa los corruptores traen menores para realizar videos o estudios fotográficos eróticos, que luego son impresos en la clandestinidad y los hacen aparecer en Europa o Estados Unidos como productos importados para cobrar precios elevados”, afirma uno de los investigadores de la Interpol.

Según la investigación del DAS, otras de las razones para que turistas y explotadores sexuales de niños vengan a Bogotá, Pereira, Cartagena, San Andrés, Barranquilla, Santa Marta, Medellín, Manizales y Cali radica en la creencia de los extranjeros en que la incidencia del sida en Colombia es menor. Los investigadores descubrieron que los turistas sexuales llegan al país gracias a que algunas empresas y agencias de viajes en Europa ofrecen explícitamente a sus clientes turismo sexual infantil en los que presentan diversos países, entre ellos Colombia, como “destinos eróticos”.

Los investigadores de la Interpol también señalan que “cuando el turista se encuentra lejos de casa le surge una sensación de anonimato que lo exime de hacer uso de las restricciones sociales que determinan su comportamiento habitual. Es decir, el hombre que nunca visitaría un prostíbulo en su ciudad puede ingresar a uno de ellos en una ciudad extranjera, donde su identificación es remota”.



Las otras causas

Aunque es una de las más completas y recientes, la investigación del DAS no es la única que deja ver la magnitud del tema. Un informe del Ministerio de Justicia señala que “Colombia es uno de los principales centros de operaciones en América Latina de las redes internacionales de turismo sexual. Algunas de las regiones del centro y nororiente del país, inclusive, son utilizadas por estas redes para desarrollar sus actividades”. El informe afirma que las principales causas que hacen más vulnerables a las víctimas de caer en el ilícito son el bajo nivel de educación, la violencia intrafamiliar, que impulsa a los menores a huir de sus casas, y la falta de una legislación severa para sancionar a los delincuentes.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (IOM), la extrema pobreza y la marginación de la que son objeto los niños en países como Colombia se unen para servir en bandeja de plata la materia prima a las redes dedicadas al negocio del turismo sexual. Según un estudio sobre el tema realizado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el hecho de que este tipo de abuso no sea denunciado por la falta de confianza en el sistema legal y por temor a represalias también ha contribuido a que el país sea considerado como una especie de paraíso para los depravados turistas sexuales.

Lo alarmante para la Unicef, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), así como para los organismos de seguridad, consiste en que por todas las razones anteriores la cifras de menores involucrados en este negocio han crecido dramáticamente en los últimos años. La Unicef estima que en el mundo alrededor de un millón de niños por año se ven forzados a practicar la prostitución infantil. Según la entidad, tan sólo en Colombia cerca de 25.000 menores de edad son víctimas de la explotación sexual. De esta cifra 16.000 tienen tan sólo entre 8 y 12 años de edad. Según datos del Icbf, tan sólo en Bogotá existen 10.200 niñas y 800 niños dedicados a la prostitución, casi tres veces más de lo que se contabilizaban a mediados de la década de los años 90.

Para la Unicef es claro que la demanda de niños con fines sexuales tiene varios orígenes. “Los hombres buscan una pareja más joven con la creencia de que son más sanos, los niños son fácilmente manipulables y si son de países pobres como Colombia pueden pagar menos por sus ‘servicios”, afirma una de las más recientes investigaciones de esa entidad. “La explotación sexual va más allá con la pornografía. A través de Internet, redes de pedófilos colocan imágenes de niños en actitudes sexuales o publicidad con ‘paquetes turísticos’ que incluyen compañía sexual con menores de edad”, concluye el informe, que es enfático en afirmar sobre los riesgos del uso de Internet para los niños (ver recuadro).

En Colombia el DAS, a través de la oficina de la Interpol, ha liderado la lucha contra estas redes. Uno de los casos más recordados fue el de la captura hace varios años en Bogotá del francés Jean Manuel Vuillaume, quien enviaba a Europa videos en los que se veía a los niños colombianos realizar todo tipo de actos sexuales con mayores o entre ellos mismos. Los compradores pagaban cerca de 330 francos, unos 66 dólares, por obtener los videos y fotografías. Gracias a esa investigación 71 personas están siendo procesadas en la actualidad en París por difusión de material pornográfico y que otras 2.000 aguardan las decisiones de la justicia por haberse aprovechado de los niños. Durante los últimos meses el DAS ha coordinado cinco operaciones internacionales similares que han terminado con el desmantelamiento de redes en Holanda, Japón y España. Según datos de la Fiscalía, por este tipo de delitos en Colombia han sido judicializadas medio centenar de personas en los últimos cinco años. No obstante, como señalan los investigadores del DAS, “el gran problema que hemos tenido para combatir estas actividades es que este tipo de delitos es excarcelable y el temor de los delincuentes a ser descubiertos no es muy grande ”.

Sin embargo los organismos de Inteligencia confían que con la entrada en vigencia del nuevo Código de Procedimiento Penal, el cual empieza a regir a mediados de este año, el turismo sexual, así como la pornografía de menores, disminuya. Los nuevos artículos aumentan las penas para la pornografía y penalizan por primera vez el turismo sexual con prisión de tres a ocho años. Aunque los expertos son conscientes de que estas medidas no terminarán de raíz con el problema saben que sin duda es un gran paso en la lucha contra un delitos atroz que atenta contra los individuos más vulnerables de una sociedad: los niños.