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Intervienen la fortuna de los colombianos que robaban diamantes en Estados Unidos

La banda de 7 personas amasó más de 3.000 millones de pesos en casas, negocios y carros, producto del robo a joyerías gringas. La Dijín los desmanteló, en cooperación con el FBI, y ahora intervinieron su botín en Colombia.

27 de agosto de 2018

A punta de robos de diamantes en Estados Unidos amasaron una fortuna de 3.000 millones de pesos en Colombia. Era una banda de 7 nacionales que viajaron al norte del continente a probar suerte en el crimen, y terminaron entre los más buscados del FBI. Este lunes, la Dijín de la Policía, que logró su desmantelamiento, y la Fiscalía, materializaron las medidas cautelares sobre el botín que lograron juntar.

Se trata de 20 bienes entre los que había casas, carros, apartamentos, locales comerciales y hasta cupos de taxis en Bogotá, avaluados por encima del millón de dólares. Eran el fruto de varios robos que ejecutaron en Estados Unidos, en medio de los cuales, incluso, llegaron a matar.

En diciembre de 2017, SEMANA contó la cinematográfica historia de los delincuentes transnacionales. En 2016, Robert Riveros se convirtió en uno de los hombres más buscados por el FBI en Estados Unidos. El bogotano de 31 años aparecía en los afiches de recompensa y las autoridades de ese país ofrecían hasta 300.000 dólares por información para capturarlo. ¿Quién es y por qué una de las principales agencias federales norteamericanas estaba tras él?

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Riveros quedó en la mira de las autoridades estadounidenses por primera vez el 27 de abril de 2016. Ese día, acompañado por otros tres colombianos, entre ellos una mujer, robaron una tienda de diamantes y joyas en el Distrito Norte del estado de Texas. Aprovecharon que los dueños no estaban y lograron quedarse con un millonario botín. La banda se especializó en diamantes y tras ese primer golpe perpetró robos similares en Florida y Virginia.

El 2 de junio de ese año Riveros y sus secuaces regresaron a Texas. Ubicaron una nueva víctima, un vendedor de diamantes en Dallas. Durante varios días lo siguieron y cuando ingresó a una estación de gasolina atacaron. El asalto quedó grabado en un video de la cámara de seguridad, y el periódico Dallas News lo publicó en su momento debido a la ferocidad del asalto. Se observa a Riveros con una máscara cuando amenaza con un arma al joyero quien intenta forcejear e impedir infructuosamente el atraco.


Solo una semana después, el 9 de junio, la banda volvió al ataque. Siguiendo el mismo modus operandi en esa oportunidad eligieron asaltar a un vendedor de diamantes de origen paquistaní. Como en el caso de Dallas lo persiguieron por la ruta y lo esperaron cuando se bajó a tanquear su carro. Los delincuentes se abalanzaron sobre él, rompieron una ventana del vehículo, sacaron un estuche con los diamantes y abordaron su carro para escapar. El paquistaní reaccionó y logró meterse por la ventana para tratar de recuperar sus joyas, pero quedó atrapado con el carro en movimiento. Entonces los criminales optaron por secuestrarlo, lo llevaron a un complejo de apartamentos abandonado y lo asesinaron a puñaladas. Esa gota rebosó la copa del FBI.

Los agentes federales comenzaron a perseguirlos por todo Estados Unidos. Publicaron afiches y anuncios en medios con información de Riveros y su banda, pero los delincuentes lograron escapar. A finales del año pasado huyeron a México y de ahí lograron llegar a Colombia. Con una orden de extradición emitida por el Distrito Norte de Texas, el FBI pidió ayuda a los investigadores de la Dijín-Interpol para dar con el grupo. “Era un caso de cooperación interagencial en el que pidieron apoyo de la Policía Nacional y al que se unió la Fiscalía General”, contó a SEMANA el director de la Dijín, general Jorge Luis Vargas Valencia.

Por meses los sabuesos de la Dijín acudieron a sus fuentes y a trabajos encubiertos para dar con ellos. Para eludir a la justicia los integrantes de la banda se habían separado y constantemente se cambiaban de vivienda entre diferentes poblaciones de Antioquia, Tolima y Cundinamarca.

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Después de varios meses de persecución, una fuente reveló a los investigadores dónde podía estar la mujer que hacía parte del grupo. Al localizarla con ayuda de la Fiscalía interceptaron varias líneas telefónicas y comenzaron a seguirla día y noche. Sin saberlo, ella llevó a los uniformados hasta donde se escondían dos de sus secuaces. El 13 de marzo de 2017 los capturaron. Sin embargo, todavía faltaba el jefe, Riveros, quien despertaba más interés en las autoridades estadounidenses.

Las pesquisas para dar con él se extendieron por cuatro departamentos hasta que lograron ubicarlo en un barrio del sur de Bogotá, a donde había llegado a visitar a unos amigos. A las 8:10 de la noche del 27 de julio del año pasado los uniformados esperaron a que saliera del apartamento y lo arrestaron. Era el último de la banda de ladrones y asesinos. Ahora serán extraditados y enfrentarán un juicio por robo y asesinato, entre otros siete delitos. No se espera que salgan a la calle antes de varias décadas.