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JAQUE AL REINO

Con una huelga de hambre, un colombiano logra que las cortes inglesas acepten el recurso de apelación a su condena por narcotráfico.

26 de octubre de 1992

EN 1981, UN JOVEN DEL EJERcito Republicano Irlandés (IRA) llamado Bobby Sands, fue condenado por la justicia británica a 14 años de prisión por actividades terroristas. En signo de protesta, y con la intención de hacer revisar su sentencia por la Corte de Apelaciones, Sands decidió hacer una huelga de hambre. Pero ni las presiones internacionales, ni los buenos oficios de personalidades como Juan Pablo II, ni las intervenciones públicas de sus familiares y simpatizantes pudieron hacer cambiar de idea a Sands ni a la justicia inglesa, y al cabo de 65 dias el joven irlandés murió. La entonces primera ministra, Margaret Thatcher, adoptó una posición que el gobierno británico ha mantenido inflexible durante años, y que hoy por hoy está siendo revisada nada más y nada menos que por causa de un colombiano.
En la prisión de Wandsworth, a pocos kilómetros de Londres, el ciudadano colombiano Jesús Alberto Márquez Neira lleva más de 120 dias sin comer, en un acto de protesta que, a juzgar por los precedentes, pareceria absolutamente inútil. Luego de haber sido capturado por las autoridades inglesas, Márquez compareció ante la justicia en septiembre del año pasado por estar involucrado en el tráfico ilegal de un kilo y medio de cocaína y fue condenado en primera instancia a 11 años de cárcel. Alegando su inocencia, el acusado decidió apelar el fallo en el mes de mayo, pero corrió con poca suerte. A pesar de sostener que nada tenía que ver con el embarque de droga y que él era tan solo un exportador de esmeraldas, la justicia inglesa confirmó el fallo0 y la pena de 11 años de prisión siguió vigente.
Desde mayo de este año, Jesús Alberto Márquez y su abogado decidieron apelar por segunda vez, alegando de nuevo la inocencia del acusado y el carácter excesivo e injusto de la pena. Pero la Corte se negó a revisar por segunda vez la sentencia, y ni el acusado ni su defensor volieron a tener noticias del estado del proceso. Fue entonces cuando Márquez decidió que sería mejor dar a su causa un empujón adicional, y desde el mes de mayo se negó rotundamente a comer, a ver si por las vías de hecho la Corte se decidía a conocer su caso.
Aunque al principio todos pensaron que su fuerza de voluntad cedería tarde o temprano, los días fueron pasando y el acusado no probaba bocado. Con el paso del tiempo el asunto fue tomando proporciones inesperadas. y a pesar de la insistencia de todos cuantos le rodeaban, Jesús Alberto Márquez no cejó en su empeño de suicidarse lentamente si su causa no era escuchada.
A medida que el estado de salud de Márquez iba empeorando, en el Consulado de Colombia en Londres la situación se hacía más dificil. Por un lado, el acusado habia comparecido ante la justicia, había sido juzgado debidamente, y las funciones consulares debian limitarse a velar por sus condiciones de encarcelamiento y prestarle asistencia humanitaria y legal. Pero ante la gravedad del estado de salud de Márquez, la cónsul de Colombia, Liliana Bonilla, decidió enviar un mensaje a la Corte alegando razones humanitarias. Paralelamente, la familia del acusado trató por todos los medios de persuadirlo, y la semana pasada, cuando los médicos ya habian declarado que en cuestión de dias Márquez podria morir de inanición, su hermano logró que se dejara alimentar por via intravenosa.
Para sorpresa de muchos, el viernes de la semana pasada la Corte de Apelaciones decidió atender el caso.
Aunque eso no signifique necesariamente que se vaya a revocar la sentencia, lo que si ha quedado claro es que Jesús Alberto Márquez logró lo que no consiguieron ni Bobby Sands, ni los prisioneros del IRA que decidieron seguir su ejemplo: ganarle un pulso a la inflexible justicia británica.