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José Manuel Acevedo. | Foto: Semana.com

OPINIÓN

De la crisis, ¡la oportunidad!

Nadie puede reclamar un triunfo en un país dividido frente a la paz, pero de este giro inesperado alguna cosa buena tendremos que sacar.

José Manuel Acevedo (*)
3 de octubre de 2016

Escribí no una, sino varias veces sobre el supuesto que el Sí iba a ganar en el plebiscito por la paz. Al igual que muchos columnistas, encuestadores y dirigentes de un lado y del otro, me pifié. No era fácil prever que la fuerza del Estado en pleno, sumada al auténtico anhelo de muchos colombianos que querían aprobar los acuerdos tal como estaban, perdiera frente a un grupo de escépticos aislados internacionalmente y estigmatizados por ser los “enemigos de la paz”.

Lo improbable, sin embargo, se convirtió en realidad y aunque la diferencia en los resultados es estrechísima y refleja el alto grado de polarización en el que nos encontramos, la nueva realidad con la que amanecemos les impone obligaciones a todos los sectores del país sin excepción y se puede convertir en una oportunidad para mejorar lo pactado en La Habana y darle más legitimidad.

Para empezar, todos deberíamos comprometernos a construir sobre lo construido. Los esfuerzos del presidente Juan Manuel Santos y el equipo negociador a lo largo de los últimos cuatro años tienen que ser reconocidos y no se pueden echar por la borda los logros obtenidos. Al presidente Santos hay que abonarle su intención de convocar a los colombianos a las urnas para decidir un asunto que bien habría podido tramitar sin refrendación alguna. Su alocución de ayer y su intención de convocar a todas las fuerzas políticas del país para enfrentar la situación en la que ahora nos encontramos también resultan acertadas.

Las FARC, por su parte, deben aceptar que su discurso provocador y la comprensible rabia que por ellos sienten millones de colombianos fueron factores determinantes en la derrota del Sí en el plebiscito. Sus mensajes de perdón y su voluntad de entregar dinero y bienes para reparar a las víctimas llegaron demasiado tarde. Consuela que el discurso de Timochenko deja abiertas las puertas para que el cese bilateral se mantenga y el diálogo se retome con algunos ajustes que, por mandato popular, se deben hacer.

Los uribistas, en cabeza del expresidente, también manifestaron su voluntad de consolidar un acuerdo nacional y aunque les faltó ser más explícitos sobre la invitación que recibieron de parte del presidente para sentarse a hablar, no veo a Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque o Pacho Santos atravesándose a la oportunidad de construir consensos con el Gobierno y las FARC. Santos invitó al uribismo a hablar y el uribismo, sin dilaciones, tiene que aceptar.

Hay que rescatar los puntos de desarme, el agrario, el de lucha contra las drogas tal como están y afinar lo relativo a la reparación de las víctimas, retomar la idea de una restricción de la libertad en colonias agrícolas y condicionar la participación en política de los responsables de delitos de lesa humanidad al cumplimiento previo y no simultáneo de la sanción impuesta.

Lo que ayer pintaba como una crisis en la construcción de paz se puede volver una oportunidad si las dos mitades de colombianos que votamos por el Sí y por el No nos unimos para exigirles a nuestros dirigentes que se sienten a hacer un verdadero e incluyente pacto nacional, sin maximalismos ni imposibles; con pragmatismo y agilidad.

¡Que hablen los moderados y que se escondan los que con mensajes polarizantes en tiempos de unidad quieran seguir espantando la oportunidad de una auténtica reconciliación en Colombia!

* Twitter: @JoseMAcevedo