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Días después de reunirse con su equipo en paipa, Lucho Garzón decidió hacer un nuevo remezón en su gabinete. Catalina Velasco, a su derecha, sería nombrada directora de Planeación, mientras que Patricia González, su actual secretaria privada, venía de ser directora del Idrd.

BOGOTá

A jugar con la suplencia

Los cambios en el gabinete de Lucho Garzón demuestran que es implacable con los errores o cualquier indicio de corrupción. Pero también que le falta gerencia.

27 de enero de 2006

Al llegar a la mitad de su mandato, el alcalde Luis Eduardo Garzón ha batido muchos registros, entre ellos el de ser uno de los mandatarios de Bogotá que más han mantenido altos índices de popularidad. Pero también es el que más cambios ha realizado en su equipo de gobierno en los últimos tiempos.

La salida, a comienzos de año, de los directores de Planeación Distrital, del IDU y la Empresa de Energía, que fueron ocupados con personas de la administración, ha puesto a pensar a muchos las razones de tantos cambios y si esto es bueno para la administración de la ciudad. Desde cuando llegó al poder, Garzón ha cambiado a más de 25 miembros de su equipo cercano e incluso en algunas dependencias ha habido más rotación que en la Presidencia de Bolivia. Lucho ha nombrado cuatro secretarios de salud, tres gerentes de la Empresa de Acueducto de Bogotá, dos secretarios de Tránsito y dos de Obras, tres directores del IDU, tres directores del Dama y cuatro directores del Idrd, entre otros. Esto, sin contar la destitución y el reemplazo de los 20 alcaldes locales en 2005.

Lucho ha sido intransigente frente a cualquier asomo de corrupción o de ineficiencia, pero es evidente que la necesidad de hacer una Alcaldía impecable y de demostrar que no es una amenaza, lo han llevado a sacrificar a muchos de sus escuderos.

Para el representante a la Cámara del Polo Democrático Gustavo Petro, los continuos cambios demuestran la ausencia de una línea estratégica en la administración Garzón en temas importantes como el uso del suelo, la expansión de la ciudad, la vivienda y la movilidad. "En estas y otras líneas trascendentales no hay un mensaje claro de hacia dónde se quiere llevar la ciudad -dijo Petro-. Es necesario que esta administración se separe de los medios de comunicación para tomar decisiones y reasuma el programa que lo llevó al poder".

Aunque es difícil determinar si la continuidad de un funcionario puede afectar o no el desarrollo de las políticas de la ciudad, lo que ha pasado en las secretarías de Educación y Salud es diciente.

Uno de los funcionarios estrella de esta administración resultó ser el ex sindicalista y profesor Abel Rodríguez. En estos dos años logró resolver en buena medida el histórico problema de la asignación de cupos, aumentó la cobertura al pasar de 860.000 estudiantes matriculados en 2003 a 936.000 en diciembre de 2005. Además, enfrentó las críticas con programas como darles educación gratis a 187.000 estudiantes y aumentar de 181.000 a 420.000 el número de estudiantes que reciben refrigerios y comida, entre otros.

En cambio, en Salud, en la que han pasado cuatro funcionarios, sin contar uno que no pudo posesionarse por inhabilidades, los problemas son evidentes. El programa de Salud a su Hogar, que fue promovido por Lucho y su primer secretario, Román Vega, como un modelo que complementaría e incluso sustituiría el sistema de salud, prácticamenre fracasó y hoy está siendo revaluado.

Otra de las preocupaciones es la rotación de funcionarios de un cargo a otro, ya que la mayoría de vacantes han sido llenadas con personas de la administración. Los cambios evidencian que a Lucho no le interesa tener equipo y que en muchas áreas le gusta comenzar de nuevo. "Rompió una tradición de varios gobiernos en la que la calidad del equipo era de alto nivel y los cambios eran pocos. Eso deja la percepción de no ser buen gerente", dijo Paul Bromberg, ex alcalde de Bogotá.

Tras meses de ajustes, Garzón prácticamente puso al plantel B para jugar de titular en el segundo tiempo de gobierno, pues del grupo que comenzó con él la Alcaldía, quedan unos pocos. Este grupo, según Enrique Borda, secretario general de la Alcaldía, seguramente terminará el período, una promesa atrevida si se tiene en cuenta lo ocurrido.

Es claro que algunos miembros de este nuevo equipo no tienen el peso de algunos de sus antecesores, pero mientras exista el liderazgo y la claridad del Alcalde de lo que quiere hacer, Bogotá podrá seguir avanzando, de lo contrario, los retrocesos serán evidentes. La ciudad espera que se tomen decisiones frente a temas como la seguridad, los Cerros Orientales, TransMilenio, la movilidad, y el uso del suelo. Los bogotanos quieren cambios y Lucho tiene en sus manos la clave para hacerlos. n