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Como jefe sicarial de la banda Los Rastrojos, Wilson Caicedo, Gandhi, estaba enfrentado contra Los Urabeños. Durante 20 años participó en todas las guerras que se han librado entre diferentes facciones de mafiosos del Valle.

JUDICIAL

La caída de 'Gandhi', el hombre que no le hacía honor a su alias

Una operación terminó con la captura del hombre que, con más de 150 investigaciones por homicidio, era el azote en el occidente y el norte del país.

13 de enero de 2013

Wilson Caicedo siempre tuvo un alias que era engañoso y poco tenía que ver con quien realmente era y lo que hacía. Era conocido en el mundo del crimen organizado como Gandhi. Sin embargo, irónicamente, no podía ser más diferente que el líder pacifista indio. El Gandhi criollo, si bien es un perfecto desconocido para la opinión pública, es considerado por las autoridades como uno de los más temidos y curtidos asesinos de la mafia en las últimas dos décadas. La semana pasada, sin mucho ruido, una operación de un grupo especial de inteligencia militar terminó con dos décadas de carrera delictiva del hombre al que la Fiscalía investiga por ser el responsable de no menos de 150 asesinatos y quien está pedido en extradición por Estados Unidos.

La historia de Gandhi es la de un hombre que pasó de ser un sicario avezado al servicio de grandes capos a manejar, hasta la semana anterior, una estructura de asesinos de grandes dimensiones responsable de decenas de muertes en el Valle y gran parte de la Costa Atlántica. Aunque esos ‘ascensos’ no son inusuales en el mundo de la mafia, lo que hace diferente su caso es que son muy pocos los que logran sobrevivir y, sobre todo, permanecer durante 20 de sus 40 años de edad delinquiendo.

Con tan solo 18 años comenzó como ladrón de bancos en el puerto de Buenaventura. Allí fue capturado tras un robo y en prisión le ofrecieron ingresar a trabajar como sicario de dos personajes que a mediados de los noventa comenzaban a perfilarse como los nuevos jefes del Cartel del Norte del Valle, Gilmar Quintero, Cabezón, y Wilber Varela, Jabón. Su habilidad y sangre fría lo convirtieron en uno de los sicarios favoritos de estos dos capos. En el primer semestre de 2008 los dos murieron y Gandhi siguió como jefe de sicarios de Luis y Javier Calle Serna, Los Comba, quienes quedaron al frente de la organización. De la mano de ellos y de Diego Pérez, Diego Rastrojo, Gandhi se transformó en uno de los hombres clave, aunque menos conocido, de la banda Los Rastrojos. Con sus jefes escondidos en Venezuela desde hace tres años, Gandhi fue el encargado de enfrentarse a otras bandas criminales, principalmente Los Urabeños, en diferentes lugares del país, sobre todo en el Valle y La Costa.

En mayo pasado cuando Comba se entregó a las autoridades estadounidenses Gandhi se rebeló contra su jefe y no siguió sus órdenes de someterse también. En junio Diego Rastrojo fue capturado y toda la estructura criminal quedó en manos de Gandhi que pasó de sicario raso a capo. Los descuartizados en el Norte del Valle, así como muertes indiscriminadas en Atlántico y La Guajira, formaron parte de la expansión y consolidación que pretendía Gandhi para manejar rutas clave al exportar droga.

Su ascenso, no obstante, también lo puso en la mira de las autoridades nacionales y extranjeras que lo consideraban un objetivo de alto valor. A mediados de 2012 un grupo élite de inteligencia militar, que había participado en la captura de Don Diego y el desmantelamiento de la banda Los Machos en 2007, empezó la cacería.

Con oficiales encubiertos comenzaron a buscar al escurridizo sicario por diferentes ciudades en donde, gracias a labores de inteligencia, sabían que se movía. La primera vez que lo detectaron fue en un lujoso hotel en el norte de Bogotá en donde se hospedó para una fiesta con prepagos. Allí logró eludir a los militares que lo seguían y huyó a Cartagena. Varias semanas más tarde lo ubicaron allí y en medio de una persecución se lanzó de un carro en movimiento y se escapó por segunda vez. Durante meses la operación para dar con él de nuevo prácticamente comenzó de cero. No obstante, para diciembre los hombres de inteligencia habían logrado establecer que existía una alta posibilidad que acudiera a una cita en una finca cerca de Restrepo, Valle. Efectivamente el pasado sábado 5 de enero volvieron a verlo saliendo de ese lugar. Comenzó una nueva persecución por la vía que comunica ese municipio con Buga. Como no podía perder a los militares que lo seguían, nuevamente optó por lanzarse del vehículo en movimiento y refugiarse en una tienda. Esa vez sus cálculos fallaron. A pocos metros del sitio estaban otros miembros del grupo especial junto a integrantes del CTI y a la 1:30 de la tarde lo arrestaron. Esa fue la caída de Gandhi.