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La década perdida

El primer informe regional sobre desarrollo humano, coordinado por la ONU, dice que la calidad de vida en el Eje Cafetero está por debajo de la de1993 y señala correctivos.

4 de julio de 2004

Uno de los mitos más fu ertes en Colombia señala al Eje Cafetero como la región más próspera del país. Esta idea se fue consolidando gracias al esfuerzo de su gente, a sus riquezas naturales y a que en gran parte del territorio conformado por Caldas, Risaralda y Quindío se cultivó café. El precio de este producto durante años, incluidas varias bonanzas, no sólo permitió a los cafeteros crear un bienestar superior al del resto del territorio, sino que jalonó el desarrollo del país y fue su principal generador de divisas. Tanto era así que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, decidió para el censo de 1993 usar como referencia al Quindío, por ser el departamento con mejores indicadores. Pero esa realidad cambió en los últimos 10 años, y eso es lo que desnuda el informe regional de desarrollo humano Un pacto por la región: de la crisis cafetera a una oportunidad de desarrollo regional, que será presentado el 8 de julio en Manizales.

Un equipo de 21 consultores coordinado por el economista Mauricio Perfetti se dedicó durante 18 meses a analizar la región. Encuestaron más de 1.000 hogares, entrevistaron a 60 líderes y programaron 13 talleres temáticos, a los que asistieron más de 300 personas. Todo para medir las tres capacidades esenciales del desarrollo: que la gente tenga una vida larga y saludable, que posea conocimientos y que pueda acceder a un nivel de vida decente.

Este estudio rechaza las cifras agregadas del orden departamental o nacional y prefiere analizar cada municipio en particular. En palabras de José Manuel Mariscal, director del Pnud en Manizales y gestor del informe, "queremos propiciar un debate y lo primero que teníamos que hacer era conocer las cifras reales para dejar atrás la imagen idílica del Eje Cafetero como una región sin problemas".

La dura realidad

El primer hallazgo señala que el deterioro en las condiciones de vida del Eje Cafetero es mayor de lo que se creía y se expresa en el bajonazo del ingreso per cápita, la disminución de la coberturas escolar y el acortamiento de la esperanza de vida. Si bien los dos primeros están asociados con la crisis económica, la caída en la esperanza de vida tiene relación con el aumento o la llegada de los actores armados y el narcotráfico. Es el caso de Samaná, Riosucio, Pijao, Génova y Mistrató.

Un hallazgo interesante muestra cómo a pesar de la crisis del café, este cultivo sigue teniendo gran importancia. Pero hasta ahora sólo uno de los 35 municipios cafeteros ha podido contrarrestar por completo la pérdida de ingresos generada por la caída de los precios del café desde 1997. Para Mercedes Cuartas, caficultora tradicional de Palestina, más allá de las cifras ella vive el drama de una región acostumbrada a un buen nivel de vida. "Muchos amigos perdieron todo lo que construyeron con años de trabajo y esfuerzo. Los que sobrevivimos tuvimos que cambiar y modernizarnos. Ahora somos empresarios del café: bajamos los costos, incrementamos la productividad de la tierra y estamos especializando los cultivos para darle valor agregado al café", asegura.

Ese cambio también afectó al trabajo de la Federación Nacional de Cafeteros, que hasta 1993 reemplazó las gobernaciones y alcaldías como generadora de desarrollo. Hoy en día el gremio pasó de ser financiador a gestor de recursos del Estado o de la cooperación internacional. Esto ha concentrado los esfuerzos en programas dedicados a la capacitación y la educación de los caficultores y sus familias.

Pero tal vez el panorama más desalentador está en salud, educación y empleo. Los tres departamentos ostentan los primeros puestos en desempleo en el país. La disminución del ingreso ha llevado a que la desnutrición toque a las puertas de miles de hogares, especialmente en las zonas rurales. Esto, unido a la dificultad para acceder a los servicios de salud y que una parte importante de la población joven está por fuera del sistema, amenaza y limita las posibilidades del futuro.

Pero el informe de 280 páginas no es sólo un listado de necesidades. En su último capítulo trae recomendaciones que pueden contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida en el Eje Cafetero. Dice que se requiere la participación activa de las comunidades, los gobiernos departamentales y municipales, que deberán focalizar sus políticas y buscar una mejoría en la competitividad, volverse más atractivos para la inversión extranjera y participar, con una postura unificada, en el cercano Tratado de Libre Comercio (TLC).

Para lograrlo, el informe propone estrategias para darle valor agregado al café, ya que esta es una región cafetera y lo seguirá siendo. A la par insiste en promover otros sectores como el turismo, y consolidar alternativas agrícolas, industriales, comerciales y de servicios. Señala también la necesidad clave de consolidar, con proyectos concretos, la tan cacareada integración del Eje Cafetero. Este punto, junto con la generación de empleo de calidad son las necesidades más apremiantes y que con mayor rapidez podrían contrarrestar la pobreza. Menciona el informe algunas indicaciones sobre la ampliación de las coberturas en salud y educación, así como la necesidad de promover la participación de la comunidad. Estos esfuerzos y los de las administraciones locales para frenar el creciente deterioro social componen el abanico de oportunidades que el informe encuentra rescatables en la región.

Sin duda, el estudio es una herramienta que servirá de brújula para definir el norte del desarrollo en el Eje Cafetero. Ahora el turno es de los gobernantes locales, quienes llevan por lo menos 10 años de espaldas ante esta dramática realidad, y de las comunidades, para que se sienten a debatir, a la luz del informe, cómo quieren estar dentro de 10 años y qué hacer para lograrlo.