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La encrucijada de Lucho

Dos caminos se abren en la carrera política del ex candidato presidencial Luis Eduardo Garzón: una candidatura a la Alcaldía de Bogotá si la Corte Constitucional tumba la prórroga o convertirse en una alternativa para la campaña presidencial de 2006. ¿Cuál de los dos caminos escogerá?

15 de junio de 2003

ALCALDIA
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-Una eventual candidatura de Luis Eduardo Garzón a la Alcaldía de Bogotá empezó a ventilarse en los círculos políticos a finales del año pasado a raíz de los resultados electorales, no sólo de Garzón sino de los congresistas del Polo Democrático en Bogotá. Tanto el senador Antonio Navarro Wolff como el representante Gustavo Petro consolidaron altas votaciones en la capital, así como el 'palo' de las elecciones, el senador Carlos Gaviria. Además una encuesta exclusiva de SEMANA de noviembre pasado daba a Garzón como alcalde de Bogotá con 27 por ciento de preferencias sin la participación del ex alcalde Enrique Peñalosa. En otras encuestas más recientes el jefe del Polo Democrático cae al segundo lugar, detrás de María Emma Mejía, pero sigue arriba de los 30 puntos porcentuales.

- Se dice que no hay tentación mayor para un político profesional que la que plantea ir liderando una encuesta. Para Luis Eduardo Garzón una aspiración al segundo cargo de elección popular del país estaría a tono con un electorado bogotano que lleva 10 años votando diferente. "El votante bogotano es mucho menos partidista y se le mide a opciones distintas, aunque es muy volátil", afirma el politólogo Miguel García, experto en Bogotá. Por otra parte, en la última década la experiencia de los partidos de izquierda en América Latina ha pasado por los gobiernos locales: el Partido de los Trabajadores (PT) del Brasil es un buen ejemplo. Un triunfo del Polo en la capital del país sería una oportunidad dorada para demostrar que los izquierdistas pueden gobernar y así acabar con el temor que suscitan en muchos sectores políticos y económicos.

Contras

-La mayor desventaja de una candidatura de Luis Eduardo Garzón a la Alcaldía es el enfrentamiento con el ex alcalde Enrique Peñalosa. Públicamente Peñalosa ha expresado que se lanzaría nuevamente en Bogotá si ve amenazado el futuro de su proyecto de ciudad y para muchos sectores un eventual gobierno de la izquierda pondría en jaque los fundamentos del modelo peñalosista. Además, una cosa es una candidatura presidencial de izquierda que le pone color a la campaña pero que se sabe que no triunfará y otra, muy diferente, es un candidato con el carisma y el reconocimiento de Garzón en cabeza de las encuestas. Seguramente el establecimiento bogotano movilizaría muchos recursos políticos, económicos y de opinión para evitar que la izquierda llegara al Palacio Liévano.

-Por otro lado está el riesgo de una derrota, que le añadiría otro ex a la carrera política de Garzón. Perder en Bogotá podría significar el fin de una prometedora figura de la izquierda democrática. Otro aspecto por resaltar es la ausencia de posiciones del jefe del Polo frente a la agenda capitalina. Los bogotanos conocen las posturas garzonistas frente al intercambio humanitario o a la reforma laboral pero ignoran qué piensa frente al Transmilenio o al manejo de la Empresa de Teléfonos. Con quién gobernaría Garzón es también motivo de intriga y un punto débil en la contienda electoral. Por último, un liderazgo opositor en el nivel nacional no se traduce automáticamente en apoyo electoral local, en especial, con la probable candidatura de María Emma Mejía, quien además de ser repitente también cuenta con apoyos considerables en los estratos medios y bajos.

PRESIDENCIA
Pros

-En politica no se pueden perder los tiempos invertidos. Luego del paso a la burocracia oficial de los candidatos presidenciales Horacio Serpa y Noemí Sanín, Luis Eduardo Garzón copó con coherencia ideológica el solitario espacio de la oposición. Ante la ambigüedad de los liberales serposamperistas la figura de Garzón ha construido poco a poco una alternativa a las políticas de la administración Uribe. Hace mucho tiempo que la izquierda democrática no había consolidado un espacio opositor tan claro con un líder tan carismático. Si Garzón decide lanzarse a la Alcaldía de Bogotá, habría un hueco en los liderazgos nacionales muy difícil de llenar en el corto plazo.

-Teniendo en cuenta que el punto de unión del Polo Democrático es Luis Eduardo Garzón, no esperar a la campaña presidencial de 2006 sería el principio del fin de tan variopinta coalición. Por otro lado, el gobierno de Alvaro Uribe no tiene garantías de que sus altos índices de aceptación sean mantenidos por todo el cuatrienio. Así, el péndulo de la opinión podría desplazarse hacia quienes han representado la alternativa al uribismo: Garzón y el Polo Democrático. Lanzarse a la Alcaldía significaría claramente que la interlocución de la oposición pasaría a otros líderes políticos.

-Por último, Luis Eduardo Garzón sería un repitente en 2006 lo que, en principio, es un factor a favor ya que podría organizarse una campaña con más recursos y más experiencia. Mantenerse como un ex candidato presidencial le da a Garzón la posibilidad de opinar sobre las ejecutorias de Uribe y ganar réditos políticos.

Contras

-Ningun espacio político está garantizado. Que hoy en día Luis Eduardo Garzón sea el líder de la oposición al gobierno de Alvaro Uribe no implica que tenga todo arreglado para una candidatura en 2006. En el Polo Democrático hay líderes, como los senadores Antonio Navarro Wolff y Samuel Moreno Rojas, que podrían barajar aspiraciones presidenciales. Esto sin contar con que por ser una coalición que agrupa tendencias tan diversas el Polo es frágil y puede quebrarse en cualquier momento y dejar a Garzón sin juego.

-Además un gobierno exitoso le daría al primer mandatario un amplio margen de maniobra para apoyar candidatos que siguieran con su gestión. También, otros nombres, como los del ex alcalde Enrique Peñalosa y el actual burgomaestre Antanas Mockus, cuentan con las capacidades técnicas y políticas para buscar la primera magistratura en las próximas elecciones.

-Ser el símbolo de la oposición de una administración aclamada por la opinión puede convertirse en una pesadilla política y reducir a la izquierda democrática a porcentajes minúsculos de apoyo electoral en 2006. De otra parte, si no se lanza Garzón a la Alcaldía de Bogotá, el Polo Democrático no tendría otro candidato con posibilidades y perderían un momento político quizás irrepetible.