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La espesa nata de humo que asfixia a Cúcuta desde hace dos semanas

Además del coronavirus, la capital de Norte de Santander lidia con otro grave problema respiratorio: una humareda. ¿De dónde proviene?, de Venezuela. ¿Quién responde?, nadie.

1 de abril de 2020

La suerte de Cúcuta es una larga desventura reiterada. Mientras que en buena parte del planeta la pandemia del coronavirus ha traído como efecto colateral una tregua de la contaminación ambiental por el confinamiento de las ciudades y la parálisis de las industrias, la capital de Norte de Santander experimenta los rigores del covid-19, pero además con un delicado incremento de la polución. El aire que respiran los cucuteños y todas las poblaciones aledañas a la zona de frontera está cargado de un denso hollín.

Decir Cúcuta es decir todas las crisis juntas: emergencia migratoria, desempleo disparado, crisis sanitaria por coronavirus –van 19 casos y contando...–, irregular suministro de agua, rompimiento de todas las relaciones con Venezuela y ahora emergencia ambiental.

"En plena epidemia del covid-19 tenemos que respirar un aire con olor a humo que mantiene los ojos llorosos y la garganta con ardor. Es imposible tener las puertas y ventanas abiertas en las casas; el olor lo penetra todo y obliga a que el confinamiento sea peor", dice el periodista Jhon Jairo Jácome, del diario La Opinión (periódico que cerró por tiempo de la cuarentena). 

Los clamores para que se tomen medidas correctivas y se halle a los responsables se han hecho sentir a todo nivel. Los ciudadanos y distinas organizaciones sociales han inundado las redes sociales con fotos y mensajes de "socorro" alineados con la etiqueta #SoSCúcutaSeAsfixia.

Al lamento general se sumó incluso el expresidente Álvaro Uribe, quien dijo desde su cuenta en Twitter: "La quema de basuras en Ureña y San Antonio asfixia el Área Metropolitana de Cúcuta".

En las últimas horas, el gobernador, Silvano Serrano; el ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, y la autoridad ambiental del departamento, Corponor, se reunieron para analizar el oscuro panorama. En el encuentro participó también a través de videoconferencia Laydi Gómez, gobernadora del estado Táchira, territorio vecino del lado venezolano.

¿De dónde proviene la contaminación? La respuesta a esa pregunta clave, tras el encuentro fue que "esa contaminación proviene de una realidad trasfronteriza y requiere cooperación de actores de ambos países, y en este sentido se escapa a las competencias de las autoridades regionales colombianas", dijo el gobernador Serrano.

El mandatario señaló que había escalado el problema al Gobierno nacional solicitando la colaboración del mismo presidente Duque y de la Cancillería. Y fue más allá, aseguró que también se informó a la Organización Panamericana de la Salud "con la intención de encontrar canales de comunicación que permitan avanzar a posibles escenarios de solución a esta problemática". 

El diagnóstico de las autoridades colombianas es que la humareda proviene de distintas quemas, en territorio venezolano, de residuos domésticos sólidos en terrenos a cielo abierto, "las cuales generan olores ofensivos" en el área metropolitana de Cúcuta y otros municipios.

Más en detalle, se estableció que venezolanos en extrema pobreza se dedican a recuperar cobre, para lo cual queman grandes cantidades de este cableado a fin de separar el caucho que lo reviste del metal. Esas quemas se estarían realizado en varios puntos de un inmenso basurero, que presta servicio a la ciudad de Ureña. Y por cuenta de los vientos, el humo cargado de partículas contaminantes corre primordialmente hacia el lado colombiano de la frontera.  

Corponor también ordenó la suspensión temporal de actividades generadoras de emisiones atmosféricas en varias industrias de Cúcuta. En concreto, deben cesar las carboneras, las ladrilleras, las industrias de producción de cemento, así como las que se dedican al procesamiento de cebo, lavado y tinturado textil. 

Estas medidas, sin embargo, parecen intrascendentales en la medida en que el Gobierno nacional ordenó la cuarentena en todo el país y solo ciertas empresas y servicios pueden seguir operando. La construcción y las industrias textiles no están dentro dentro de las excepciones. De cualquier forma, estas medidas son apenas un paliativo pues es claro que el grueso de la humareda que impacta a la zona de frontera proviene de Venezuela. Y el gran problema, tal como lo admitió el propio gobernador Serrano, es que con las relaciones binacionales rotas no hay forma de encontrar una solución concertada con las autoridades venezolanas.

¿Está entonces Cúcuta condenada a seguir respirando la nube de hollín al tiempo que capotea la epideamia del coronavirus? La gobernadora del Táchira solo se comprometió a hacer una inspección con su corporación ambiental al vertedero de basuras de Ureña. Pero pocos creen que de ahí salga una solución de fondo.

Los más optimistas creen que, cuando mucho, la humareda cesará unos días pues las familias que se dedican a quemar cableados y demás residuos para conseguir cobre harán una breve pausa o trasladarán los incendios a otro punto. Es apenas lógico que cuando decenas de familias se dedican a esculcar basureros y propiciar incendios para conseguir un pedazo de cobre, están recurriendo a la última opción susbsistencia, y no abandonarán esa práctica por la inspección de una autoridad local.