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LA ESTRELLA DE GAVIRIA

Nunca antes un presidente había tenido tanta suerte en tan corto tiempo, como en las dos primeras semanas de la administración Gaviria.

24 de septiembre de 1990


Hace dos semanas no resultaba exagerado afirmar que el éxito del gobierno de César Gaviria y, de paso. el futuro del país, dependían de los resultados que se lograran en dos áreas básicas:
el orden público y la situación económica. Pero, a su vez, estas dos áreas dependían de la evolución que, durante el cuatrienio. tuvieran cuatro variables: en orden público, el narcoterrorismo y la guerrilla; en Economía, el café y el petróleo. Pues bien, por distintas razones sorprendentemente coincidentes estas cuatro variables claves se han afectado más, para bien del gobierno en los últimos 15 días que en los últimos años. Veamos.

No se había terminado de desarmar todavía el escenario al aire libre en donde el presidente Gaviria se había posesionado, cuando el viernes 10 de agosto a primera hora, un infarto fulminante terminaba con la vida de Jacobo Arenas, quizás el más veterano y el más duro de los guerrilleros del país. Aunque la noticia sólo bajó de la montaña cuatro días despues, ya el destino se había encargado de abrir la primera gran trocha por donde el gobierno podía comenzar a mirar con mayor optimismo las posibilidades de un acuerdo de paz con las Farc. Porque Arenas no era únicamente el más experimentado de los guerreros y el más astuto estratega, sino que era el más hábil y el más escurridizo de los negociadores. Despues de que el legendario Tirofijo había pasado a ser un símbolo y a representar más la gloria que la guerra, Jacobo Arenas se había dedicado a moldear a las Farc a su imagen y semejanza, hasta hacer de ellas el grupo guerrillero más tradicional, más numeroso, más disciplinado y más dogmático de todos. Era un defensor sectario de la combinación de las formas de lucha, y muchos opinaban por eso que mientras él estuviera vivo era tan difícil llegar a un acuerdo de paz con las Farc, como hacer la perestroika en Cuba, mientras Fidel estuviera vivo.

En estas condiciones, la muerte de Jacobo deja opciones abiertas a los moderados y le crea espacio al optimismo. El mismo Alfonso Cano, su más seguro sucesor, dijo a SEMANA, pocos días despues de la muerte de Jacobo, que había que buscar una fórmula intermedia que permitiera, sin caer en un callejón sin salida, la participación de las Farc en la Asamblea Constitucional. Esto explica porqué la semana pasada, entre los ajustes que se le hicieron al acuerdo político sobre Constituyente, se dejó abierta la posibilidad de una participación gradual de la guerrilla en la Asamblea a medida que avance el proceso de paz, como una manera de llegar a esa fórmula intermedia sugerida desde Casa Verde.

Pero, si este era el panorama que dejaba la muerte de Arenas el 10 de agosto, no menos importante era el que quedaba abierto, al día siguiente, once de agosto, con la muerte de Gustavo de Jesús Gaviria Rivero, segundo hombre del Cartel de Medellín y primo hermano de Pablo Escobar Gaviria. Si se quiere, Gaviria era más importante al interior del Cartel que el propio Rodriguez Gacha. No en vano era el alter ego de Pablo Escobar. Le manejaba sus negocios, adminisíraba el dinero y coordinaba el terrorismo. Su muerte en un barrio residencial de Medellín, en una acción del Cuerpo Elite de la Policía Nacional, fue el golpe más duro al narcoterrorismo y dio la medida exacta de la situación en que quedaba el Cartel.
Cada vez que la Policía propinaba un golpe al narcotráfico, la respuesta era una oleada de crímenes y carrosbomba. No dejó de sorprender por eso que al día siguiente de la muerte de Gaviria, el grupo de Los Extraditables se dejara venir con una declaración conciliadora en la que anunciaban que continuarían en tregua.

¿Por qué esta reacción? La explicación habría que buscarla, probablemente y según las versiones de las autoridades policivas, en un hecho contundente: Pablo Escobar, está cada vez más aislado y la muerte de su primo es al mismo tiempo un golpe mortal para su organización y un golpe de suerte para el gobierno. La única posibilidad que parece quedarle a Escobar para evitar la tumba en Colombia o la cárcel en los Estados Unidos, podría ser la frase que el presidente Gaviria introdujo en su discurso de posesión, sobre la extradición: "Se trata de una herramienta discrecional por parte del Ejecutivo. Para hacer verdadero uso de esa discrecionalidad se requiere que antes desaparezca el terror...". La refiexión de Escobar ante su difícil situación pudo llevarlo a concluir que es mejor mantener en alto la bandera blanca, a la espera de que la rendija abierta por el Presidente en su discurso, desemboque, por ejemplo, en un juicio en Colombia. Sea lo que fuere, la verdad es que el país ha visto disminuir notablemente la acción narcoterrorista y aun en Medellín las calles han vuelto a verse ocupadas en las noches.

Si todo terminara aquí el gobierno podía darse por muy bien servido. Pero ocurre que también las dos variables más importantes de la economía, el petróleo y el café, están dando saltos tan inesperados como gigantescos. Cinco días antes de la posesión de Gaviria, el 2 de agosto, Irak invadió a Kuwait. Este solo hecho disparó inmediatamente los precios del petróleo en los mercados internacionales, y hoy la inminencia de un conflicto generalizado en el Golfo Pérsico anuncia el desborde de los mismos. Desde cuando Colombia se convirtió en exportador de crudos, los vaivenes del mundo la afectan para bien o para mal. El efecto de lo que está ocurriendo hoy es tal que mientras el barril de petróleo colombiano se cotizó durante el primer semestre del año a US$ 16.58, durante el fin de semana anterior, la misma cotización subió a 31 dólares por barril. Aunque con esa plata Colombia tiene que comprar gasolina en el exterior siempre hay una ganancia neta, pues las ventas de petróleo crudo superan los 100 mil barriles diarios mientras que las compras de gasolina apenas pasan los 30 mil barriles diarios. Hoy, con el aumento del precio del petróleo, los cálculos del presidente de Ecopetrol, Andrés Restrepo Londoño, indican que Colombia ganará, en lo que resta del año, cerca de 12 millones de dólares por cada incremento de un dólar en el precio del crudo.

No menos importantes son las circunstancias que han vuelto a colocar al café en posición privilegiada hasta el punto de que ya se dio lo que casi nadie creía que se diera: que la caída de los precios del grano, después de la caída del pacto cafetero, se compensara con volumen de ventas. Esto es un hecho y la semana pasada el precio del café colombiano superó la barrera del dólar por libra. El futuro además parece despejado. Brasil está exportando menos y la cosecha del año entrante estará seriamente disminuida, mientras la cosecha colombiana, de alrededor de 13 millones de sacos, se considera bastante buena. El consumo del café en el mundo ha subido y, como si fuera poco, las amenazas de sequía en la zona cafetera colombiana, apuntalaron los precios la semana pasada.

La conclusión no puede ser otra: a su talento para conducir la política y a una muy bien manejada luna de miel con el país, Gaviria debe sumar ahora una estrella luminosa que no lo desampara. Porque lo cierto es que pocas veces antes se había visto tanta suerte reunida.