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LA GRAN SORPRESA

Cuando nadie daba cinco centavos por la selección preolímpica, el equipo logró una indiscutible clasificación.

9 de marzo de 1992

CUANDO LA SELECCION DE fútbol de Colombia partió hace dos semanas rumbo al torneo Preolímpico de Asunción, Paraguay, lo hizo sin bombo ni platillos. Sin promesas de lograr el título y mucho menos de alcanzar la clasificación para los Olímpicos de Barcelona. Nadie daba cinco centavos por un equipo que sólo había tenido 30 días de preparación y siete partidos de fogueo, tres de ellos con equipos de segunda división. Con esos antecedentes, la participación en tierras paraguayas no deparaba un buen futuro.

Pero en menos de ocho días las cosas cambiaron del cielo a la tierra. De ese equipo sin ritmo, sin un patrón de juego definido, con sus principales jugadores bajos de forma, se pasó a una selección arrolladora que descrestó a la prensa internacional y que dejó a las puertas del fútbol europeo a dos de sus estrellas: Ivan René Valenciano y Faustino Asprilla.

La metamorfosis en Paraguay, sin embargo, no es producto del azar. Si bien la selección no tuvo el tiempo suficiente de preparación, en sus filas cuenta con varios de los mejores jugadores que hay en Colombia en el momento. Nadie puede desconocer los 30 goles que marcó Valenciano durante el campeonato del año pasado y que le valieron el título de goleador. Tampoco se puede desconocer la calidad de Asprilla, quien llevó de la mano al Atlético Nacional al campeonato del torneo colombiano. Y qué decir de jugadores como Diego Osorio, Harold Lozano y Geovannis Cassiani, que a pesar de su juventud son soldados de mil batallas.

Pero además de la materia prima para enfrentar el torneo, la selección tenía un hombre lo suficientemente capacitado para manejar sus hilos. Se trata de Hernán Darío Gómez, un técnico que apenas empieza su carrera, pero que ya ha cosechado muchos éxitos. El popular "Bolillo", un hombre polémico que llama las cosas por su nombre, siempre afirmó que el equipo no estaba para grandes cosas en Paraguay y que este torneo era apenas un paso para preparar al conjunto que iba a enfrentar las eliminatorias rumbo al Mundial de Fútbol de 1994 en Estados Unidos. En otras palabras, a Paraguay se iba más a cumplir un papel decoroso que a buscar un cupo a Barcelona. Pero quienes conocen a Gómez, saben que entre sus planes nunca están los fracasos y sabían que el técnico antioqueño tenía las cartas guardadas en la manga para enfrentar con éxito el torneo en Asunción. Y la verdad es que las cosas le han salido a pedir de boca. Bastaron los tres primeros partidos, con 10 goles a favor y tan sólo uno en contra, para asegurar su calificación.

La primera presentación de la selección fue frente al Perú. Y se necesitaron muy pocos minutos para comprender las verdaderas intenciones del equipo. El cuento de una presentación "decorosa" quedó descartado de plano y se supo que la verdadera intención de Gómez era llevar al equipo a las finales del Preolímpico. Un contundente 4-1 frente a la selección inca, jugando con claridad y contundencia, fue suficiente argumento para despertar elogiosos comentarios de la prensa internacional, sorprendida por el juego que exhibió el combinado colombiano. Esa noche, Iván René Valenciano demostró porqué iba a ser uno de los jugadores más promocionados en Asunción. Marcó dos goles, y el primero de ellos es considerado hasta el momento como el mejor del torneo. Pero no sólo los goles del barranquillero han sido su carta de presentación. Su rapidez y su fuerza, y el potente disparo que tiene con cualquiera de las dos piernas, lo han llevado a ser considerado el mejor jugador del torneo.

Pero si alguien tenía dudas sobre la verdadera dimensión del equipo frente a Perú, éstas se disiparon cuando dos días después enfrentó a Brasil, considerado uno de los mejores equipos del torneo y uno de los llamados a lograr una casilla para los Olímpicos de Barcelona. En esta oportunidad Colombia confirmó que lo ocurrido con Perú no había sido flor de un día. Los cariocas fueron derrotados 2-0. Otra vez Valenciano se hizo presente en el marcador. Logró los dos goles y de paso se convirtió en el cañonero del torneo. Pero más allá del triunfo, Colombia demostró que cuando se enfrenta a rivales de categoría, tiene talla para grandes cosas. Nadie ha olvidado todavía el partido del Mundial de Italia contra Alemania. Y esta vez, frente a los brasileños, no podía ser la excepción. A pesar de que el árbitro favoreció durante todo el partido a la selección de Brasil, Colombia manejó la situación con calma y después de una brillante presentación se alzó con los dos puntos, quedando a las puertas de la clasificación para la gran final del torneo, que se llevará a cabo esta semana.

La tercera presentación fue el pasado viernes frente a uno de los equipos más débiles del campeonato: la selección de Venezuela. Después de un primer tiempo donde las cosas no salieron bien y que por un momento trajo a la memoria el ingrato recuerdo de lo que ocurrió aquella tarde en Italia cuando Camerún sacó a la selección del Campeonato Mundial, las cosas cambiaron para el segundo tiempo. En 45 minutos se lograron cuatro goles con los que se doblegó la férrea defensiva de Venezuela y de paso se consiguió el tiquete para la gran final.

Al cierre de esta revista, no se había disputado el partido con Paraguay. Pero la tranquilidad que daban los seis puntos y el gol diferencia (de más nueve) hacían inobjetable su paso a la segunda fase. Tanto que Osorio y Bermúdez se hicieron amonestar sabiendo que no podían jugar contra los guaraníes con tal de poder estar en la final.

Lo alcanzado en Paraguay hace parte de un proceso que se inició hace dos años, cuando Francisco Maturana tomó la batuta de la selección Colombia. Proceso al que no ha sido ajeno Hemán Darío Gómez, quien habla el mismo idioma de Maturana cuando de fútbol
se trata. Y en el que no han faltado las épocas amargas. A pesar de la clasificación al Mundial, el resultado final no fue el mejor. Si bien se pasó a la segunda ronda y se hizo un excelente partido con Alemania, el descalabro frente a Camerún todavía está muy presente. Después vino la Copa América en Chile. Y fue más la expectativaque se creó que los resultados que se lograron. Colombia llegó como una de las grandes favoritas para llevarse la Copa, pero todo se quedó en ilusiones. El equipo nunca rindió, las presentaciones no fueron las mejores y al final se logró apenas un cuarto lugar, que dejó al descubierto la necesidad de revisar el proceso.

Por eso, el Preolímpico de Asunción no despertó el fervor de otras ocasiones. Curados de victorias morales, los aficionados tenían reserva de lo que podía ocurrir y antes de lanzarse a un apoyo incondicional del equipo, prefirieron esperar los resultados, que llegaron como por encanto. Y de la noche a la mañana la selección preolímpica se convirtió en tema de conversación de todas las reuniones sociales. Hasta el propio presidente Gaviria realizó declaraciones elogiosas sobre el papel que se estaba cumpliendo en Paraguay. Todo el mundo se puso al día sobre la vida y milagros de Valenciano y no faltó quien afirmara que si un equipo europeo quería llevárselo, su pase costaba la no despreciable suma de cinco millones de dólares. Una cifra sólo comparada con la de grandes estrellas como Maradona, Gulit y van Basten. Los resultados obtenidos hasta ahora en Paraguay hicieron revivir la esperanza de que el fútbol colombiano se haya situado, por fin, entre los mejores de Suramérica. Sólo resta esperar que los resultados en las finales sean tan exitosos como los de la primera ronda y que no se repita el ciclo de siempre: se jugó como nunca y se perdió como siempre.