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LA GUERRA DEL CELULAR

Tras este pequeño aparato se oculta el gran negocio del fin del siglo en Colombia, la telefonía celular, reglamentada por ley la semana pasada.

18 de enero de 1993

EL MIERCOLES PASADO EN UNA CARRERA CONtra el reloj el Congreso de la República aprobó de manera angustiosa la ley por medio de la cual se establecen las reglas generales del servicio de telefonía movil celular. Para la mayoría de los congresistas, y en general de los colombianos, esta fue una más de las cerca de 30 leyes votadas por el Congreso en este semestre. Pero para una minoría de interesados y conocedores, detrás de los 16 artículos de la ley asoma la que puede llegar a ser la estrella que más brille en el panorama económico del fin de siglo en este país.

Hasta hace pocos años, en Colombia y en todo el mundo se pensaba que este invento, que comenzó a comercializarse a principios de la década pasada, sería una más de las excentricidades que caracterizan el confort cotidiano de los seres más pudientes del planeta.
En efecto, hasta ese momento incluso muchos de los conocedores del sector de las telecomunicaciones se mostraban escépticos ante la posibilidad de que en un mundo lleno de teléfonos en las casas, las oficinas y los lugares públicos, la gente demandara un teléfono para el carro, el maletin o el bolsillo de su chaqueta.

Dicha visión correspondía en realidad a lo que el mundo era a finales de los años 70. En las ciudades modernas vivían personas cada vez más sedentarias.

Los altos costos de los combustibles, las dificultades de tráfico, y muy especialmente el invento del computador personal y las redes de datos hacían pensar que el hombre del fin de siglo tendría su casa por oficina y realizaría su trabajo y sus diligencias sentado frente a su IBM o a su Macintosh. Nadie podía imaginarse que una década después la tendencia dominante sería la del libre comercio y la de la eliminación de las fronteras típicas de la era proteccionista, que había encerrado a los países en si mismos y a su vez al hombre en sus propios dominios.

Al inicio de los años 90, todo comenzó a cambiar, y con el libre comercio, los negocios internacionales y el intercambio entre bloques y países demostraron que el hombre 100 por ciento sedentario no había sido más que una ficción de los 70.
Hoy en día, millones de hombres de negocios en el planeta se transportan de un lado a otro cubriendo grandes distancias en una misma ciudad, un mismo país, o simple y llanamente de un continente a otro. Es como si una nueva era medieval hubiera terminado para dar paso a un nuevo renacimiento, por cuenta de la paulatina desaparición de las fronteras, que hacen que todo aquel que tenga algo que vender o algo que invertir decida dónde hacerlo frente a un mapamundi. Si una caracterfstica particular tienen estos tiempos es la del movimiento.

EL TELEFONO MAGICO
Pero en el mundo de hoy, el viajero no puede darse el lujo de andar incomunicado. La agilidad que requieren sus actividades le impide estar desconectado.

No hay tiempo que perder, y mientras espera en el trancón de una autopista o en la sala de espera de un aeropuerto, el hombre de negocios no quiere verse obligado a dejar de trabajar y desea por el contrario mantener el contacto con sus clientes, socios y familiares.

Todo este proceso es el que explica que el pequeño aparato conocido hace una docena de años simplemente como teléfono móvil celular, se haya convertido, de instrumento de gran lujo, en poco menos que un artículo de primera necesidad.

Como los cambios en este campo han sido tan rápidos y resultaban tan impredecies hasta hace algunos años, no fueron pocos los que se equivocaron sore el futuro de la telefonía celular.

Incluso en los países desarrollados seguía existiendo a mediados de los 80 una visión más bien conservadora sobre las posibilidades de crecimiento de este servicio. La poderosa empresa telefónica norteamericana AT&T contrató en 1982 a una de las más prestigiosas firmas consultoras de los Estados Unidos con el fin de que le dijera que tan promisorio podía ser el futuro del teléfono celular. La firma dijo que para mediados de la década de los 90 no habría más de 900.000 teléfonos celulares en los Estados Unidos. Esto no era mucho para un país como ese, y teniendo en cuenta que la reglamentación establecida alla preveía que hubiera un gran número de empresas operadoras, la AT&T asumió que no podría quedarse con una parte significativa del mercado y decidió pararle pocas bolas al celular.

El estudio de la firma consultora se ha convertido hoy, 10 años después, en motivo de frecuente burla en el mundo empresarial. La descachada no fue de menor cuantia. El primero de noviembre pasado, varios años antes del plazo que la firma consultora dió para llegar a los 900.000, se puso en servicio en Estados Unidos el teléfono celular número 10 millones.

En el Japón, en el sudeste asiático, en Alemania, Inglaterra y los países nórdicos y en las grandes ciudades de los países arabes, se dieron fenómenos similares. Los telefonos celulares empezaron a reproducirse como conejos, y con el crecimiento del mercado vino el descenso en los precios del aparato y de la conexión, que a su vez estimulaba a más suscriptores a unirse a la red.

Pero aún los más optimistas, los que habían previsto este crecimiento en los estados ricos, han comenzado a quedarse cortos en sus proyecciones sobre los paises del Tercer Mundo donde se suponía que el bajo poder adquisitivo de sus habitantes no permitiría que surgieran mercados mínimamente rentables. En esto también hubo descache. En naciones como México, Venezuela, Chile, Argentina y buena parte de los africanos y asiáticos, hay un elemento que sumado a la ola aperturista de estos países, contribuye a que haya una significativa demanda por teléfonos celulares. Se trata irónicamente de un problema del subdesarrollo: la escasez de teléfonos fijos. Esta hace que aparte de las necesidades de comunicación móvil de los hombres de negocios, haya una de quienes se han cansado de esperar la instalación de teléfonos fijos en su casa u oficina, o que aún teniéndolos desconfían de ellos por sus continuos daños.

Es así como, por ejemplo, en la populosa ciudad de Mexico, que venia sufriendo en los últimos años de un gran rezago én materia de telefonía fija, se haya dado un espectácular boom de celulares hasta acercarse a la cifra de 100.000, que triplica la existente a mediados del año pasado. En Venezuela, el proceso no ha sido menos espectacular. Hace apenas dos años una sola empresa celular tenía en operación 8.000 celulares. Cuando el Gobrizó un segundo operador en competencia, este logró sacar al mercado 60.000 celulares en apenas 15 meses.

COLOMBIA A LA ZAGA
Según los especialistas no existe ninguna razón para que en Colombia no suceda algo parecido a los casos de México y Venezuela. Aunque hasta hace pocos años la red de telefonía fija en Colombia parecía una de las más desarrolladas de Latinoamérica, el crecimiento del sector se ha venido congelando hasta el punto de que el próximo año el país va a comenzar a rezagarse frente a paises como Chile, Mexico y Venezuela. El freno en la instalación de nuevas lineas ha impedido que Colombia alcance la cifra de 10 teléfonos fijos por cada 100 habitantes. En 1984, el promedio que debía esperar un colombiano entre el momento de la solicitud y el de la instalación efectiva del teléfono era de un año y medio. Hoy en día el promedio de espera se ha alargado a seis años, con casos dramáticos como el de Barranquilla o ciertas zonas de Bogotá, donde se dan situaciones en las que la espera dura más de una década.

En cuanto al celular, más que atraso el problema es que no ha arrancado. A principios de la administración de César Gaviria se dictaron los primeros decretos que permitieron un cierto grado de apertura del sector de telecomunicaciones ala inversión privada.
Pero el celular quedó pendiente de reglamentación.
En diciembre de 1991, el Gobierno dictó el decreto 2824 que estableció las reglas generales y diseñó para el celular un ambiente de competencia entre empresas privadas y empresas mixtas, conformadas por las telefónicas actuales y Telecom y socios privados nacionales y extranjeros. El proceso sufrió nuevos atrasos a raiz de la crisis del paro de Telecom en abril pasado, y los dos cambios de ministros que se dieron en ese mes y en junio. Pero el más grave obstáculo lo interpuso el Consejo de Estado con un confuso fallo que cuestionaba la posibilidad de que compañías extranjeras invirtieran en este y en otros servicios de telecomunicaciones. Como era obvio que sin inversión extranjera la telefonía celular no podía llegar a Colombia, el proceso quedó prácticamente paralizado. Cuando el Consejo de Estado revisó su posición a principios de este mes, un proyecto de ley presentado por el Gobierno ante el Congreso para superar el impasse estaba ya listo para su aprobación, que finalmente se produjo el miércoles de la semana pasada.

Todo indica que si no se presentan nuevos tropiezos, la licitación para el celular será abierta y posteriormente adjudicará antes de que termine el próximo año. Las reglas establecidas implicaran que en tres regiones del país habrá seis operadores compitiendo por parejas por los mercados de cada una de estas zonas (ver mapa de ventajas y desventajas de cada una de las regiones). En cada región habrá un operador privado y uno mixto, y en ningún caso podrá presentarse un monopolio.

Aunque en principio ni la ley ni la reglarnentación hasta ahora vigente han definido cual será el sistema de telefonía celular, de los varios que funcionan en el mundo, que se establecerá en Colombia, todo indica que el país no podrá apartarse del sistema conocido como AMPS (analógico), pues prácticamente todo el continente y el 70 por ciento del mundo utiliza este estandar. Aunque el sistema GSM (digital) estandarizado por los europeos parece ofrecer una tecnología más moderna, lo cierto es que después de varios años de investigación continúa en período de perfeccionamiento. Además, a pesar de que en general lo digital es más moderno que lo analógico, lo cierto es que para el usuario las diferencias de calidad entre uno y otro servicio no son mayores y en cambio si lo es, por ahora, la diferencia de costos que hacen del digital un sistema menos popularizable. En todo caso, los diseñadores americanos del sistema AMPS vienen desarrollando ya una nueva generación de aparatos para operación digital, de tal manera que la red de más de 15 millónes de aparatos analógicos existentes hoy en el mundo puedan hacer el tránsito fácil al sistema digital.

LA GUERRA
Pero, cual puede ser el horizonte de crecimiento del mercado celular en Colombia? La verdad es que si el servicio entra efectivamente en operación a comienzos del 94, debido a la demanda represada y a los crecientes problemas de la telefonía fija es previsible un crecimiento acelerado y sostenido. Para el próximo año, un país como México tendrá bastante más de 200.000 suscriptores y Venezuela más de 100.000. La cifra colombiana, podría entonces estar, para, finales del 95, en por lo menos 120.000. La facturación mensual promedio en los países del Tercer Mundo que han accedido al celular, es de 150 dólares, algo similar a lo que paga por el servicio de energía una familia colombiana promedio del estrato 6.

Al multiplicar esta facturación promedio por los 120.000 usuarios que se calculan para la primera etapa de operación, se alcanzaría una facturación de todos los operadores unidos de más de 18 millones de dólares mensuales y más de 215 anuales. Es decir, que las ventas anuales del celular deberían llegar en Colombia al comenzar la segunda mitad de la década a unos 150.000 millones de pesos, sin contar las ventas de los aparatos y otros aditamentos.

Para mencionar uno sólo de los beneficios que producirá el servicio del celular, no Sólo para sus usuaos sino para todo el país, baste decir que con las actuales tarifas tributarias por el sólo concepto del IVA el Estado recibiría más de 20.000 millones de pesos al año.

Lo anterior explica claramente que tanto el Estado como los inversionistas del sector, que conocen estas cifras, tengan los ojos puestos en esta prometedora actividad. Por lo pronto se sabe que nueve grupos se han conformado ya para participar en la licitación. Entre las empresas mixtas, la Empresa de Teléfonos de Bogotá, la de Bucaramanga y Telecom están a punto de asociarse con la Bell Canadá; las telefónicas de Medellín, Cali y el eje cafetero lo han hecho con inversionistas de su región, algunos costeños y esperan asociarse con una empresa europea o norteamericana; las telefónicas costeñas han entrado en contacto con la firma Milicom. En cuanto a las empresas puramente privadas el grupo financiero de Luis Carlos Sarmiento Angulo está a punto de escoger un socio entre varias empresas extranjeras; el grupo Santo Domingo se ha asociado con la firma Mc Caw; la compañía norteamericana Bell South se ha asociado con inversionistas venezolanos del grupo Cisneros y colombianos, entre ellos El Tiempo y Vanguardia Liberal; la compañía celular mexicana Iusacel se ha asociado con una docena de inversionistas locales del sector financiero y de comunicaciones; también se sabe que el grupo financiero y constructor Selecta ha conformado un grupo para participar en la licitación, lo mismo que la multinacional Motorola.

Teniendo en cuenta que sólo para licitar, cada uno de estos grupos tendrá que contar con un capital pagado de 15 millones de dólares, y que para entrar a operar deberán hacer inversiones cercanas a los 100 millones de dólares cada uno, no parece previsible que este selecto ramillete de competidores aumente su número. Por ahora, con la aprobación la semana pasada de la ley de la telefonía celular, ha terminado la primera etapa de esta batalla, que en 1993 habrá de agudizarse cuando el Gobierno tenga que definir entre los llamados quienes serán los escogidos. -