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LA GUERRA LIMPIA

Un documento de la Fiscalía revela que, en el caso de la primera comunión de una hija de Miguel Rodríguez Orejuela, las autoridades planearon una operación pero nunca allanaron el Hotel Intercontinental de Cali.

13 de febrero de 1995

CUANDO EL PASADO 8 DE diciembre el ministro de Defensa, Fernando Botero, dijo que el allanamiento al Hotel Intercontinental de Cali, donde al parecer se encontraba Miguel Rodríguez Orejuela, "fue un grave error de inteligencia", en la opinión pública hubo una mezcla de extrañeza e indignación.
Muchos reconocieron que las declaraciones del Ministro pudieron estar bien intencionadas, porque el gobierno no quería tolerar que agentes estatales desataran una guerra sucia contra los cabecillas de los carteles de la droga. Pero en un país donde la gente de bien está acostumbrada a la vulneración de sus más elementales derechos sin que nadie presente disculpas, no dejó de producir un sabor desagradable que Botero les ofreciera explicaciones públicas a las familias de dos de los hombres más perseguidos del mundo.
En algunos sectores se le dio la razón a Botero por reaccionar contra el Comando Especial Conjunto (CEC), porque sigue latente el recuerdo de los dramáticos momentos de la guerra sucia que enfrentó al cartel de Medellín con el Bloque de Búsqueda que persiguió a Pablo Escobar. Así, mientras el cartel acudía al terrorismo, en ocasiones fue palpable que la fuerza pública cometía desafueros. Pero esta opinión no era compartida por un grupo de oficiales especializados en la persecució de delincuentes. Tal como quedó demostrado con la operación que concluyó con la muerte de Escobar, existe la convicción de que la mayor debilidad de los capos son siempre sus mas cercanos familiares. Incluso, en los momentos en que el acoso es más implacable, son capaces de sacrificar su seguridad personal para ver o hablar con sus seres queridos.
De ahí que allanar el sitio donde se desarrollaba la primera comunión de una hija de Rodríguez no resultaba tan descabellado, principalmente porque el CEC había recibido una información que indicaba que él estaría a las 5 de la tarde de ese sábado 3 de diciembre en el Gran Salón del Hotel Intercontinental.
Pero en esta historia acaba de surgir un elemento nuevo, el cual puede variar todos estos análisis. SEMANA tuvo acceso a un documento, elaborado por el fiscal sin rostro que acudió ese día al hotel. Dice el documento que a las tres de la tarde se presentó en el escuadrón de carabineros de la Policía -sede de dos funcionarios de la Fiscalía y la Procuraduría enviados desde Bogotá- un mayor del Ejército que les dijo que lo acompañaran porque Rodríguez estaba en el Intercontinental y que si no apuraban se podía escapar.
"El procurador y yo le preguntamos por la solicitud de allanamiento, a lo cual él respondió que no la tenía. Le respondí que en esas condiciones no le podía expedir la autorización", -dice el fiscal en su explicación-.
"Sin embargo le dijimos que siendo el hotel un establecimiento abierto al público y estando seguros de que allí se encontraba la citada persona, podían entrar, capturarla y dejarla a mi disposición para remitirla a Bogotá. El mayor nos dijo que entraría como si fuera una ronda de la fuerza pública. Le manifestamos que lo esperaríamos en el carro a 200 metros por si se efectuaba la captura".
El oficial del Ejército regresó a los 25 minutos y les informó que Rodríguez no estaba. "Según nos dijo, habló con una señora que le dijo que era hermana de Martha Lucía Echeverri y que la fiesta era de su hija" (hija también de Rodríguez).
De acuerdo con el relato del fiscal, al hotel entraron el oficial, vestido de civil, y dos uniformados, es decir, que no se produjo una ocupación militar y los asistentes a la fiesta infantil no se enteraron de lo que ocurría.
¿Recibió Botero una información diferente y por eso regañó al Bloque? Es difícil saberlo. SEMANA pudo confirmar en fuentes del Ministerio de Defensa que a Botero no solamente lo mortificó el allanamiento de una fiesta infantil sino el desarrollo de la operación, que no garantizaba la captura de Rodríguez. Según la fuente, el despliegue de soldados en la calle fue demasiado notorio. Por esa razón Botero les hizo saber a los comandantes del Bloque que lo mejor habría sido realizar una operación encubierta para haber tomado por sorpresa a Rodríguez.