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El pasado miércoles el Congreso eligió nuevo Consejo Nacional Electoral, en medio de un desorden monumental. Se habló de compra de conciencias, se contruyeron exóticas alianzas. Pero las bancadas en general funcionaron bien

cONGRESO

La U hizo la ‘u’

En su primera prueba, la Ley de bancadas funcionó en todos los partidos, menos en La U.

2 de septiembre de 2006

¿Qué pasó con el Congreso ordenado y disciplinado que surgiría de la famosa Ley de bancadas? ¿Fracasó ese instrumento creado para acabar con las zambras y las coaliciones incoherentes entre ideologías incompatibles? La elección del Consejo Nacional Electoral indica que aunque hay más disciplina en casi todos los partidos, el caos sigue imperando.

La presidenta Dilian Francisco Toro, gritaba y nadie la escuchaba. A La U se le refundieron cinco votos. El Polo Democrático se alió con su rival Alas-Equipo Colombia, y el cuestionado Convergencia Ciudadana, de Luis Alfredo Gil, volvió a ser la 'niña bonita' que todos se pelearon. Los directivos de La U hablaron de detectores de mentiras y hasta de huellas dactilares para encontrar a los "traidores" y "cafres". Circularon rumores de que hubo dinero para comprar conciencias ¿En qué quedó el anunciado cambio?

Más que un caos generalizado, hubo una derrota del partido de La U. Cuatro de sus miembros votaron a favor de Convergencia Ciudadana a un alto costo: sacó sólo un magistrado en el CNE, mientras que los liberales, los conservadores y Cambio Radical, con menos congresistas, sacaron dos cada uno.

Salieron a flote las deficiencias de un movimiento surgido de una coyuntura electoral, cuya composición depende de una federación de caciques, y que tiene un largo trayecto por delante para llegar a convertirse en un verdadero partido. Apenas en octubre hará su primer congreso ideológico. Y tiene que resolver problemas internos, como la definición de una jefatura efectiva. La actual, bicéfala entre Martha Lucía Ramírez y Luis Guillermo Vélez, demostró sus dificultades para ejercer autoridad. De paso, reflejó tensiones entre los políticos más curtidos y experimentados y los que han llegado más recientemente.

Los indisciplinados salieron castigados. Pero en realidad las bancadas funcionaron. La ley busca que los miembros de cada partido actúen en grupo, según la línea acordada por procedimientos internos o por decisión del jefe. El Partido Conservador votó tranquilo y en orden. Otros uribistas lo hicieron unidos, pero se aventuraron a buscar alianzas con otros sectores. Mario Uribe estuvo de coqueteos con Alas Equipo Colombia y el Polo, y Apertura Liberal jugó con Cambio.

La disciplina del Partido Liberal, liderada por su jefe, César Gaviria, fue notable. Todos a una, votaron por una alianza con Cambio Radical, de Germán Vargas Lleras (ver artículo siguiente). Lo cual significa que exponentes del ala izquierda da la colectividad, como Piedad Córdoba y Cecilia López, mantuvieron la línea a pesar de sus prevenciones ideológicas. Los liberales podrían jugar con el Polo Democrático o con Cambio Radical. Finalmente, optaron por esta última alternativa, que muestra un cambio de estrategia. En las épocas del referendo y la elección de Lucho Garzón -anteriores a César Gaviria y con mayor liderazgo de Horacio Serpa y Piedad Córdoba- habían preferido una alianza centro izquierdista con el Polo. Ahora se corrieron al centro. Y demostraron que desde su posición minoritaria tienen la capacidad de ponerle uno que otro palo en la rueda a la aplanadora uribista.

Sería prematuro decretarle una partida de defunción a La U y garantizar que los demás seguirán funcionando como relojitos. Hay amenazas que pueden afectar a cualquiera. Contradicciones entre la Ley de bancadas y el reglamento del Congreso, por ejemplo. Ya circula un proyecto para establecer siempre el voto público y nominal, que haría difícill burlar la disciplina colectiva.

Tampoco son sólidas las grandes coaliciones: la de la oposición y la del gobierno. El Polo Democrático y el Partido Liberal no convergen en todos sus objetivos. Y los distintos grupos que apoyan a Uribe no son capaces de tirar siempre para el mismo lado. Una cosa era trabajar por la reelección del jefe, y otra, más difícil, unirse en todos los temas y votaciones. No sería raro que en el futuro inmediato en el Legislativo se produzcan alianzas ad hoc, con un objetivo específico y temporal y sin contenido ideológico. La gran pregunta es si en ese escenario, el gobierno podrá sacar adelante una agenda legislativa tan ambiciosa como la que Uribe propuso el 20 de julio.