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LA HORA DE LA VERDAD

Colombia siempre ha sido el paraíso de la desinformación. Pero la opinión pública reacciona cada vez más ante esta costumbre.

3 de octubre de 1994

DIEGO LOPEZ ARANGO, EL recién designado director del Dane del nuevo gobierno, llegó a la Casa de Nariño el lunes de la semana pasada a las 11 de la mañana. Iba en compañía de su familia a tomar posesión del cargo, en una ceremonia colectiva en la que varios funcionarios públicos esperaban para asumir sus funciones. Al ver a López Arango haciendo fila con su señora y sus hijos, entre los consejeros de la Presidencia se creó una mini conmoción. Uno de ellos llamó al aún no posesionado funcionario y le dijo discretamente que, antes de prestar juramento, había que aclarar algunos puntos sobre unas noticias de prensa.

Concretamente se trataba de unas revelaciones según las cuales López había omitido una etapa importante de su hoja de vida: la gerencia de la Caja Vocacional. Los medios de comunicación estaban encima del asunto y el Presidente no quería tomar una decisión apresurada al respecto. Esa noche el discreto y taciturno ingeniero visitó todos los noticieros de televisión para explicar su situación. Su defensa no fue muy convincente y al otro día estaba caído.

Diego López es un hombre honorable. Todas las personas que han trabaj ado a su lado tienen de él el más alto concepto. Tuvo la mala suerte de haber sido nombrado gerente de una entidad que se volvió famosa por haber sido epicentro de un escándalo financiero en 1986. Cuando lo designaron como director del Dane, López decidió hacerle un poco el quite a este desagradable episodio y en su hoja de vida colocó que, durante el período de 1979 y 1982, había sido 'asesor de empresas'. Esto no es totalmente exacto. Los papeles demuestran que ingresó a la Caja Vocacional en 1979 y allí se desempeñó como gerente financiero, gerente general y miembro del Consejo de Administración de la entidad.

La omisión puso a todo el mundo a esculcar qué había pasado en la Caja durante su permanencia. Muchas cosas de las que se encontraron tenían mala presentación, pero ninguna era seria. Incluso unos préstamos que le hizo a los hermanos Ochoa, que sonaban escandalosos, fueron realizados en 1981, cuando ellos eran los caballistas más respetados del país y todas las entidades financieras les prestaban dinero. En el fondo, lo que tumbó a Diego López no fue su gestión en el cargo, sino el manejo que le dio a la información en su hoja de vida.

Este episodio es sintomático de un cambio de actitud en el país en materia de costumbres políticas. Colombia puede ser uno de los Países donde tradicionalmente ha habido mayor impunidad frente a la desinformación. Esto está cambiando. Ahora cada vez que a alguien se le alarga la nariz como a Pinocho, la opinión pública está asumiendo una actitud más vigilante. Pocos días antes de lo sucedido con Diego López, a la parlamentaria Ingrid Betancur -quien era uno de los 'Cuatro Mosqueteros' que abrieron el debate del contrato de los fusiles Galil- le cayó el mundo encima por haber pronunciado la siguiente frase: "Si se prueba que mi novio, Germán Leongómez, ha representado a la firma Colt o si ha recibido un solo peso en negociación de armamento, yo me retiraré del Congreso". Y agregó: "Mi novio tiene intereses económicos en los sectores petrolero y de comunicaciones, pero no en la industria bélica".

La frase técnicamente podía ser verdad. Pero tenía más autoridad para pronunciarla una persona que estuviera saliendo con un médico o con un músico que con Germán Leongómez, uno de los hombres del país mejor conectados con las Fuerzas Armadas y conocedor como pocos de ese mundo. La semana pasada, la prensa reveló una carta enviada por el ciudadano Orlando Zafra Corredor, que dejó a la joven parlamentaria en una posición incómoda. En ésta Leongómez le hacía algunas sugerencias al ministro de Defensa Rafael Pardo sobre posibles mejoras del sistema de licitación de compra de armamento para las Fuerzas Armadas. La carta no tenía nada de grave. Eran simples recomendaciones cordiales en tono coloquial alrededor de una negociación de compra de granadas ofrecidas por la firma coreana Ancla Ltda. Las actividades de Leongómez son todas lícitas y de conocimiento público. Su papel no es de licitante sino el de asesor de licitantes. En este caso, como en el de Diego López, lo que desató la polémica fue la falta de precisión en el manejo de la información que se le dio al público. Técnicamente era verdad que no había recibido un centavo. Pero no porque no tuviera nada que ver con el negocio, sino porque los clientes a los cuales asesoraba no habían ganado.

La semana anterior el turno le había tocado a Alvaro Leyva Durán. El ex candidato conservador había conocido a Justiniano Torres Benítez, el 'hombre nuclear', quien fue detenido en Alemania con un cargamento ilegal de 350 gramos de plutonio. Como en Colombia pocos habían tratado a este personaje, los medios de comunicación se volcaron hacia Leyva para tratar de obtener información. Interrogado sobre si alguna vez había tenido una sociedad con Torres Benítez, su respuesta fue: "Hubiera podido tener negocios con él, me propuso varios proyectos. Pero nunca alcancé a negociar con él ".

Pocos días más tarde el noticiero QAP presentó evidencias sobre una cuenta de banco en Suiza, compartida entre Leyva y Torres, que se abrió en 1993 a nombre de la empresa Air Investhents Limited con un capital de 3.500 dólares. La cuenta probablemente nunca se movió y no se llegó a hacer ninguna transacción. Pero dentro del criterio de que ahora hay que ser un poco más exacto con la información, muchos criticaron la omisión del político conservador.

MENTIRAS FAMOSAS
El culto a la verdad nunca había sido una práctica en Colombia y no es que ahora se esté imponiendo. Pero lo que sí está sucediendo es que se está combatiendo el culto a la desinformación que había existido tradicionalmente. Pues si en algún país las cosas no se dicen como son, es sin duda en Colombia. Históricamente el Ejército siempre acusa a la guerrilla de no decir la verdad y esta última a su turno acusa al Ejército. Lo cierto es que las dos partes tienen razón. Quién no se acuerda de las frases de la guerrilla que han hecho historia: en mayo de 1984, el comandante de las Farc, Manuel Marulanda Vélez, 'Tirofijo', dijo en una emisora radial: "El dinero con que se ha financiado la guerrilla ha sido donado por los campesinos y los obreros en forma voluntaria ". Un año después, Jacobo Arenas le anunció al país que "las Farc no volverían a secuestrar". En 1992, los voceros del EPL señalaron "tenemos secuestrado al ex ministro Argelino Durán Quintero. Pero se trata de un hecho político. Sólo queremos hablar con él sobre la situación de la región. Muy pronto lo liberaremos". El ex ministro no sólo fue asesinado por ese grupo guerrillero, sino que en momentos en que el EPL anunciaba que lo dejaría en libertad, Durán ya estaba muerto.

Y el Ejército, por su parte, no se ha quedado corto. Hace apenas dos meses el general Rosso José Serrano afirmó: "todo está bajo control", en momentos en que los subversivos se tomaban la población de La Calera, Pasca, Cruz Verde y Patios. Es decir, cuando no había nada bajo control porque tenían prácticamente rodeada a Bogotá. Y qué tal el comunicado del gobierno para explicar el traslado de Pablo Escobar a otro centro de reclusión: el argumento que usaron en ese momento es que era por causa de unas "obras de remodelación". La escuelita en Juanchaco tampoco fue tan convincente como para ser la justificación de traer tropas norteamericanas al país. Todo esto ha hecho que la credibilidad de los gobiernos no esté por los cielos.

Y el narcotráfico no se queda atrás. Pablo Escobar era un maestro consumado de la desinformación. Cada vez que llevaba a cabo un atentado o un asesinato confundía a la opinión pública. Inclusive llegó a decir en un reportaje publicado en El Siglo, que el general Miguel Alfredo Maza era el responsable de la muerte de Luis Carlos Galán y de la voladura del avión de Avianca.

En otros países el culto a la verdad ha sido uno de los fundamentos de la vida pública. Gobiernos enteros se han caído solamente por el manejo inadecuado de la información. En Watergate, por ejemplo, Richard Nixon no se cayó por espionaje político, sino porque una grabación demostró que él tenía conocimiento de éste y lo había negado. En Inglaterra, en 1963, el ministro de Defensa John Profumo tuvo que renunciar como consecuencia de haber mentido en el caso de Christine Keeler, la mujer que él compartía con el agregado militar soviético. Interrogado en la Cámara de los Comunes sobre esta relación, Profumo contestó que no había más que una "amistad" entre ellos. Cuando se demostró que eran amantes, su carrera política se acabó para siempre y quedó estigmatizado como el primer ministro que dice una mentira ante el Parlamento en la historia de Inglaterra.
En Colombia nada tan dramático puede suceder. Pero que la opinión pública exija más precisión de parte de sus gobernantes es un desarrollo sano. Es seguro que de ahora en adelante, en lo que se refiere a divulgación de información, muchos funcionarios van a ser medidos por una vara más estricta que la de sus antecesores.-