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Al comienzo de esta reunión entre La U y el presidente Santos, el senador Roy Barreras (extremo izquierdo)exigió que los ministros se retiraran. El presidente le dijo que si ellos se iban, él también se retiraría. Tras esta tensa reunión, Barreras perdió liderazgo en su partido y confianza con el Ejecutivo.

POLÍTICA

La mala hora de Roy Barreras

Los actos de rebeldía del presidente del Senado muestran las tensiones dentro de la Unidad Nacional para las elecciones de 2014.

13 de abril de 2013

El presidente del Senado de la República, Roy Barreras, empezó y terminó la semana pasada con el pie izquierdo. El lunes a primera hora protagonizó un bochornoso episodio en la Casa de Nariño. Al inicio de una reu-nión entre la Dirección Nacional de La U, el presidente Santos y varios miembros del gabinete, Barreras solicitó que los ministros se salieran del recinto para poder hablar sobre la estrategia política del partido con su jefe natural con miras a 2014. Esta petición no cayó nada bien y, visiblemente molesto, Santos le contestó que si se retiraban los ministros, él también se retiraría.

Pero esto no fue todo. El miércoles, en una charla con el escritor ganador del Nobel J.M Coetzee en la Universidad Central, Barreras fue abucheado por los asistentes y el jueves, el diario El Espectador reveló un pacto entre el senador y una comunidad evangélica para oponerse al matrimonio gay y al aborto a cambio de votos. Una semana para olvidar para el avezado congresista.

¿Qué le pasa a Roy? Para algunos conocedores de la política y especialistas del Congreso, Barreras se dio cuenta de que le quedan apenas tres meses como jefe de la Cámara Alta y por ende, quiere apretar al gobierno. En otras palabras, quiere hacer evidente su poder sobre la agenda legislativa para presionar en materia burocrática. 

“Le está mostrando los dientes al presidente”, dicen unos. Otros hablan de rifirrafes con el ministro de Salud Alejandro Gaviria, entre otros, por el nombramiento del superintendente de Salud. No es secreto que Barreras es conocedor del sector de la salud en el país, lo que explica su interés en los nombramientos del sector y la reforma del mismo. 

Por último, otros hablan de un apetito burocrático desmedido de parte del senador vallecaucano, aunque él afirma que no tiene un solo puesto en el gobierno nacional. Si bien estos debates casi siempre se dan tras bambalinas, la opinión pública conoció, por ejemplo, que Barreras se opuso al nombramiento de Gina Parody en el Sena pues consideraba que esta entidad debería ser ocupada por alguien de La U. Por todo lo anterior, aunque ha sido eficiente en el trámite legislativo y un socio de primera en el proceso de paz, después de esta semana Barreras perdió dos atributos importantes: liderazgo en su partido y confianza en la Casa de Nariño. “Se equivocó con el presidente y perdió muchos puntos” dice una persona cercana al alto gobierno.

Pero lo que refleja la mala semana de Barreras son los movimientos dentro de la Unidad Nacional. Algunos partidos, como La U y el Conservador, sienten que el presidente otorga un trato de primera clase a los liberales mientras que a los demás los lleva en clase turista. 

Se refieren, sobre todo, a la asistencia del presidente a varias cenas liberales, al supuesto favoritismo en materia burocrática para las toldas rojas y a una cercanía bastante notoria con el expresidente César Gaviria y su hijo Simón, el presidente del liberalismo. Por esto, La U y los azules, las dos bancadas más grandes del Capitolio, están planeando una alianza para hacerse sentir numéricamente. Su primer objetivo será hundir esta semana el proyecto de matrimonio igualitario liderado por Armando Benedetti. 

Si bien la Unidad Nacional ha rendido sus frutos en el Congreso, y lo seguirá haciendo con sus mayorías, los vientos electorales de 2014 empiezan a soplar fuerte y ponen a prueba la fortaleza de la coalición. Es ahora, en año preelectoral, cuando surgen los celos interpartidistas. No es ninguna sorpresa que además de banderas importantes –como la paz, la seguridad, entre otras– los senadores y representantes deben mostrar resultados, entregar obras y aceitar la maquinaria local para mantener sus curules. 

Y para eso se necesita músculo burocrático, presencia regional y cercanía con el Ejecutivo. Pero hay una distancia grande entre los rifirrafes con senadores y el funcionamiento de la Unidad Nacional. A pesar de los celos por las cuotas y la mermelada, el apoyo de la coalición al presidente Santos todavía no está sufriendo los tropiezos que agobian a Roy Barreras.