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La mini crisis

Samper mantiene su cuota y Lemos la adquiere, tras los últimos cambios en el gabinete.

5 de abril de 1993

LA SALIDA DE CARLOS HOLmes Trujillo del Ministerio de Educación y de Alfonso López Caballero del de Agricultura, no fue sorpresa: estaba anunciada desde hacía varias semanas. El palo fue más bien el nombramiento de sus reemplazos, la periodista Maruja Pachón de Villamizar y el economista José Antonio Ocampo.
La llegada de Maruja Pachón a la cartera de Educación tiene un significado simbólico y otro político. El primero conlleva un homenaje a quien fuera, en vida de Luis Carlos Galán, una de las personas más cercanas al sacrificado dirigente liberal. Ella y su esposo, el actual embajador en Holanda Alberto Villamizar, conformaron una pareja clave, cuyo consejo era especialmente apreciado por Galán debido a que ambos tenían un gran olfato político y un profundo sentido práctico, que contrastaba con los excesos teóricos y fundamentalistas de otros dirigentes del movimiento. Además, Maruja Pachón permaneció secuestrada durante alrededor de seis meses por el cartel de Medellín, en el período previo al sometimiento de Pablo Escobar a la justicia. Desde que Andrés Pastrana ganó la Alcaldía de Bogotá en 1988 pocas semanas después de haber sido liberado de las garras del cartel, ningún ex secuestrado había alcanzado un cargo tan alto.
El otro significado el político, no es precisamente el que parece más obvio. A pesar de que para muchos observadores el nombramiento de Maruja Pachón brinda una nueva cuota en el gabinete al galanismo, la realidad es otra. Los seguidores politicos de Villamizar y su esposa en Bogotá acompañaron en las elecciones de mitaca del año pasado al entonces aspirante al Concejo y hoy precandidato liberal, Carlos Lemos Simmonds, y Maruja Pachón ocupó el segundo renglón. La asignación a Lemos de un puesto en el gabinete busca quitarle peso a las criticas que el ex ministro le ha hecho al Gobierno por su supuesta parcialidad en materia de precandidaturas y reducir con ello los riesgos de división liberal.
En cuanto a José Antonio Ocampo, más que sorprender a la opinión su nombramiento debe haber dejado boquiabiertos al ministro de Hacienda Rudolf Hommes y al jefe de Planeación Armando Montenegro. Ocampo, de 40 años, se hizo famoso en el primer año de la administración Gaviria como cerebro gris detrás del entonces ministro de Desarrollo Ernesto Samper en su aguda y permanente confrontación con Hommes y Montenegro por cuenta de la apertura económica. Con base en los memorandos que Ocampo le preparaba a Samper, este se opuso siempre a una apertura acelerada de la economía. Ocampo y Samper consideraban que eliminar la gradualidad en la apertura como se hizo a mediados del 91 podía desencadenar graves problemas económicos, entre ellos un aumento del desempleo.
La verdad es que esas predicciones fallaron en el conjunto de la economía el año pasado se crearon mas de 250.000 nuevos empleos, pero han resultado ciertas en el sector agropecuario, que es precisamente el que Ocampo entrará a manejar ahora.
Ocampo es reconocido como un académico de singular inteligencia y brillantez. Como la inmensa mayoría de sus compañeros de generación, cuenta con un pasado de izquierda, pero a diferencia de ellos no ha hecho el tránsito hacia la escuela neoliberal, tan de moda en esta década. Más que encontrarle salidas a la difícil coyuntura del sector agropecuario, su mayor desafío será venderle esas fórmulas a su colega Hommes, quien en declaraciones a los medios, le lanzó de entrada algunos dardos a Ocampo. Y eso a pesar de que antes de hacer el nombramiento, el presidente Gaviria había llamado a Hommes para, como dijo una fuente del gabinete," prepararlo sicológicamente". La misma fuente predijo que con la llegada de Ocampo de seguro "volverán al consejo de ministros y sobre todo al Conpes, los tiempos de los debates encendidos, que parecian haber terminado con el retiro de Samper en noviembre del 91 ".