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LA MULA DEL SIDA

La española del virus y la coca se confiesa con SEMANA

3 de agosto de 1987

El sábado 27 de junio fueron detenidas en el aeropuerto Eldorado dos mujeres. Una ecuatoriana de nombre Susana Molina y una española de 27 años de nombre María de los Angeles Joaquina Vicenta Valdés Ugarte. En el momento de ser requisada, a esta última se le encontraron en su cuerpo 400 gramos de cocaína. Cuando se le informó que iba a ser conducida a un centro de reclusión, la española manifestó que estaba contagiada de SIDA y que las autoridades deberían tener esto en cuenta para prevenir riesgos. Inicialmente se creyó que se trataba de un acto teatral de una persona que intentaba desesperadamente no ir a la cárcel. Sin embargo, dos exámenes médicos confirmaron posteriormente que María de los Angeles Valdés Ugarte estaba diciendo la verdad Para la comprobación definitiva la muestra fue enviada a Atlanta de donde se espera un diagnóstico final sobre el caso. María de los Angeles, que no había querido recibir a ningún medio de comunicación, accedió a contar su historia a SEMANA. Las autoridades carcelarias del Buen Pastor extendieron el permiso para la entrevista por solicitud expresa de la interna. En cuarto espacioso -el pabellón de sanidad del Buen Pastor- en donde no hay sino un catre, una pañoleta hindu pegada a la pared y un colgadero de ropa, la muchacha española conversó durante cuatro horas con esta revista. Menuda, con aspecto sano a pesar de múltiples huecos en la dentadura causados, según ella misma, por el consumo de heroína, la española con gran dominio de sí misma y serenidad, relato los eventos y las circunstancias de su vida que desembocaron en su detención la semana Pasada. En forma exclusiva SEMANA presenta a sus lectores esta entrevista.
SEMANA: ¿A qué vino usted a Colombia?
MARIA DE LOS ANGELES VALDES UGARTE: Creo que ni yo lo sé.
S.: En todo caso el viaje la ha metido en un enredo muy grande. Está usted en la cárcel acusada de narcotráfico.
M. V. U.: No soy narcotraficante
S.: Pero cuando la arrestaron le encontraron 400 gramos de cocaína escondidos en su cuerpo.
M. V. U.: Sí, pero eran para mí. Para nadie más.
S.: ¿Entonces usted no se considera una mula?
M.V.U.: ¿Qué es eso?
S.: Una persona utilizada para transportar droga de terceros.
M.V.U.: Anda, para comenzar a mí no me ha utilizado nunca nadie. Lo que me encontraron era para mí y punto.
S.: ¿400 gramos para usted sola?
M. V.U.: Yo soy drogadicta.
S.: Pero 400 gramos cuestan 400 mil pesos. ¿De dónde sacó usted ese dinero?
M. V. U.: La perica me la regaló un amigo.
S.: Pero un amigo muy generoso porque pocos regalan 400 mil pesos...
M. V. U.: Aquí donde caen cada rato cargamentos de cien y doscientos kilos, no veo porqué arman tanto alboroto porque una persona viaje con 400 gramos.
S.: El alboroto no es tanto por los 400 gramos sino porque usted, en el momento de ser detenida, gritó en el aeropuerto Eldorado que tenía SIDA.
M. V. U.: Eso es mentira.
S.: Pero eso fue lo que se registró en la prensa.
M. V. U.: Casi todo lo que ha dicho la prensa es mentira.
S.: ¿Es mentira que usted tiene el virus del SIDA?
M.V.U.: No. Eso es verdad. Pero nunca me puse a chillar en el aeropuerto ni a hacer exhibicionismo sino simplemente, como persona responsable que soy, le informé a las autoridades de mi enfermedad cuando me iban a meter a la cárcel.
S.: ¿Hace cuánto sabe usted que tiene SIDA ?
M.V.U.: Dos años y medio.
S.: ¿Cómo se contagió?
M.V.U.: No sé exactamente. Uno nunca sabe.
S.: Pero usted tiene que tener alguna idea
M.V.U.: Yo tengo un amor y ambos nos picamos. Cualquiera de los dos se pudo haber contagiado con una jeringa y pasárselo al otro.
S.: ¿Qué quiere decir "nos picamos "?
M.V.U.: Que nos gusta mucho la heroína.
S.: ¿El también tiene SIDA?
M.V.U.: Sí.
S.: ¿Entonces lo que usted quiere decir es que al inyectarse los dos heroína, una jeringa infectada contagió a uno de ustedes dos y ese lo transmitió sexualmente al otro?
M. V. U.: Eso o que la misma jeringa nos infectó a ambos, porque a veces nos picamos con una misma jeringa.
S.: Pinta usted un panorama de una vida muy degradante.
M. V. U.: Aunque la heroína es tan degradante como el basuco, mi vida ha sido trágica pero no degradante. Nunca he robado por la droga, nunca me he prostituído, nunca me he dejado hundir. He sido legal con todo el mundo y nunca he hecho una putada a nadie.
S.: ¿Cuándo comenzó a consumir droga?
M. V. U.: A los trece años.
S.: ¿Heróína?
M. V. U.: No. En los primeros años hachís y mariguana. Luego pasé al ácido, luego a la heroína y luego al speedball.
S.: ¿Qué es eso?
M.V.U.: Es una mezcla de heroína y cocaína para ser inyectada. Es fenomenal.
S.: ¿Cómo hacía usted para financiar toda esa droga?
M. V.U.: Mis padres me mantienen.
S.: Pero tienen que ser muy ricos.
M. V. U.: No, no son ricos. Son normales. Se han hecho solos.
S·: ¿Qué hace su padre?
M.V.U.: No quiero hablar de mi familia en esta entrevista.
S.: ¿Está usted distanciada de su familia?
M. V.U.: Por el contrario. Siempre han estado cerca de mí y han sido mi apoyo. Pero yo los he hecho sufrir demasiado.
S.: ¿Su familia siempre ha sabido que usted es drogadicta?
M.V.U.: Eso se puede ocultar inicialmente, pero si eres adicta tarde o temprano lo sabe todo el mundo.
S.: ¿Cómo era su vida en España, en qué trabajaba?
M. V. U.: Nunca he trabajado. O si acaso, a veces con mi padre. He estudiado muchas cosas: para azafata, para piloto de avión, para mecánico de helicóptero y ahora último estaba estudiando video.
S.: Tanto estudio y nada de trabajo ¿por qué?
M.V.U.: No sé. Tal vez soy una persona inestable. En todo caso durante muchos años no he encontrado nada diferente de la droga que me de jara conforme.
S.: ¿Cuánto consumía normalmente en España?
M. V. U.: Depende. Pero llegué a consumir hasta cien gramos de heroína a la semana.
S.: ¿Todo esto con la mesada de la familia?
M.V.U.: Sí.
S.: ¿Cuánto cuesta un gramo de heroína en España?
M. V. U.: En la calle es muy barata. Un gramo puede costar un dólar.
S.: Pero cien gramos a la semana da 400 dólares al mes. ¿El dinero de sus papás le alcanzaba para todo eso?
M. V.U.: No, todas las semanas consumía cien gramos. Eso fue lo máximo. Había semanas que sólo metía cinco gramos.
S.: ¿Sus padres sabían que el dinero era para droga?
M. V. U.: Digamos que ellos sabían que lo necesitaba. Y siempre estaban dispuestos a ayudarme.
S.: ¿Cómo supo usted que tenía SIDA ?
M. V. U.: Cuando se presentó la paranoia del SIDA en España, como es ahora en Colombia, yo y mi amor decidimos hacernos el examen. Como éramos heroinómanos ambos estábamos en el grupo de mayor riesgo.
S.: ¿Cuándo y cómo lo supieron?
M.V.U.: Uno se hace el examen y tiene que pasar al consultorio días después por el resultado: Cuando fuimos nos lo dijeron.
S.: ¿Exactamente cómo se lo comunicó el médico?
M. V. U.: Pues en forma muy simple me dijo: tiene usted anticuerpos de SIDA. Tiene que hacerse reconocimientos cada seis meses.
S.: ¿Entendió usted inmediatamente lo que ésto significaba?
M. V. U.: Sí aunque me sorprendio la amabilidad con que él me lo dijo y la poca gravedad que le daba. Inicialmente ésto nos dio seguridad, pues solamente nos dio unas estadísticas y nos dijo que simplemente nos hiciéramos los chequeos.

S.: ¿Cuáles eran las estadísticas?
M. V. U.: No es sencillo explicarlo, pero básicamente la historia es que el 50 por ciento de la gente que tiene el virus del SIDA se muere y el otro 50 no. Nos recalcó que yo y mi amor teníamos el virus, pero no la enfermedad.
S.: ¿Así de sencillo fue?
M. V. U.: Sólo en el consultorio. Apenas salimos comenzamos a llorar y no paramos de llorar en una semana.
S.: ¿Qué pensaban?
M.V.U.: Como que no creíamos. Pensábamos que podía ser un error, un sueño, yo que sé...
S.: ¿Y después de una semana?
M.V.U.: Ahí comienzas a enfrentarte a la realidad. Lo primero que te preocupa es la familia. Que no lo sepan evitar y que se contagien.
S.: ¿ Tomó usted alguna medida de precaución?
M. V.U.: Sí. Sobre todo con los efectos personales como el cepillo de dientes, la maquinilla de afeitar y obviamente las jeringas. Te da temor que alguien se pueda contagiar con sólo tocar estos enseres. Y no los dejas a la vista. Al comienzo me preocupaba mucho por la comida, los vasos, las cucharas. Pero luego te vas enterando que por ese lado realmente no hay peligro.
S.: ¿Entonces su familia no lo sabía?
M.V.U.: Solamente se enteraron por la prensa de España en estos días
S.: ¿Cómo reaccionaron?
M. V. U.: No sé. Han tratado de telefonearme varias veces, pero no he podido ponerme al teléfono. (Una guardiana aclara que la reclusa española está en una zona restringida donde no hay teléfono. Y su condición médica impide que le autoricen el acceso a los sitios donde están los teléfonos).
S.: ¿Entonces no ha tenido contacto con nadie desde su captura?
M. V.U.: Sólo un telegrama de mi amor.
S.: ¿Qué decía?
M.V.U.: (Hablando de memoria) Te quiero, tu familia yo estamos al corriente. Escríbeme a lista de Madrid explicándomelo, pronto te veremos padre yo, te quiero, Pibe.
S.: Volvamos a los primeros días desde que usted supo que tenía SIDA. ¿Qué pasó después de una semana?
M. V. U.: Comienzas a pensar en la muerte. Si el virus tiene una duración de hasta seis años en pasar desde la infección a la enfermedad, tú nunca sabes exactamente cuando te infectaste. Pudo haber sido dos, tres, cuatro años... quién sabe. Ni tú ni tu médico ni nadie, pueden decirte con seguridad qué va a pasar contigo ni cuándo. Cualquier cosa puede suceder en cualquier momento.
S.: ¿Entonces piensa mucho en la muerte?
M.V.U.: No es que piense ni que me preocupe. Hoy en día soy realista ante la muerte. Llega un momento en que te reconcilias con esa realidad. Piensas más en lo que te queda de vida y en tratar de aprovecharlo al máximo que en cualquier otra cosa. Claro que cambian tus valores.
S.: ¿En qué sentido?
M. V. U.: Las cosas que son normales te parecen extraordinarias.
S.: ¿Cómo ha afectado su vida sexual el saber que tiene SIDA ?
M. V.U.: No tengo vida sexual.
S.: ¿ Usted y su parejo no tienen relaciones sexuales desde que se enteraron que estaban enfermos?
M.V.U.: Desde antes. La heroína quita por completo el deseo sexual. Lo único que te satisface es picarte.
S.: ¿Pero sabiendo que sus días estaban contados no pensó en dejar la droga?
M. V. U.: Claro que sí. Por eso vine a América.
S.: ¿Pero no es como contradictorio venir a América a dejar la droga y acabar con 400 gramos de cocaína?
M. V. U.: Es que yo no tenía planeado venir a Colombia. Yo llegué a Guatemala y por primera vez en mucho tiempo no consumía nada.
S.: ¿Cuánto tiempo estuvo en Guatemala?
M. V. U.: Un mes.
S.: ¿Entonces por qué llegó aquí?
M.V.U.: Eso de dejar la droga es más fácil decirlo que hacerlo. La droga jala y si estás cerca de Colombia, estás cerca del paraíso.
S.: ¿Entonces vino a Colombia por la droga?
M. V. U.: Sí. Yo creo que si.
S.: ¿A dónde llegó primero?
M. V. U.: A San Andrés
S.: ¿ Y allá que pasó?
M. V. U.: De todo. En Colombia en todas partes pasa de todo. Ya sea en San Andrés, en Cartagena o Santa Marta. Si quieres droga la consigues.
S.: ¿Gratis?
M. V. U.: Depende de con quien te metes.
S.: ¿ Y con quién se metió en San Andrés, por ejemplo?
M.V.U.: No voy a dar nombres, pero gente muy maja.
S.: ¿Y después de San Andrés a donde fuiste?
M. V.U.: A Cartagena, Santa Marta y Bogotá.
S.: ¿ Y qué hacía en esas ciudades? ¿Cómo conocía gente? ¿De qué vivía? ¿Dónde se alojaba?
M.V.U.: En hoteles baratos, gente conoces sin problemas. Sobre todo si picas. La gente que pica siempre se encuentra.
S.: ¿Entonces "picabas" heróína también en Colombia?
M. V. U.: No. Digo "picar" a la española. En Colombia lo que encuentras es perica.
S.: ¿Pero no ha contestado aún de qué vivía?
M.V.U.: Tenía unos dólares cuando llegué. Al final me atracaron y me los robaron todos, pero sólo al final.
S.: ¿En dónde la atracaron?
M.V.U.: En una calle de Bogotá. Iba con una amiga mía ecuatoriana y salieron dos hombres con cuchillos nos metieron a un portal. Nos pusieron los cuchillos en el cuello y nos robaron 700 dólares.
S.: ¿La ecuatoriana era la misma persona con la que usted fue detenida en el aeropuerto?
M. V. U.: Sí. La conocí en la calle. Yo estaba parada en la puerta de una iglesia en Bogotá. Ella pasó, me dijo que por qué estaba tan triste. Y nos hicimos amigas.
S.: ¿Cuánto tiempo alcanzaron a estar juntas?
M.V.U.: Una semana. Nos fuimos a vivir a una pensión de la calle 13.
S.: Y si apenas llevaban una semana de conocidas, ¿por qué iban a ir juntas a Guatemala?
M. V. U.: Es que ella vivía en Guatemala y yo tenía que ir a ese país para tomar mi avión para España.
S.: ¿Ella sabía que usted llevaba 400 gramos?
M. V.U.: No,nunca le dije. Y la detuvieron injustamente como si tuviera algo que ver con eso. Estuvo dos días aquí y luego la soltaron.
S.: No nos ha contado cómo consiguió los 400 gramos de coca.
M.V.U.: Me la regaló un muchacho. Digamos que un pretendiente. Yo he conocido en Colombia muchas personas que han sido amables conmigo y no quiero meterlas en problemas. No voy a hablar de ninguno de ellos.
S.: Pero ya que dijo usted que era un pretendiente, ¿no es más lógico unas flores que 400 gramos de cocaína?
M. V. U.: Entre gente que pica, 400 gramos de cocaína son como un ramo de flores. Además te cuento que me llevé una decepción al probar la perica de acá. Era mucho mejor la que yo conseguía en España.
S.: Perdón por la insistencia, pero 400 gramos de cocaína cuestan 500 mil pesos y eso le puede parecer un ramo de flores a muy poca gente. ¿Por qué no nos da ciertos detalles sobre las circunstancias en que le hicieron ese regalo?
M. V. U.: Mira, aunque sólo he estado en Colombia un mes he conocido mucha gente que ha sido muy legal conmigo. Ellos han sido legales conmigo y yo voy a ser legal con ellos. No voy a dar detalles que pudieran llegar a involucrar a personas que aunque las he conocido muy pocos días, hoy las considero verdaderos amigos míos. Mi estilo de vida es mío y no tiene porqué entenderlo nadie, sino yo. Además creo que no tengo nada más que contarles.
S.: Una última pregunta; ¿Le tiene usted miedo a la muerte?
M. V. U.: Creo que le tengo más miedo a la vida.