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La narco-guerra

Millones de dólares del narcotráfico son el principal combustible de la maquinaria de guerra de los paramilitares y la guerrilla. ¿Se puede detener ese matrimonio infernal?

5 de mayo de 2003

El operativo habia sido planeado desde hace varias semanas. Tenía peligro y por eso era necesario contar con el respaldo de un centenar de hombres del Ejército. No había lugar para equivocaciones. Se trataba del epílogo de una compleja investigación judicial que duró varios meses. El día escogido para ejecutar el plan fue el pasado 30 de abril. En la mañana de ese miércoles detectives del área de investigaciones financieras del DAS, acompañados por decenas de soldados, ocuparon casas, oficinas y locales comerciales en Arauca y Bogotá. Al final del día el balance del operativo de ocupación de bienes con fines de extinción de dominio no pudo ser mejor. El valor de los bienes e inmuebles supera los 30.000 millones de pesos, representados, entre otros, por cerca de 30 predios, media docena de apartamentos, cuatro avionetas, 23 carros y 19 cuentas bancarias, cada una de las cuales tenía varios millones de pesos. La noticia pasó inadvertida en medio del maremágnum de episodios judiciales que bombardean al país. Al fin de cuentas parecía otra acción más contra los bienes de algún gran capo de la mafia. Sin embargo la realidad era muy diferente. Aunque se trataba de bienes adquiridos con dinero del negocio de cocaína el propietario de todos esos bienes no era un desconocido narcotraficante, sino las Farc. Y es allí en donde radica la importancia del operativo de la semana pasada ya que se constituye en una nueva y contundente prueba de los estrechos vínculos entre esa organización guerrillera y el negocio del narcotráfico. Los investigadores lograron demostrar que todos los bienes que fueron incautados pertenecían al llamado clan Ríos, el cual está liderado por los hermanos Yesid, Didier y Carlos Ríos Suárez. Los vínculos entre el clan Ríos, las Farc y el narcotráfico vienen de años atrás. Los Ríos trabajaban directamente para los frentes 10 y 16, los cuales operan en Guanía, Vichada, Arauca y parte del Meta. Estos dos frentes, que estaban bajo el mando de Germán Briceño Suárez, alias 'Grannobles', y Tomás Medina Caracas, alias el 'Negro Acacio', son considerados por las autoridades como "las cajas registradoras de las Farc", debido a que son los frentes que más dinero reciben por concepto de narcotráfico. Tras la Operación Gato Negro, en 2001, el manejo del negocio del narcotráfico en la zona sufrió un cambio ya que el 'Negro Acacio' tuvo que salir de la región debido a la presión del Ejército. Como consecuencia de esto el clan Ríos quedó al frente de este negocio en la región para las Farc. Según los datos del Ministerio de Defensa, en las zonas de influencia de los frentes 10 y 16 están concentrados la mayor cantidad de laboratorios de droga en el oriente colombiano. Utilizando decenas de pistas clandestinas camufladas en la selva las Farc exportan cerca de 70 toneladas mensuales de cocaína, adquiridas por grupos de narcotraficantes de Brasil, Perú y Venezuela, las cuales representan ingresos cercanos entre 10 y 12 millones de dólares al mes. Estos cálculos fueron establecidos gracias a los libros de contabilidad retenidos a las Farc durante la Operación Gato Negro. El operativo contra los bienes del clan Ríos es el más reciente de los episodios que han permitido a las autoridades colombianas y estadounidenses ir uniendo las piezas de un rompecabezas que revela los vínculos entre las Farc y el narcotráfico. Desde que el entonces embajador de Estados Unidos en Colombia Lewis Tambs acuñó, a finales de la década de los 80, el término "narcoguerrilla", la relación narcotráfico-guerrilla no sólo es cada vez más evidente sino que los subversivos asumieron un papel protagónico en el mundo del tráfico de drogas. Hace dos años una investigación del Departamento Nacional de Planeación estimó que la guerrilla obtiene ingresos anuales cercanos a 500 millones de dólares. De esta cifra 60 por ciento proviene del narcotráfico. "La guerrilla garantiza y defiende la existencia del narcotráfico y éste defiende la máquina de guerra de la insurgencia armada. Y no en cualquier medida, sino de una manera que ha venido incrementándose desde tiempo atrás, al punto que hoy se puede calcular que cerca de la mitad de los ingresos de las Farc tienen su origen en el narcotráfico", afirma el politólogo Alfredo Rangel en su libro Colombia: guerra en el fin de siglo. La mayoría de los ingresos que obtiene la guerrilla son el resultado del cobro de lo que los subversivos denominan como 'un impuesto', el cual se aplica a las diferentes etapas del negocio. "El campesino o el dueño del cultivo les debe pagar un porcentaje por hectárea cultivada. Lo mismo ocurre con el dueño del laboratorio en donde se procesa la droga. El derecho a utilizar las pistas también debe pagarse. La guerrilla cobra por el número de toneladas enviadas y por el número de aviones que aterricen. Ganan un porcentaje en todas las etapas del negocio", explicó un oficial de la Policía Antinarcóticos. Un reciente estudio del investigador francés Daniel Pecaut reveló que de 174 municipios en los que hay cultivos ilícitos, en 123 (el 69 por ciento) hay presencia de frentes de la guerrilla que se financian con el cobro de impuestos a narcotraficantes. Aunque en la mayoría de las zonas del país la participación de la guerrilla en el negocio del narcotráfico se limita al cobro de estos impuestos, existen algunas zonas, especialmente el oriente, en donde la guerrilla tiene un papel mucho más activo. Esto quedó en evidencia desde la Operación Gato Negro y, recientemente, con los operativos contra el clan Ríos. Los documentos incautados por las autoridades, así como las confesiones de guerrilleros y narcotraficantes detenidos en esos operativos, evidenciaron que en el oriente colombiano las Farc dominan completamente el tráfico de cocaína. Testimonios como los del capo brasileño 'Fernandinho', capturado en la Operación Gato Negro, así como el del guerrillero 'Carlos Bolas', detenido el año pasado por la DEA en Surinam y extraditado a Estados Unidos, no sólo revelaron los pormenores de la relación narcotráfico-Farc en esa zona del país sino que fueron clave para que la justicia colombiana pudiera acusar el año pasado a la cúpula guerrillera de narcotráfico y permitieron que el gobierno estadounidense pidiera en extradición a varios comandantes, entre ellos el 'Negro Acacio', acusados de trafico de drogas. 'Fernandinho', 'Carlos Bolas' y el egipcio George Sammir Rabbat, capturado a finales del año pasado por el Ejército, son tres ases que tienen Colombia y Estados Unidos para demostrar que los vínculos de las Farc con el narcotráfico van mucho más allá del cobro de impuestos a cultivadores y narcotraficantes y que, por el contrario, la guerrilla ha entrado en una nueva etapa del negocio a tal punto que actúan como cualquier cartel de narcotraficantes (ver recuadros). El para-negocio Pero si bien las relaciones comerciales de las Farc con el narcotráfico le han representado a esa organización guerrillera ingresos económicos considerables, paradójicamente este negocio también se ha convertido en el motor que impulsa a sus enemigos, los paramilitares. Hace tan sólo dos años el comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Carlos Castaño, reconoció que cerca de 50 por ciento de los ingresos que recibían las autodefensas provenían del narcotráfico. Según los cálculos del Departamento Nacional de Planeación estos grupos obtienen ganancias anuales cercanas a 300 millones de dólares, y de esa cifra 70 por ciento, 210 millones de dólares, son producto de actividades relacionadas con el narcotráfico. Castaño afirmó que los paramilitares sólo se limitaban al cobro de impuestos sobre los cultivos y la producción de coca. Al igual que con la subversión, al cruzar el mapa de las zonas de cultivo y producción de coca con el de los sectores de presencia de grupos de autodefensas queda en evidencia que en más de 50 por ciento de las regiones en donde hay alta actividad de narcotráfico existe también presencia de paramilitares "En términos generales, los paramilitares se mueven y hacen lo mismo que la guerrilla. La gran diferencia es que los paramilitares se mueven en el mundo del narcotráfico en nivel superior al de la guerrilla", afirma el representante del programa de fiscalización de drogas de la ONU, Klaus Nyholm. Para nadie es un secreto que la relación entre paramilitares y narcotraficantes es más estrecha que con la guerrilla. Ideológicamente los narcos se identifican mucho más con los paramilitares y en esa medida han estado dispuestos a colaborarles. "Si un narco tiene que pagar por tener sus laboratorios o por sacar droga prefiere pagarles a los paras que a la guerrilla. En algunas zonas del país, han sido los mismos narcos los que han montado grupos de paras para sacar a la guerrilla", dijo un oficial de la Policía Antinarcóticos Esa afinidad ideológica entre narcotraficantes y autodefensas se transformó en un conveniente matrimonio que se ve reflejado en el rápido crecimiento del fenómeno paramilitar en el país. La cada vez mayor participación paramilitar en el narcotráfico también se ha caracterizado por cruentas guerras por el dominio de las zonas de producción y distribución de coca. El conflicto colombiano es en gran medida la guerra por los ingresos de la droga. Así ocurrió hace 10 años en el golfo de Urabá, en donde los hombres de Carlos Castaño desplazaron de la región varios frentes guerrilleros. Gracias a esto hoy Castaño domina las rutas de embarque de droga por vía marítima en la región del golfo. Los narcos, que necesitan utilizar estas vías, deben hablar con Castaño o sus delegados, principalmente con Diego Fernando Murillo Bejarano, 'Don Berna', un narcotraficante señalado por las autoridades de ser el jefe del llamado cartel de Envigado, el cual envía 10 toneladas mensuales a Estados Unidos. Este hombre, hace parte la estructura de las AUC, en las cuales se le conoce como 'Adolfo Paz , inspector general. Los paramilitares no tardaron en darse cuenta de que la mayor rentabilidad del narcotráfico consistía en dominar una de las últimas etapas de la cadena: la de embarque. Según la DEA, 90 por ciento de la droga que sale de Colombia lo hace por vía marítima, de allí que quien domine las costas del país tendrá el poder ya que todos los narcos se verían obligados a negociar con ellos. Así ocurrió en la Costa Atlántica, donde hace cinco años los paramilitares de Hernán Giraldo consolidaron a sangre y plomo el control sobre las rutas de droga de la Sierra Nevada, la más importante zona de exportación por el Caribe. En el Pacífico la situación no ha sido diferente. "El desplazamiento de los cultivos y laboratorios hacia las selvas de la Costa Pacífica, ha transformado a esta región en el escenario de mayor actividad de narcotráfico en el país", explicó a SEMANA el comandante de la Armada Nacional, almirante Mauricio Soto. Las cifras de droga decomisada por la Armada hablan por sí mismas. En 2002 las Fuerzas Militares y la Policía incautaron en todo el país cerca de 90 toneladas de coca, de esta cifra la Marina incautó 57,8 toneladas de coca, la gran mayoría en las costas nariñenses. "Cuando llegaron los narcos comenzó a llegar la guerrilla y después los paracos, afirma un funcionario de la gobernación de Nariño. Primero llegó el ELN, hace cinco o seis años, pero las Farc los desplazaron. Cuando el frente 29 de las Farc parecía que tenía el control llegaron los paras y hoy son ellos los que dominan el grueso del negocio", dijo el funcionario. La aparición de los paramilitares en Tumaco y las zonas aledañas arrancó en noviembre de 2000 con la incursión de un grupo de 400 hombres, denominado Bloque Libertadores del Sur, comandado por Guillermo Pérez Alzate, conocido como 'Pablo Sevillano'. "La mayoría de los muertos en Tumaco y en otros municipios, como Cabo Manglares, Bocas de Satinga o El Charco, fueron milicianos y presuntos colaboradores de la guerrilla asesinados por los hombres de Pablo", afirma uno de los funcionarios de la Fiscalía de Tumaco. "A punta de masacres, asesinatos selectivos y amenazas a comerciantes, y funcionarios oficiales, 'Pablo' y sus hombres se convirtieron en los personajes más temidos de la región", dice el funcionario. Ese pulso terminó parcelando el departamento. Los paramilitares tienen presencia en el norte y sur de Nariño. Las Farc operan en la zona intermedia. Los más beneficiados con esa división han sido los hombres de 'Pablo'. Todos los sitios bajo su control son puntos estratégicos para el embarque de droga hacia el exterior. Pero también son zonas en donde están instalados la mayor parte de los laboratorios y cristalizaderos de droga. Esto le ha permitido a 'Pablo' tener un control total de toda la cadena del tráfico de drogas. Mientras las Farc participan de las utilidades del negocio, cobrando impuestos al gramaje, el comandante 'Pablo' controla desde la producción hasta el embarque. "El control del negocio por parte de 'Pablo' llegó a tal punto que desplazó a algunos narcos, que en un comienzo lo apoyaron, y se quedó con la totalidad de sus negocios". Ese protagonismo dentro del mundo del narcotráfico puso a 'Pablo' en la mira de las autoridades, tanto nacionales como extranjeras. "En el mundo del narcotráfico 'Pablo Sevillano' está jugando un papel que puede ser incluso mayor al que ha desempeñado el 'Negro Acacio' para las Farc", afirmó un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Bogotá. Según los estimativos de las autoridades 'Pablo Sevillano' obtenía para las autodefensas ingresos cercanos a 20 millones de dólares mensuales, producto de las exportaciones propias y de los impuestos cobrados a otros grupos de narcotraficantes por utilizar las rutas del Pacífico. Junto con Carlos Castaño, 'Pablo Sevillano' es hoy por hoy uno de los hombres más buscados por el gobierno estadounidense, acusados de narcotráfico. Junto a ellos también se encuentra el comandante paramilitar en el Sur de Bolívar, y sexto en la línea de mando en las AUC, llamado Carlos Mario Romero Vanoy, alias 'Cuco'. El 28 de noviembre del año pasado varios hombres de confianza de 'Cuco' fueron capturados en Costa Rica por el FBI cuando negociaban el intercambio de 25 millones de dólares en cocaína por armas para las autodefensas. Los paramilitares capturados, y posteriormente extraditados a Estados Unidos, son los testigos más importantes que hoy tiene la justicia de ese país contra varios comandantes paramilitares (ver recuadro). Los estrechos lazos que hoy existen entre paramilitares y guerrilla con el narcotráfico se han convertido en el principal motor de la guerra. Esta realidad plantea una serie de interrogantes y de desafíos para el gobierno ya que es evidente que la lucha estatal contra los grupos al margen de la ley y los narcotraficantes no puede ser librada de forma independiente. Mientras el Estado colombiano y el gobierno de Estados Unidos no enfrenten decididamente esta realidad es evidente que las dos guerras, contra los grupos armados y el narcotráfico, estarán cada vez más lejos de terminar.