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LA NOCHE QUEDO ATRAS

En medio del caos del 9 de abril, la vieja SEMANA de Alberto Lleras publicó la más completa crónica sobre el tema. SEMANA la reproduce.

4 de mayo de 1998

TRES DISPAROS DE REVOLVER SOBRE EL jefe del Partido Liberal colombiano, Jorge Eliécer Gaitán, hechos por Juan Roa Sierra, a la una y cuarto de la tarde del viernes 9 de abril, los cuales produjeron la muerte del líder político a las dos menos cinco minutos de esa misma tarde, desencadenaron en el territorio de la República un movimiento de carácter revolucionario que no pudo ser dominado de manera concreta y absoluta sino siete días después, el viernes 16 de abril, primero del retorno al principio de la normalidad constitucional. En el curso de cuatro horas (...) se había operado el más dramático trance de la normalidad al caos que haya conocido la historia política de la nación. Cuando estallaron los disparos, la nación se encontraba organizada dentro de los cauces de la ley. Cuando el cuerpo del conductor liberal cayó, ensangrentado, sobre el pavimento de una vía pública de la capital de Colombia y se alzaron en el aire los primeros gritos de protesta, empezaba, en rigor, un trágico intervalo en la historia civil del país: desaparecía el orden y quedaba anulado el imperio de la ley. Se iniciaba, caótica, manchada indeleblemente por el pillaje y el incendio, una revolución cuyo desarrollo posterior (...) hace pensar en un posible plan previo de organización. Un minuto antes de la una y cuarto de ese día, 10 millones de colombianos proseguían el curso natural de sus vidas, sin ninguna zozobra del género de las que un minuto después, iban a nacer, amenazadoras, del seno de la insurrección. A esa hora exacta se iniciaba una etapa desconocida y misteriosa, para calificar la cual, todos, hombres, mujeres y niños, sólo hallaron una palabra, tan vieja como el mundo, pero sobre cuyo contenido y significación exactos sólo ahora intuían el trágico alcance: revolución. La revolución avanzaba, con sus teas encendidas, por las principales ciudades de Colombia. Y en Bogotá comenzaba a quemar, a pillar, a verter sangre en una proporción difícilmente imaginable. La vida ciudadana quedaba destrozada en sus cuadros tradicionales de relación pacífica, y el porvenir se abría, de la hora señalada en adelante, incierto y siniestro. (...) En la sobremesa doméstica, ningún tema sensacional: la Conferencia Panamericana seguía sus deliberaciones sin tropiezos; los negocios continuaban un ritmo lento, pero firme; los precios de la bolsa se mantenían estacionarios; el gobierno del presidente Ospina Pérez inauguraba ese día la exposición agropecuaria de Bogotá; el costo de la vida obrera había subido unos puntos.
EL NAUFRAGIO
De pronto alguien dio la noticia: habían matado a Jorge Eliécer Gaitán al salir de su oficina, en la carrera 7a. (...) En todas las ondas, en todas las frecuencias, se oía, grave, solemne, a veces amenazante, siempre quebrada por la emoción, la voz de los locutores que confirmaba la infausta nueva. (...) A las dos menos cinco de la tarde, hora en que fallecía el líder liberal en la Clínica Central de Bogotá, se liquidaba el orden y se instauraba la anarquía. (...) El tránsito de una forma de existencia a la forma contraria y hostil, estaba operándose en medio de la sangre y el fuego, y a una velocidad incalculable.
El jueves 8 de abril en la noche, se celebró la audiencia pública de un viejo y discutido proceso: el seguido contra el teniente Jesús María Cortés por haber mátado en Manizales al periodista Eudoro Galarza Ossa. Fue el segundo que se le siguió por haberse declarado el primer fallo absolutorio, notoriamente injusto. El señor Gaitán defendió al militar y obtuvo por segunda vez, su absolución por unanimidad del jurado de conciencia. Concluida la diligencia, el penalista, con un reducido grupo de amigos de dirigió al restaurante 'Morroco' (...) con el propósito de tomar un ligero refrigerio antes de retirarse a descansar en su residencia, a donde llegó pasadas las cuatro de la madrugada del viernes 9. No obstante el intenso trabajo, el señor Gaitán llegó a su oficina del Edificio Agustín Nieto (...) antes de las ocho de la mañana. Estaba eufórico y su victoria profesional lo tenía satisfecho. Al mediodía, en su oficina se encontraban el médico Pedro Elisco Cruz, el político liberal Plinio Mendoza Neira, el codirector de Jornada Alejandro Vallejo, y el escritor y tesorero de Bogotá, Jorge Padilla. Gaitán repetía sus tesis sobre el honor militar y anunció el propósito de editar sus teorías.
LA HORA FATAL
La ciudad vivía la usual agitación de fin de semana. Para el día siguiente se anunciaban varias fiestas sociales, con motivo de la IX Conferencia. Mendoza Neira invitó a Gaitán y a sus amigos a almorzar. "Acepto, pero te advierto que yo cuesto caro" contestó el jefe del partido y rió alegremente. En el ascensor, mientras bajaban los tres pisos hablaron en broma y se encaminaron alegres, hacia la calle. El pequeño grupo de los cinco amigos, se dividió en dos. Adelante, tomando del brazo a Gaitán, avanzó Mendoza Neira. Detrás, iban Cruz, Padilla y Vallejo. Los primeros ganaron el andén y dieron dos pasos hacia la calle. Tres detonaciones seguidas, hechas a quemarropa, y una cuarta, un segundo después, los aturdieron. Gaitán cayó hacia atrás. Los tres impactos habían hecho blanco en él. El cuarto a nadie tocó. El reloj de San Francisco marcaba la una y cuarto de la tarde. Con el revólver humeante en la mano, el asesino retrocedió. Las gentes se aglomeraron y el médico Cruz se arrodilló para auscultar al herido. "Aún vive, vamos a una clínica ", dijo. Los compañeros de Gaitán no se recobraban totalmente. El golpe había sido tan inesperado que quedaron confundidos. Apareció un taxi y en él condujeron al herido, cuya sangre formó un gran charco en el pavimento, hasta la Clínica Central ubicada a cinco cuadras de allí. (...) Directamente fue llevado a la mesa de operaciones. El doctor Cruz se dispuso a operar. (...) Ante todo, una transfusión de sangre. Por las tres heridas manaba un continuo hilillo rojo. (...) El creciente rumor de las voces llegaba hasta el salón donde los galenos trabajaban y la aglomeración impedía el rápido movimiento de practicantes y enfermeras. (...) Dentro de su natural congoja, pero conservando una ejemplar serenidad, llegó doña Amparo Jaramillo de Gaitán. Respetuosa y silenciosamente se le abrió paso para que pudiera llegar hasta donde su marido luchaba con la muerte. Los minutos se deslizaban con lentitud. "Aún hay esperanzas", "Cada momento parece más grave", "El corazón decae"... eran los partes que salían de la sala donde agonizaba el caudillo. A la una y 55 minutos, cesaron los latidos del corazón. El jefe del Partido Liberal había muerto.
En la Clínica se hallaban ya todos los jefes liberales. El público pugnaba por penetrar, pero el edificio literalmente no podía contener una persona más. (...) El padre -Eliécer Gaitán- y los hermanos, llegaron rodeados de brazos amigos. Los médicos procedieron a realizar la autopsia (...). El resultado: tres mortales heridas de bala, en triángulo. Una en la base del cráneo y dos en los pulmones.
(...) Después se procedió a embalsamar el cadáver. (...) Manos piadosas habían cubierto el charco de sangre dejado por la víctima, con el tricolor nacional y con pétalos de flores. El pueblo montaba guardia en torno.
EL ASESINO
(...) "El hombre que yo vi asesinando al doctor Gaitán era un tipo muy diferente. Un rostro pálido, anguloso, algo demacrado. No se había afeitado durante dos o tres días. En sus ojos brillaba una mirada de odio. No era un ser que estuviera cumpliendo un mero encargo; no estaba pagado simplemente. Ese rostro estaba animado de una pasión feroz. Era un fanático ". Así describió Alejandro Vallejo -testigo presencial del crimen- al asesino de Gaitán, en un artículo publicado en Jornada. Llevando en la diestra el revólver contramarcado, calibre 38, largo, con que cometió el asesinato, el individuo retrocedió para refugiarse en la Droguería Granada. Pero antes de lograr su propósito, el dragoneante de la Policía Carlos A. Jiménez le intimó prisión y lo desarmó. Aún le quedaba un proyectil. El público lo descubrió y se lanzó sobre el criminal. El policía trato de salvarlo y oyó cuando decía "no me deje matar, mi cabo... ". (...) Pero ya las gentes daban cuenta del desgraciado. (...) La cabeza quedó convertida en una masa informe, las ropas fueron hechas jirones.
Como una chispa caída sobre un reguero de pólvora se difundió la noticia del atentado contra Gaitán. (...) La danza de la locura comenzó cuando todavía el jefe liberal no había exhalado el postrer suspiro. Alguien gritó: "A palacio" y se le coreó frenéticamente. Se recordó entonces la en mala hora pronunciada consigna de "A sangre y fuego" y la ira popular se desbordó. Con los puños crispados en alto, vociferando, la marejada humana, arrastrando el cuerpo del asesino, siguió por la carrera 7a hacia el sur. Pocos metros antes de ganar la calle 8a, cruzó veloz un automóvil. Le lanzaron un pesado madero para detener su marcha, pero no lo alcanzaron. Las puertas de Palacio se cerraron tras el lujoso coche. En él regresaban de inaugurar la exposición pecuaria en Engativá, municipio cercano a Bogotá, el Presidente de la República y su señora esposa. Dentro de la casa de los presidentes únicamente había 16 soldados. La guarnición de Bogotá no llegaba a 700 hombres. (...) Una corbata azul de rayas rojas era cuanto cubría el desnudo cuerpo del asesino dejado en frente de la entrada principal de Palacio. Del batallón Guardia Presidencial, situado a una cuadra, llegó un oficial con tropa y mandó retirar a la muchedumbre que engrosaba minuto a minuto. No se le obedeció. Un soldado nervioso dejó escapar un tiro y se hizo imposible guardar el orden. (...) La lucha había comenzado.
Durante dos días el cadáver del asesino quedó frente al Palacio Presidencial. Aunque los funcionarios del Juzgado Permanente practicaron la diligencia del levantamiento, no lo pudieron retirar de allí por el intenso tiroteo. Cuando el Ejercito pudo, lo recogió junto con otros centenares de cadáveres hallados en calles y plazas y lo llevó al Cementerio Central. Entre esa trágica montaña quedó confundido. Afortunadamente Felipe González Toledo, cronista de El Espectador pudo conseguir la cédula de ciudadanía que llevaba el criminal Así se supo su nombre: Juan Roa Sierra y se obtuvieron primeras pistas. Al publicar el retrato, reconoció el doctor Jorge Cavelier quien en años anteriores le practicó una apendicectomía en el Hospital de La Samaritana. Allí se consiguieron nuevos datos. Había sido hijo de Juan Roa, fallecido y de Encarnación Sierra (...) que hasta el martes de la semana pasada vivía n el barrio Ricaurte. En una casa vecina vivía Juan, quien hacía vida marital con María de Jesús Forero Salamanca, antigua esposa de un cartero de Ministerio de comunicaciones. Juan era el menor de seis hermanos (...) todos choferes. Juan, antiguo albañil, estaba aprendiendo a conducir automóviles. Su padre fue canero y su madre se dedicó a oficios domésticos. Gabriel (uno de los seis hermanos) está recluido en el asilo de locos de Sibaté. La abuela materna de Juan también padecía de enajenación mental. Su padre, murió tuberculoso. Los hermanos y la amante de Juan coinciden en asegurar que era hombre tranquilo e inofensivo, bastante retraído. María de Jesús lo llamaba 'el bobo' y asegura que últimamente se había aficionado a las lecturas rosacrucistas.
(...) Las manos del cadáver de Juan Roa Sierra le fueron amputadas para establecer en forma indiscutible, por medio de las huellas dactilares, la personalidad del asesino. El gobierno designó como investigador especial al abogado Luis Eduardo Gacharná, quien no aceptó. En su reemplazo fue nombrado el magistrado de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Jordán Jiménez.
(...) En las radiodifusoras se actuó con imprudencia. Fueron vehículos del mal consejo. (...)... hablaba el odio, la destrucción, la inconsciencia que ordenó atacar las ferreterías y apoderarse de las armas, herramientas y explosivos. La gente obedeció ciegamente. (...) Y se enfrentó a la policía. Pero ésta, encabezada por los elementos que habían entrado a la Clínica Central, colocó en sus gorras escarapelas rojas y se unió a la muchedumbre.

VOZ DE CORDURA
Cuando murio el jefe liberal, Dario Echandia, Carlos Lleras y otros politicos se reunieron apresuradamente en la misma Clinica para hacer frente a la situación. Como el pueblo pedia un jefe, se designó a Dario Echandia y este salió al halcón para pedir cordura, orden y serenidad. En frente ardia ya el Ministerio de Gobierno. (...) Los jefes liberales, en medio de pueblo, bajaron por la calle 12. En la esquina de la carrera 7a se dieron cuenta de que un saqueo estaba en marcha. El primer grito de "a palacio, se habia trocado por el de "a los almacenes". ( ... ) Corrió el licor a torrentes. Hubo quienes cayeron fulminados por la acción del alcohol y durante horas y dias estuvieron ajenos al drama que se desarrollaba. (...) Eran los clasicos "dias sin huella " que llevó al cine la Metro Goldwyn Mayer.
En el local del Nuevo Teatro del templo de Santo Domingo, los jefes liberales se reunieron para considerar la situación. Se determinó designar una comisión encabezada por Alfonso Araujo para que se encaminara a Palacio y solicitara una audiencia con el Presidente. (...) Araujo levantó los brazos en señal de paz. Sonó una descarga cerrada. Cinco seres cayeron sin vida. Detras de unos muebles se escudo Araujo. La Plaza de Bolivar era un campo de hatalla.
Desde las ventanas del Hotel Astor (...) los periodistas extranjeros venidos a Bogota para transmitir informaciones de la IX Conferencia. presenciaron las escenas desarrolladas en ese sector, durante un par de dias de forzosa cautividad. (...) Como la drastica censura les imnedia transmitir noticias y remitir fotografias. algunos volaron en aviones extranjeros y desde Balboa, en la Zona del Canal de Panama, enviaron informaciones y fotografias que fueron publicadas en el mundo entero. El hotel esta ubicado diagonalmente a Palacio y los periodistas distinguieron a las cinco de la tarde, una figura alta, vestida de negro saltar sobre el cadaver del asesino para llegar a la puerta de Palacio en la cual golpeó afanosamente. Largos minutos pasaron mientras se le identificó y y franqueó la entrada. Como llovia a torrentes, el agua escurria de su sombrero. Era el hasta entonces ministro de Guerra, Fabio Lozano y Lozano. Una hora mas tarde, los observadores vieron aparecer por oriente, en fila india (uno detras de otro) a los jefes liberales. Iban ganando terreno. guareciendose de la lluvia de hala en cada portón. En la esquina, un oficial los iba reconociendo individualmente. Para cruzar la carrera 7 tuvieron que agacharse. Los proyectiles rozaban sus cabezas. Uno de ellos marchaba con dificultad. Por su nevada cabellera reconocieron a don Luis Cano. director de El Espectador. Las verjas de acero se cerraron. El pequeño ascensor los llevó al cuarto piso. Asi se iniciaron, en medio de la mas dramatica tension nerviosa, las 17 horas de histórica conferencia.

JAQUE AL REY
El presidente Ospina, cauteloso, sereno, fue haciendo subir a su despacho a los integrantes del grupo de tres en tres. Los ultimos que fueron llamados pudieron verlo pasada ya la media noche. (...) No deliberaba con todos a la vez. Los hacia entrar por turnos a su sancta sanctrum y habló en varias ocasiones a solas con Echandia. Su excelencia se mostró tranquilo, mentalmente agil y dueño de una cabal energia espiritual. (...) Por intermedio de sus amigos presentes pide colaboración liberal y ofrece a Echandia el Ministerio de Gobierno. Muy espaciadamente se les sirve a los visitantes cafe tinto, luego hacen su aparición dos bandejas de 'sandwichs' improvisados y, por fin, unos vasos muy bien dosificados de Sello Negro. Los liberales consideran que Echandia, dada la circunstancia de estar de por medio su eventual designación para el Ministerio de Gobierno, se hallaria en situación embarazosa para llevar la voz cantante. De ahi que Carlos Lleras, comisionado por sus compañeros, plantee la situación con claridad y con franqueza: el pais se precipita al caos; el asesinato de Gaitan es un acto inicuo que ha enloquecido al pueblo entero. (...) La guerra civil es inminente y la presencia del Presidente un peligro para la paz publica. Sólo su retiro podria aplacar a las masas. El Partido Conservador, ni aun apoyado en la fuerza, puede contener la avalancha. El Presidente tiene en sus manos la responsabilidad de lo que seguira ocurriendo y puede evitar la catastrofe renunciando. Echandia, como ministro de Gobierno, asumiria el mando en tanto que llega el primer designado (Eduardo Santos) y convoca a nuevas elecciones.
(...) El Presidente, desde luego, es libre para aceptar o rechazar la propuesta. Los liberales no estan pidiendo nada. Ofrecen, simplemente, una fórmula, un aporte, para conjurar el peligro y sortear la situación. No es un ultimatum. Ellos no son jefes de un movimiento revolucionario sino ciudadanos de buena voluntad que hablan en su propio nombre, no como voceros de ese movimiento.
Desde los grandes ventanales de vidrio del despacho del magistrado se ve, en medio de la oscuridad de la noche, avanzar el incendio. (...) El Presidente esquiva una respuesta definitiva. Advierte, sí, que nada hara distinto de la que el quiera. Explica que nada puede resolver sin reunir un consejo de ministros. Unicamente estan con el en esos momentos Eduardo Zuleta Angel (Gobierno), Estrada Monsalve (Minas), Evaristo Sourdís (Trabajo), todos conservadores, y Fabio Lozano (Guerra), liberal, quien no se había retirado de su cargo en espera de la llegada de su sucesor, Fernando Londoño, actualmente embajador en París. Camilo de Brigard, eminencia gris del conservatismo, y Rafael Azula Barrera, secretario general de la Presidencia, tambien presentes, se muestran nerviosos, condescendientes.
El telefono 9250, unica línea externa en servicio, pues el conmutador de Palacio no funciona, no ha dejado, en tanto, de trabajar un solo instante. Llamadas continuas de El Tiempo, de El Liberal, de importantes personajes políticos. En El Tiempo, Roberto García Peña (39 años) desarrolla, sin fatiga, una trascendental misión de enlace... va dando cuenta a los liberales que se encuentran en Palacio del curso de los acontecimientos. Ya ha logrado ponerse en contacto telefónico con Eduardo Santos, en Nueva York. Adan Arriaga Andrade (ex ministro liberal de Trabajo) ha llamado a la Quinta división de Policía (sublevada) para informar que los agentes ya no desean atender mas los consejos que el les da de esperar un poco, de no lanzarse a las calles a la refriega, de conocer primero los resultados de la entrevista con el presidente Ospina Perez. (...) Alberto Arango Tavera (ex ministro liberal de Guerra), reunido con los generales, llama desde el Ministerio de Guerra. El periódico no podra salir el sabado por falta de energía electrica (...) Mendoza Neira llama de Palacio para decir que la Radiodifusora Nacional esta propagando la especie de que los jefes liberales han ido a ofrecer su apoyo irrestricto al Presidente. Y, luego, nuevas llamadas de El Tiempo a Palacio y de Palacio a El Tiempo, para preguntar que pasa (..). Y así, las horas siguen precipitandose y raya el amanecer del sabado 10. (...)

LLEGAN LOS GENERALES
Cinco generales de la Republica llegan, entre tanto, a Palacio. Son todos los que se encuentran en la ciudad. El Presidente y Echandia manifiestan que cualquier fórmula que se adopte sera dentro de los principios que establece la Constitución. Los generales declaran que ellos estan animados por el mismo propósito y dispuestos a acoger y respaldar las medidas que tanto el jefe de Estado como Echandía juzguen oportunas. El Presidente le dicta un poco mas tarde a su secretaria un decreto por el cual se designa al teniente general German Ocampo ministro de Guerra.
Cerca de las 10 de la mañana, su excelencia se decide a dar una respuesta categórica. Esta se concreta a lo siguiente:
1) Su retiro, en vez de solucionar el problema, lo agravaría, desatando la violencia conservadora en los departamentos en los que este partido tiene mayoría y lanzando a las guardias departamentales contra el liberalismo.
2) Ha jurado cumplir la Constitución y su deber lo obliga a permanecer al frente de su cargo.
3) No esta dispuesto a aceptar, con su retiro ninguna responsabilidad implícita en el asesinato de Gaitan o en los sucesos desencadenados.
4) Desea formar un gabinete de Unión Nacional, designando al señor Echandía para la cartera de Gobierno y conservando la libertad de escoger los nombres de los otros cinco ministros liberales.
Lleras Restrepo y Salazar Ferro se han mostrado propicios a la ruptura de una conversación que lleva trazas de no terminar nunca, pero Echandía le ha manifestado que se reserva el derecho de estudiar y contestar su oferta. Y asi los liberales, conocida la voluntad final del Presidente, se retiran.
Una vez en la calle. se encaminan a El Tiempo en donde se hahia concertado una reunión a fin de deliberar y tomar una determinación definitiva. (...)
En las oficinas de la Revista de America (antigua residencia privada del ex presidente Santos, contigua al edificio de El Tlempo) se inicio la reunión. Pese a los esfuerzos de los policiales que se hallaban en el interior del edifico, de las instrucciones de los empleados y colaboradores del periodico, las oficinas se vieron literalmente colmadas de gente. (...) Echandia, en medio de esta asamblea popular, puso orden al dehate. Y fue pidiendo opiniones a los principales asistentes. (...) El liberalismo no podia, sin dejar de serlo, solidarizarse con un movimiento subversivo. o encabezarlo. Cualquier solución deberia ser hallada dentro de las vias constitucionales. No era posible esperar a que el Presidente cambiara de parecer (...). Ni era posible, tampoco, dejar al gobiernos impotente. en situación de caer victima de un golpe de fuerza (...). El liberalismo estaba en el deber de prestar su concurso para evitarle a la Republica tamañas desventuras. (...)
Aun proseguian las deliberaciones cuando Echandia levanto la voz anunció:
Un momento ha surgido un hecho nuevo que debemos discutir". Jorge Esguerra López, ex director de sanidad militar, primo hermano de Alfonso López, medico (64 años), traía un mensaje (...). Echandia lo transmitió a los circunstantes. El teniente general Ocampo lo invitaba a una conferencia con el objeto de encontrar pronto remedio a los sucesos. Para algunos fue presumible que el presidente Ospina Perez deseaba, por ese medio, insistir en su deseo de solicitar la colaboración.
Muy bien se, dijo Echandia, que mi aceptacion ha de incidir sobre mi carrera pública. Mañana me echaran piedra en las calles: Pero eso no puede contar, no debe contar y no cuenta. Si ustedes creen que la solucion es esa, yo acepto lo que ustedes digan". (...)
Se le sugirió que hablara por telefono con el general.(...) En el despacho privado del señor Eduardo Santos ya rodeado por un grupo mas pequeño, sobre una hoja de papel de seda azul, el jefe del liberalismo fue escribiendo, a medida que el primer magistrado se los dictaha, los nombres que habia escogido para el nuevo gabinete. (...) Y luego aun reservó tiempo y sensatez y serenidad para prevenir al primer mandatario sobre el peligro de que en la Quinta división se produjese, con las tropas, un combate de proporciones muy graves y para solicitarle amnistia para los agentes en ella concentrados. (...) Tres oficiales vinieron para ponerse a órdenes del nuevo Ministro de Gobierno (...)

LA DIRECCION LIBERAL
Se procedió de inmediato a constituir una directiva provisional para el liberalismo. Lleras Restrepo fue escogido para presidirla y procedio a ejercer su mandato sin vacilación ni demora. Comunicados para la radio, radiogramas a los directivos, explicaciones al partido.
(...) El liberalismo aceptó la fomula de la unión nacional, que tomaba en esas pateticas circunstancias el caracter historico de una unión sagrada para salvar a la nación . Se pactaha frente a las ruinas y las cenizas de los edificios quemados y saqueados por las turbas enloquecidas, y frente al desorden y al caos. (...) En la reorganizacion ministerial equedaban por fuera de la nomina conservadora dos personajes que los voceros del liberalismo consideraban indispensable, fueran excluidos para aceptar la fórmula de unión del presidente Ospina: los señores Laureano Gómez, hasta entonces ministro de Relaciones Exteriores y jefe del conservatismo, y Jose Antonio Montalvo, tambien hasta ese momento ministro de Justicia y ex ministro de Gobierno.
De esa manera de iniciaba el primer acto politico del gobierno frente a la anarquia en que desde hacia 21 horas se encontraba sumida la Republica.
(...) Horas antes, del hatallon Guardia Presidencial acudieron para reforzar la de Palacio. Se repitieron los disparos y hubo muertos. La multitud retrocedio lentamente. Y al pasar por el Capitolio penetró amenazante. No hahia quien la contuviera. (...) Dentro estaha el administrador del edificio. Eduardo Medina Bonilla 36 años, de Popayan, alto de cuerpo y fornido. Se enfrentó a las masas y las detuvo mientras del Guardia Presidencial llegaron soldados que pusieron en fuga a los creadores de la revuelta'. (...) Cien diplomaticos y miembros de la IX Conferencia que estaban en el Capitolio quedaron encerrados. Pasaron horas de angustia y temor.

Las gentes tenian ansia de destruir. Eran una incontenible fuerza desvastadora, un ciclón. Subieron por la calle 10 hasta el viejo Palacio de San Carlos, la historica residencia del Libertador y Manuelita Zaenz. Todo estaba recién arreglado para la fiesta de la Panamericana. La colonial edificación fues pasto de las llamas junto con todo lo que encerraba. Igual suerte corrió la Cancillería, cuyo archivo y biblioteca, sin embargo, pudieron salvarse en parte (...). Los criminales abusos iban aumentando con pasmosa celeridad (...) . Llovia a torrentes pero nadie pensaba en ir a sus casas. Todos querian participar en el motín y quienes predicaban sensatez eran mal mirados y tuvieron que huir ante la amenaza de ser linchados. En muchos lugares los ocupantes no tuvieron tiempo de escapar y sus cadaveres se encontraron al remover los escombros. La lucha se prolongó todo el viernes y el sabado. La mayor parte de la Policia se habia rebelado y luchaba hombro a hombro con el pueblo contra el Ejercito que aun no habian entrado a actuar en forma. (...) En las calles se libraron feroces combates. (...)

UNA ESPERANZA
El viernes 9. al atardecer. cuatro tanques del Ejercito de Colombia pasaron por la carrera 7° hacia el sur. El pueblo abrió campo y los vitoreó. Era la voz del orden. Ia esperanza del regreso a la normalidad. Mario Iragorri, 40 años, liberal, de Popayan, lo comprendió asi y con el ingeniero Hernando Gonzalez Varona =que apretaba los labios para refrcnar la indignación que le causó la destrucción de sus mas estimadas obras: la refacción del Capitolio y el Palacio de San Carlos= y un redactor de SEMANA, se dirigió al Ministerio de Guerra. El ministro estaba fuera. Pidió y obtuvo una entrevista con el jefe del Estado Mayor. Le relató lo que acababa de presenciar. Volvió a la calle y en las oficinas de El Tiempo, estuvo con compañeros de lucha politica que ansiosos es- peraban el resultado de la junta de Palacio. Alberto Arango Tavera, 46 años, liberal, de Manizales y antiguo ministro de Guerra resolvió actuar tambien. Con el mismo redactor de SEMANA, a pie por entre la lluvia y la bala esquivando a los asaltantes que ofrecian armas y licores, con ojos aterrados presenciando los asaltos, saqueos y crimenes (...) llegaron a la puerta de la antigua Escuela Militar. La protegia una fuerte guardia, pero el jefe, al reconocerlos los dejó pasar. En su despacho el teniente general German Ocampo y los demas miembros del Estado Mayor los recibieron. Vengo no como liberal, sino como colonlhiano. Invoco mi conclicion de antiguo ministro de Guerra, de compañero de ustedes, para pedirles en nombre de la patria que la salven. El Ejercito, este valiente Ejercito tan noblemente representado por los generales es la ultima y unica esperanza de la Republica". Sus ojos estaban humedos y su voz se apagó ante el respetuoso silencio de los militares. (...)
Cerca de la medianoche comenzó el primer ataque al Ministerio de Guerra.(...) De pronto. circuló la noticia de que un ministro se hallaba presente. Era Luis Ignacio Andrade (Obras Publicas). Se creyó que habia sido nombrado ministro de Guerra. Conferenció con el general Sanchez Amaya y con otros militares y se fue al despacho de la secretaria. El ambiente era pesado. Numerosos oficiales querian actuar sin demora. Deseaban contener la ola de sangre y apagar los incendios. En un carro de guerra llegó Laureano Gómez. De El Siglo y de su finca Torcoroma en Fontibón no quedaba sino el recuerdo. En las tinieblas se distinguia la figura del canciller. No era la conocida robusta silueta del jefe unico del conservatismo. Estaba sombrio, pensativo. Sonaban las cinco y media de la mañana.
Las luces del alba descubrieron un Bogota de donde habia desaparecido para siempre la gastada frase de "aqui no pasa nada". Sobre calzadas y andenes yacian cadavcres de hombres, mujeres y niñnos. Se dibujaba en su boca una mueca de dolor y de rabia. (...) Los edificios que no fueron arrasados mostraban en sus paredes ennegrecidas por el husno las huellas de la cruenta lucha (Este fue el caso de SEMANA) Bogotá apenas podia conpararse con Londres y Coventry despuds de los bombardcos o con Cuernica. la ciudad española.
Veinticuatro horas despues del asesinato de Gaitan, de todo el país habian llegado refuerzos de tropa. Las compañias comerciales de aviaci6n estaban todas al servicio de las Fuerzas Armadas Sobre las ciudades pasaban a baja altura aviones de guerra para atemorizar a los revoltosos Pero estos hacian resistcncia desde cualquier rincón y las bajas en el ejercito eran muchas hablaba de leales' y 'revolucionarios' Entre estos ultimos, el foco de resistencia mas fuerte era el de la Ouinta división de la policia, en la carrera 5" con calle 30. El edificio fue rodeado a prudente distancia por los soldados que llevaban toda clase de armamento, inclusive basukas. Los aviones estaban listos a bombardearlo y se les envió un ultimatum. Despues de conseguir promesa de amnistia, se cntregaron. Fue el toque de desbandada. El gobierno, gracias a la unión nacional y al ejercito, se habian consolidado y a los lejosos se presumia el regreso a la normafidad ( ) fueron muchos quienes parecieron en la semana tragica La cifra exacta no se conoce ni se conocera jamáss. En todo caso, pasan de 1 000.
Muchos hombres se comportaron como verdaderos heroes y perecieron en cumplimiento del deber.

LEY MARCIAL
Para acelerar la calma, el gobierno habia clausurado todas las radiodifusoras; los periódicos por causas diversas y con excepción de El Liberal que unicamente de aparecer el domingo, no g volvieron a circular El gobierno decretó; la Ley Marcial y Bogotá quedó bajo el trajico toque de queda apartir de las 7 p.m.
El silencio, el pueblo de Bogotá desfilo por entre los escombros No encontró su ciudad. Nadie tenia dinero, pero tampoco habia que comprar, el hambre atormentaba a la ciudadania El ejrcito montaba guardia dia y noche.
El gobierno comenzó a tomar medidas de emergencia. Se ordenó levantar el censo de viudas y huerfanos se creo una junta para que informe sobre los daños sufridos. Argentina envió aviones con viveres y drogas Venezuela lo mismo La Cruz Roja estadounidense tambien regalo auxilios y Quito tambien. Un rico ganadero de los llanos, Jorge Luis Vargas regalo 100 novillos gordos. El ministro de Hacienda anunció declaración de moratoria general y plazo para el pago de impuesto