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La nueva Buenaventura

Un buen alcalde, una notable recuperación financiera del gobierno local y una avalancha de obras civiles han transformado el puerto sobre el Pacífico.

3 de agosto de 2003

Lo primero que encuentra quien llega a Buenaventura por estos días es un trancón descomunal entre la entrada a la cuidad y el famoso puente de El Piñal. Lo que más sorprende, sin embargo, es que en medio de las tractomulas, el calor y la humedad la gente asume con tranquilidad estas molestias. Sabe que se originan en una avalancha de obras civiles que están en plena ejecución: el nuevo ferrocarril, la llamada vía alterna-interna y un nuevo puente para entrar a la isla Cascajal, donde queda la zona portuaria, el comercio y el centro de la ciudad.

Al recorrer el centro y hablar con la gente se puede percibir que algo está cambiando. "Hubo un tiempo en que me tocó dejar de venir a vender mis frutas porque la basura estaba toda regada en la calle y así nadie me compraba nada", cuenta, por ejemplo, Luz Balanta, una matrona que se instalaba cerca del edificio de la Aduana.

Son muchas las cosas que han cambiado desde cuando el médico cirujano Jaime Mosquera llegó a la Alcaldía de Buenaventura, en enero de 2001, y encontró 3.000 toneladas de basura en sus calles, un municipio paralizado con más de 83.000 millones de pesos en deudas, todas las cuentas embargadas y la nómina oficial atrasada en 14 meses.

Lo primero que hizo Mosquera fue acogerse a la Ley 550 de intervención económica, que le permitió frenar los embargos y liberar recursos para que la administración municipal pudiera funcionar. Además renegoció las obligaciones y firmó en abril de 2002 un acuerdo de pago con los acreedores. Esta negociación recibió la bendición del Ministerio de Hacienda pues, como parte del arreglo, el gobierno nacional cedió al municipio el lote de la antigua Zona Franca para que lo vendiera y pagara sus deudas.

Como parte de la reestructuración el alcalde también realizó una reforma administrativa que representó un ahorro anual de 4.500 millones de pesos para el municipio. Congeló los gastos de funcionamiento y subió los ingresos tributarios a través de la Oficina de Fiscalización, pasando de recaudar un total de 14.000 millones de pesos en 2000 a 26.000 millones en 2002. Así mismo, aplicó el sistema de entregar el anticipo de todos los contratos de construcciones civiles en presencia de la comunidad y los medios de comunicación para facilitar la veeduría ciudadana sobre las obras.

Más allá de las finanzas, la primera obra tangible de la administración municipal fue recoger las 3.000 toneladas de basura que había en las calles a comienzos de 2001 y organizar el servicio de recolección de las mismas. En mayo del mismo año el entonces presidente Andrés Pastrana se comprometió a entregar una partida de 150.000 millones de pesos para las obras que le están cambiando la cara a la ciudad: el viaducto, que ya está en funcionamiento, y la vía alterna-interna, una variante que recibe los camiones que vienen del interior del país y los lleva a la zona portuaria, evitando, con pasos elevados, las calles de la ciudad. También se han construido numerosos puentes peatonales y se han invertido en el último año cerca de 3.000 millones de pesos en la pavimentación de barrios periféricos.

Quizá más importantes, sin embargo, son las obras para ampliar el servicio de agua, que fue entregado en concesión a la firma colombiana Hidropacífico. Antes, en algunos barrios marginados sólo había agua durante dos horas al día. Hoy este horario se ha extendido hasta completar medio día y se espera que cuando terminen las obras, en 2004, se logre un total de 24 horas continuas de agua potable en toda la ciudad, así como la solución definitiva de otro problema que había: la recolección de las aguas negras.

La recuperación de Buenaventura ha encontrado, no obstante, muchos obstáculos, sobre todo en la parte financiera. El acuerdo de pagos con los acreedores, entre los que hay pensionados, depende de la venta de un lote, que se ha demorado mucho debido al desconocimiento y un poco de suspicacia por parte del gobierno central. El alcalde propuso entonces que la Nación subastara directamente el lote y abonara a los acreedores del municipio. Finalmente, el pasado 14 de julio Fiducoldex, que es el propietario del terreno, anunció la subasta. Este será, por lo demás, el primer aporte del gobierno nacional a la Zona Especial Económica de Exportación de Buenaventura (Zeeeb). Hay que recordar que el puerto es una de las cuatro zonas del país en las que hay una exención del impuesto de renta, así como un régimen laboral más flexible para las nuevas empresas exportadoras que se creen. El 16 de julio pasado se lanzó oficialmente la Zeeeb, en presencia de 200 empresarios en Bogotá.

La gente de Buenaventura reconoce las mejoras pero sabe que falta mucho camino por recorrer, sobre todo en lo que tiene que ver con la seguridad, el drama de los desplazados y el desempleo alarmante (calculado en 40 por ciento). Difícilmente se pueden revertir en un tiempo muy breve las décadas de abandono en que estuvo el puerto. Pero en todo caso la comunidad le reconoce a Jaime Mosquera sus obras y, según una encuesta del Centro Nacional de Consultoría realizada en junio pasado, el alcalde goza de 83 por ciento de aceptación faltándole apenas seis meses para culminar su mandato. "Esa sensación de que tenemos alcalde, de que alguien sostiene el timón de la nave era algo que habíamos olvidado en Buenaventura y él nos demostró que sí se puede", señaló Doralba Caicedo, propietaria de un restaurante sobre el malecón.