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A LA OFENSIVA

Cuando nadie lo esperaba las Fuerzas Militares propinan duros golpes a la guerrilla y <BR>permiten algobierno llegar menos débil al diálogo con las Farc.

16 de agosto de 1999

Cada vez que se iniciaba una nueva serie de diálogos en París entre los
representantes de la guerrilla norvietnamita y la comisión negociadora de Estados Unidos presidida por
Henry Kissinger, entonces secretario de Estado, el Vietcong llevaba a cabo una ofensiva contra
posiciones norteamericanas. Con ello llegaba a la mesa de negociaciones en una posición de fuerza
evidente que hacía difícil para sus interlocutores lograr las más mínimas concesiones. No hay duda de
que las lecciones del general Vo Nguyen Giap han sido asimiladas por las Farc. Al igual que en otras
oportunidades, hace unas semanas las Farc decidieron aplazar el inicio de las negociaciones de
paz. Según el secretariado, dos miembros de la comisión negociadora de la guerrilla no habían
podido llegar a la zona, uno proveniente de México y el otro del norte del país. Tanto para el gobierno
como para la opinión pública, se trataba de un nuevo baldado de agua fría. Pero, como en otras
ocasiones, el gobierno aceptó a regañadientes la excusa y la fecha se aplazó para el 19 de julio. Pocos
días después, sin embargo, la opinión pública comprendió las verdaderas razones para el
aplazamiento. Durante la semana del 7 de julio las Farc sembraron de sangre regiones cercanas a la
zona de distensión, atacaron los municipios de Puerto Lleras, Doncello, Arauquita, San Carlos
(Antioquia), Toledo, Labateca, Hato Corozal, San José del Guaviare, El Líbano, Mesitas del Colegio,
Boquerón, Tibacuy, Algeciras, Santa Ana, Puerto Caicedo, Gutiérrez y Puerto Rico y retuvieron
centenares de civiles en las afueras de Florencia. Además de lo anterior, durante varios días,
miembros del II frente de las Farc mantuvieron bajo su poder decenas de vehículos en la carretera que
conduce de Pasto a Mocoa.Al hacer nuevas demostraciones de su poderío militar, las Farc buscaban
llegar aún más fuertes a la mesa del diálogo con el gobierno. Pero las cosas no salieron como lo
esperaba el secretariado. El miércoles pasado los colombianos despertaron con enormes titulares
de periódicos en los que el Ejército informaba de los resultados de la más reciente ofensiva militar: 202
guerrilleros muertos. Como suele suceder en estos casos, la reacción de la opinión pública,
acostumbrada más a las derrotas del Ejército que a sus victorias, fue de escepticismo. Pero en la
noche las imágenes en la televisión fueron contundentes. Filas de cadáveres de guerrilleros, entre los
que se contaban innumerables mujeres y menores de edad, eran la prueba contundente de este nuevo
hecho en la guerra civil no declarada que vive el país.
Ese caso aislado le ha permitido al gobierno llegar a la mesa del diálogo un poco menos débil de lo
que se veía hace unas semanas. Pero lo cierto es que el éxito mostrado por las Fuerzas Militares la
semana pasada es apenas uno de varios triunfos militares que son, a su vez, el resultado de una nueva
estrategia puesta en marcha por la cúpula militar. Tiempos difícilesHace 10 meses, cuando los
generales Fernando Tapias, Jorge Mora y Rafael Hernández, asumieron las riendas de las Fuerzas
Militares, el panorama que encontraron no era nada halagador. En el plano militar las tropas habían
recibido tantos golpes que bien podrían asemejarse a la de un boxeador al borde del nocaut. En
efecto, en las incursiones guerrilleras a Puerres, Las Delicias, Tres Esquinas, Pastascoy, Pavarandó,
El Billar y Miraflores, murieron 195 soldados y 271 fueron retenidos por la subversión.La situación
interna de las Fuerzas Militares era tan grave como la militar. Al igual que el país las Fuerzas Armadas
no fueron ajenas a la polarización política que se vivió a raíz del famoso proceso 8.000. Esta situación
produjo un corto circuito entre los altos mandos, los que terminaron por dividirse en dos bandos. Uno
conformado por quienes apoyaron al hoy ex presidente Ernesto Samper y otro que consideraba que el
primer mandatario debía renunciar por la narcofinanciación de su campaña política. En medio de ese
enfrentamiento estaban las tropas cada vez más desmoralizadas y desmotivadas por los duros golpes
que recibían a manos de una guerrilla que terminó por sacarle provecho a esa situación.En esas
condiciones el reto que tenía la nueva cúpula no era una tarea fácil y muy pocos apostaban un peso
por la recuperación militar del Ejército en momentos en que la guerrilla cada vez se hacía más fuerte y
el presidente Andrés Pastrana anunciaba con bombo y platillos la iniciación del proceso de paz con las
Farc. El proceso incluía el despeje de 42.000 kilómetros cuadrados de territorio que eran escenario de
duras confrontaciones entre soldados y subversivos. Nueva guerra, nueva estrategiaEl general Tapias y
los demás miembros de la
cúpula decidieron tomar el toro por los cuernos. Los oficiales sabían que el primer paso que tenían que
dar era el de restablecer la moral y el ánimo de sus tropas. Para ello decidieron visitar uno a uno todos
los batallones regados a lo largo y ancho del país. Allí conocieron de cerca las necesidades
apremiantes que tenían sus soldados. Durante largos días se reunieron con ellos y les hablaron de
tú a tú y con absoluta franqueza. Comenzaron a cambiar el lenguaje. De frente le dijeron a sus
tropas que Colombia era un país que estaba en guerra y que cuando se habla de guerra significa que
hay que reentrenarse, permanecer siempre alerta e inclusive estar dispuesto a dar la vida por la patria.
"Durante más de 40 años nuestros hombres sólo habían oído hablar de una palabra etérea: orden
público. Y nadie sabe qué significa eso. Aquí las cosas hay que llamarlas por su nombre y el conflicto
armado que vive el país tiene nombre propio: guerra", dijo a SEMANA uno de los miembros de la
cúpula. Por raro que parezca, la verdad es que nunca antes los altos mandos le habían reconocido a
sus tropas que el conflicto armado en Colombia era de tal magnitud que iba más allá de una simple
alteración del orden público y que por lo tanto no podía definirse con otra palabra distinta a guerra. Pero
el problema de fondo iba más allá de la desmotivación de las tropas. La nueva cúpula descubrió que
había un total divorcio entre las distintas fuerzas cada vez que se planeaba una operación contra la
guerrilla. En la mayoría de las veces las fuerzas no sólo actuaban como ruedas sueltas, sino que el
celo extremo entre cada una de ellas hacía que no compartieran sus planes. La mayoría de las veces el
resultado de esa acción individual era el fracaso.
La solución a la crisis era evidente, pero requería de una buena dosis de sentido común y de
trabajo en equipo. La cúpula sentó en una misma mesa a los comandantes de las distintas armas,
de la Fuerza Aérea y de la Armada y logró fijar con ellos las nuevas reglas de juego cuyo único fin era
el de actuar como una unidad de cuerpo que permitiera el intercambio de información y el respaldo
irrestricto de todos en cada una de las operaciones. Eso dio como resultado la planificación de
acciones conjuntas, que en el papel no es otra cosa que la combinación de inteligencia, capacidad
de reacción, apoyo aéreo y tropas combatiendo. El resultado no ha podido ser mejor. En los últimos
ocho meses las Fuerzas Militares han planificado 11 grandes operaciones que han golpeado
duramente a la subversión.

Pero como en toda guerra, también han sufrido algunos reveses. Son los casos de Tierra Alta en
Córdoba, el pasado 22 de junio, cuando murieron 36 soldados a manos de varios frentes de las Farc;
y el de Gutiérrez (Cundinamarca), el 8 de julio, donde murieron otros 36 soldados. Pero a diferencia del
pasado, en estas dos oportunidades ningún soldado se entregó al enemigo y las pérdidas de
uniformados ocurrieron en combates abiertos y no en emboscadas, como había sucedido en
ocasiones anteriores. Si bien la opinión pública tiene una percepción distinta, los triunfos de las
Fuerzas Militares han sido superiores a las derrotas. El primer gran golpe planeado dentro de la
nueva estrategia fue el de Mitú, ocurrido el primero de noviembre del año pasado, unos días antes de
iniciarse la zona de despeje. En esa oportunidad 1.400 guerrilleros al mando de 'Romaña' se tomaron
esta población con el propósito de mantener el control durante una semana. Sin embargo, el Ejército y
la Fuerza Aérea pusieron en marcha una operación aerotransportada, y 24 horas después de la toma
400 soldados llegaron a Mitú, obligaron a 'Romaña' y a su gente a abandonar la capital del Vaupés, y
retomaron la ciudad. Este fue uno de los grandes fracasos de las Farc. En esta oportunidad, como en
las operaciones que siguieron, la participación del general Héctor Fabio Velasco, comandante de la
FAC fue fundamental. Posteriormente el Ejército propinó otros grandes golpes a la guerrilla en Urabá,
Cauca, Valle, Arauca, Antioquia y Cundinamarca. (Ver recuadro).Gran parte de los éxitos de esta
operación se debió a la puesta en marcha de un ambicioso proyecto que se conoce en la institución
castrense con el nombre de la Fuerza de Despliegue Rápido. La cúpula militar decidió unificar a las
tres brigadas móviles antiguerrillas, así como los más selectos miembros de las Fuerzas
Especiales, de Aviación del Ejército y de la Fuerza Aérea, que en total suman 5.000 hombres. La nueva
estrategia militar se basa en una buena información de inteligencia y en la capacidad para desplazar
rápidamente a esas fuerzas en los lugares de operaciones de gran envergadura. El gran número
de efectivos sirve para contrarrestar los ataques en masa de la guerrilla, que en sus operaciones llega
a utilizar hasta un millar de subversivos. La gran prueba de fuego de las Fuerzas de Despliegue Rápido
la tuvo la semana pasada en los enfrentamientos en Puerto Lleras y Puerto Rico, en el Meta, y
Doncello en Caquetá. Los comandos del Ejército enfrentaron en el Meta a cerca de 1.000 guerrilleros y
en una acción apoyada por la FAC con sus aviones fantasmas, los aviones de reconocimiento que
cuentan con capacidad de detección de fuentes de calor y sus helicópteros artillados, las Fuerzas de
Despliegue dieron de baja a más de 150 guerrilleros convirtiendo a esta operación en el triunfo más
resonante del Ejército sobre la subversión. Por esta razón los golpes de la semana pasada, como el de
los meses anteriores, no han sido una labor de azar del Ejército. Por el contrario, han sido el
resultado de un trabajo organizado, bien planificado, fruto de la reestructuración que se inició
hace 10 meses. Ahora las Fuerzas Militares esperan que Estados Unidos le tiendan una mano para la
consecución de equipos tanto de inteligencia como de la Fuerza Aérea. De llegarse a concretar las
gestiones que la semana pasada realizaron el ministro de Defensa, Luis Fernando Ramírez, y el
comandante de las Fuerzas Militares, general Fernando Tapias, se podría afirmar, como lo dijo el
propio presidente Pastrana, que el Ejército colombiano está preparado para la paz, pero también para
la guerra.La guerra y la pazLas Farc saben bien que en una negociación de paz que ocurre en medio
de la guerra resultan más contundentes los hechos de guerra que las demostraciones de paz. Las
Fuerzas Militares han aprendido esa lección. No hay duda de que la puesta en marcha de una
estrategia de largo plazo, la integración de las distintas capacidades de las instituciones militares y
la aplicación de nuevas tecnologías de comunicaciones e inteligencia, han permitido a las Fuerzas
Militares modificar la balanza del conflicto.Un refrán
chino afirma que no es posible atrapar al cachorro del tigre sin entrar en su guarida. Hoy el
Ejército lo sabe bien. Seguramente habrá innumerables combates en el futuro cercano, y que no
siempre serán victoriosas las Fuerzas Armadas. Pero por lo pronto, aunque parezca paradójico,
estos triunfos recientes podrían incrementar un poco más las probabilidades de hacer la paz con las
Farc.
TUCANOT-27 Se utiliza para el entrenamiento de pilotos de guerra y para ablandamiento en zonas de
operaciones. Está dotado de dos ametralladoras .50 y lanzacohetes.
BRONCOOV-10 Es un avión turbohélice táctico que se utiliza para reconocimiento en las zonas de
operaciones. Está dotado de dos ametralladoras 7.62 y con lanzacohetes.
HERCULESC-130 Es usado para el transporte de tropas y tiene una capacidad para 120 soldados.
BLACK HAWKUH-60A-LARPIA Está artillado con cuatro ametralladoras .50 y con dos lanzacohetes.
Tiene una capacidad de lanzar 38 bombas.
BLACK HAWK Se utiliza para el transporte de tropas. Tiene capacidad para 20 soldados. Es de alto
rendimiento en la topografía colombiana.
DRAGONA-37 Es usado para apoyo táctico y para interceptar aeronaves de vuelos clandestinos. Está
dotado de lanzacohetes y dos ametralladoras calibre 7.62. En las operaciones se utiliza para el
ablandamiento de las zonas para desembarcar tropas.
Avión fantasma AC-47 Turbo Es un DC3 de los años 50 que fue sometido a una repotencialización
de sus motores, que pasaron de pistón a turbohélices. Sus equipos de aereonavegación cuentan con
los últimos adelantos de tecnología y fue dotado con tres ametralladoras .50. Igualmente se
acondicionó con sofisticados visores infrarrojos para realizar operaciones nocturnas. Se utiliza
para misiones de reconocimiento y de ataque artillado. Puede volar a una altura de 5.000 pies. Tiene
una autonomía de vuelo entre 8 y 10 horas.