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Después del arresto, extradición o muerte de los jefes, La oficina de Envigado quedó en manos de alias Helenita.

JUDICIAL

La Oficina de Envigado y la temible Helenita

Después de la captura de alias El Indio la temida oficina de Envigado prácticamente está desmantelada. Una mujer desconocida quedó al frente de lo poco que hay de esa estructura.

28 de julio de 2012

En el mundo del hampa son frecuentes los mitos de mujeres que manejan los hilos por encima de los capos más temidos. Uno de estos personajes se viene mencionando con frecuencia desde hace varias semanas en el bajo mundo de Medellín, donde se habla de Helenita como una pieza clave del poder mafioso de La Oficina de Envigado. Ella tiene poco que ver con las acciones militares de esta organización, pero conoce como nadie de los apoyos a políticos y de los sitios donde se legaliza el dinero que llega del narcotráfico y la extorsión.

Las autoridades ya están informadas de su existencia, pero aún no tienen requerimientos judiciales que permitan privarla de la libertad. De acuerdo con los rastreos que han hecho, se sabe que tuvo su primer contacto con el bajo mundo en la década de los noventa.Vivía en el barrio La Magnolia, de Envigado, cuando allí operaba un grupo de sicarios de Pablo Escobar que se llamaba Los Chichís, y era amiga de los muchachos que conformaban aquella banda.

Por esos años, Helenita venía ganándose la confianza de la cúpula de La Oficina. Había estrechado lazos con Gustavo Upegui, el presidente del Envigado Fútbol Club y uno de los capos de esa organización. A él le gustaba promover actividades deportivas en los barrios y en La Magnolia empezó a tener acercamientos con Helenita. La cercanía con Upegui la llevaron a ocupar un estratégico puesto dentro de la organización. Se volvió la secretaria de Danielito, quien en ese momento era el jefe. Esto le permitió conocer como nadie el flujo de caja de La Oficina y el manejo de testaferros para legalizar la plata en fincas, propiedades y establecimientos de comercio, especialmente en sitios de rumba, casas de banquetes y centros de estética.

La primera evidencia que las autoridades tuvieron de la relación de Helenita con La Oficina apareció el 9 de enero de 2004, durante los allanamientos a varias casa-fincas que Berna tenía en Envigado. En una de las propiedades funcionaba una casa de banquetes, donde Helenita despachaba como secretaria. Pero la verdad es que esta finca era un sitio de recreo para la cúpula de la organización. Era visitada por Upegui, Danielito y Pacho Cifuentes. Lo que se supo entonces era que el rótulo de casa de banquetes era una fachada, como ocurría con varios negocios de estética y SPA que La Oficina tenía en el exclusivo barrio El Poblado de Medellín. En ellos, Helenita coordinaba los testaferros, las cuentas bancarias y todo lo necesario para presentar los negocios como si fueran legales.

Cuando se inició la desmovilización de los paramilitares en 2003, se creó la Corporación Democracia, una organización sin ánimo de lucro por medio de la cual los desmovilizados pretendían hacer su tránsito a la legalidad. En 2005 se desmovilizó Danielito y se hizo directivo de esta corporación. Junto a él estaba Helenita, trabajando con las labores administrativas. Pero esta corporación desapareció cuando se evidenció que sus directivas mantenían un pie en la legalidad y otro en la ilegalidad con La Oficina de Envigado. Danielito fue asesinado meses después de desmovilizarse y la Corporación dejó de funcionar al poco tiempo.

En junio de 2007 fue creada una nueva corporación que, según sus estatutos, se enfoca en promover el desarrollo social en los municipios del sur del Valle del Aburrá, representada legalmente desde el principio por Helenita. Desde entonces, esta organización ha celebrado contratos con alcaldías e instituciones del Estado. Brinda servicios en educación ambiental, capacitaciones a pequeñas empresas, trabajo social con jóvenes para evitar que caigan en el delito y encuentros recreativos para promover el buen trato en las familias. Y en un municipio participó en importantes proyectos turísticos.

Mientras esta corporación avanzaba en sus contrataciones con el Estado, la cúpula de La Oficina se derrumbaba debido a la persecución de la Policía Nacional. Después de la extradición de Don Berna en 2008, sus herederos fueron cayendo en diferentes operaciones policiales y en otros casos se entregaron a la Justicia estadounidense para evitar ser capturados, como el caso de Rogelio. El último de los jefes importantes que quedaba de esa estructura, Dairon Alberto Muñoz, alias El Indio, fue arrestado la semana pasada por la Policía. Un mes atrás, un grupo de la policía antinarcóticos había capturado a Alberto Isaza, alias Beto, otro de los pocos peces grandes que quedaba de La Oficina.

Tras esos arrestos la organización quedó en manos de capos de tercera generación, al mismo nivel de Helenita. Entonces fue cuando ella empezó a tomar protagonismo y quedó en medio de la puja por el poder mafioso en Medellín. Por eso, miembros de la organización han empezado a delatarla ante las autoridades y en internet. De cualquier forma, quedó en de un selecto grupo de La Oficina que aún mantiene el control criminal. En las pasadas elecciones, fue ella quien repartió los apoyos políticos para que los muchachos de los barrios movieran a los electores a votar por los candidatos que decidió apoyar La Oficina. Y ahora se sabe que ella tiene influencia en las extorsiones que se cobran en algunos sectores del Valle de Aburrá, como en la plaza de abastos La Mayorista.

A pesar del conocimiento que se tiene de ella, aún no se le atribuye ningún delito. Parece que aprendió bien la lección de caminar por la cuerda floja que une la legalidad y la ilegalidad. Según se conoce hasta ahora, esa falta de requerimientos le está permitiendo mediar para que algunos integrantes de La Oficina negocien con las autoridades de Estados Unidos. Aunque en el mundo del hampa y en el de los funcionarios judiciales se sabe bien que es ella la que mejor información puede aportar por su profundo conocimiento de la administración del negocio criminal.