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La convención de Uribe Centro Democrático estuvo marcada por las peleas entre los sectores en disputa. Al final fue ungido el exministro Óscar Iván Zuluaga. | Foto: Daniel Reina

POLÍTICA

Uribismo, la nueva oposición

En 2013 el Centro Democrático se consolidó como la principal fuerza opositora al gobierno Santos.

14 de diciembre de 2013

Este año el uribismo pasó de ser un proyecto de oposición al gobierno del presidente Juan Manuel Santos a un movimiento político con listas decidido a ganar las elecciones de 2014. En una jugada audaz, puso en la cabeza de la lista al Senado a su jefe natural, el expresidente Álvaro Uribe, y al mismo tiempo inscribió sus listas a la Cámara; después eligió a su candidato presidencial, el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga, y consiguió las firmas necesarias para registrar a sus candidatos regionales.


Las movidas del uribismo no solo definieron su estrategia y pusieron rostro a sus aspirantes, sino que sacudieron la marea política. En un ambiente de incertidumbre por el futuro del proceso de paz, los demás partidos se vieron forzados a sacar a sus mejores alfiles y a afinar sus jugadas de cara a las próximas elecciones.

El 2013 comenzó con la reunión de los aspirantes a ser candidatos del Centro Democrático en el Hotel Marriot de Bogotá a la que asistieron la exministra de Defensa Marta Lucía Ramírez; el presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan) José Félix Lafaurie; el exembajador Carlos Holmes Trujillo; el ex vicepresidente Francisco ‘Pacho’ Santos; el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga y el senador del Partido de la U Juan Carlos Vélez. Este era el partidor inicial por la candidatura presidencial del uribismo.

Mientras se decantaban estas aspiraciones, el exmandatario fue vocero de las críticas más corrosivas al gobierno del presidente Santos. Los ataques fueron en tres direcciones: 1) la seguridad y los diálogos de paz entre el gobierno y las Farc; 2) las manifestaciones sociales, especialmente los problemas del agro, 3) las relaciones de Colombia con sus vecinos que tuvieron dos grandes capítulos: el reconocimiento de la Cancillería al mandato de Nicolás Maduro en Venezuela y el aniversario del fallo de La Haya en el que Colombia perdió parte de su mar territorial frente a Nicaragua. 

Uribe no ahorró calificativos ni cuidó las formas. En dos ocasiones publicó información controversial: a comienzos de febrero unas fotografías de primeros planos de policías asesinados en La Guajira y, en abril, las coordenadas de los sitios en los que se suspenderían operaciones militares con el fin de permitir el traslado de guerrilleros hacia La Habana.

A finales de febrero estalló la crisis cafetera. El uribismo por primera vez se sentó en la misma mesa con representantes de la izquierda como Jorge Robledo, para reivindicar los reclamos del sector. Después vino una seguidilla de protestas y las dos fuerzas políticas se unieron en las críticas al gobierno. 

El 9 de abril, cuando el país salió a marchar, el uribismo y un sector del Polo coincidieron de nuevo. Las dos fuerzas de oposición, aunque estaban en las antípodas, no salieron a las calles. El Centro Democrático porque consideró que la marcha era a favor de la impunidad, y el Polo porque era para respaldar a Santos. Sin embargo, esas coincidencias no pasaron de ser puramente coyunturales.

Durante la mayor parte del año el expresidente Uribe no se refirió a la posibilidad de encabezar la lista al Senado, aunque de vez en cuando, con su acostumbrada estrategia del “ni sí, ni no” mantuvo a la opinión en un estado de expectativa. Como candidatos a la Presidencia en el uribismo se consolidaban a mitad del año el ex vicepresidente Santos y el exministro Óscar Iván Zuluaga. El primero registraba una favorabilidad que fluctuaba entre el 36 y el 44 por ciento; el segundo, entre el 15 y el 18 por ciento.

El 2 de agosto, el propio expresidente anunció la baraja de opciones: Carlos Holmes Trujillo, Luis Alfredo Ramos, Francisco Santos, Juan Carlos Vélez y Óscar Iván Zuluaga. (Lafaurie y Marta Lucía Ramírez esperaban a competir por la candidatura en el Partido Conservador). Uribe también indicó que el movimiento escogería al candidato en una consulta popular durante las elecciones parlamentarias de marzo e invitó a los conservadores a hacer una alianza. 

Pero no pasó un mes y el uribismo quedó sin dos de sus hombres. La Corte Suprema de Justicia ordenó la captura del exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos y después de un análisis juicioso el senador Vélez desistió de participar en la contienda por la candidatura pues jurídicamente estaba inhabilitado. La baraja se redujo a tres: Holmes Trujillo, Francisco Santos y Óscar Iván Zuluaga.

El 19 de septiembre el expresidente anunció que encabezaría una lista cerrada al Senado. Ese fue el destape definitivo de sus fichas. En un comunicado explicó los cinco ‘huevitos’ (seguridad democrática, cohesión social, inversión extranjera, diálogo democrático y austeridad) que defendería en el Congreso. Nadie esperaba que entre sus seguidores se encontraran personas de gran estatura política, pues desde el principio el Centro Democrático se concibió como un movimiento personalista.

Lo importante era que el exmandatario estuviera en la cabeza. La lista cerrada mostró cuál es el círculo más cercano de Uribe. Hubo una buena dosis de antioqueños, muchos de origen conservador. El partido de Uribe, además, decidió cambiarle el nombre y agregarle la palabra Uribe a Centro Democrático con el fin de que en las elecciones lo identifiquen mejor.

Las diferencias no se hicieron esperar. El precandidato Zuluaga criticó la presencia de José Obdulio Gaviria, primo del extinto capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar. Pacho Santos salió en la defensa del exasesor presidencial y controvirtió a Zuluaga. Hasta ese momento todo parecía una pelea normal entre dos precandidatos que aspiraban a representar la segunda fuerza política más importante. 

Pero las diferencias se escalaron y motivaron una decisión que pondría fin a los enfrentamientos entre los precandidatos. El expresidente Uribe convocó a finales de octubre una convención para elegir al candidato y contravino la decisión de agosto cuando los precandidatos estuvieron de acuerdo con realizar una consulta.

Para ese momento el uribismo fue el epicentro de la política. La convención despertó la curiosidad de unos y la pasión de otros. Zuluaga, en una elección polémica, fue elegido el candidato de Uribe en cónclave al que asistieron los delegados del partido. Santos, quien figuraba como el precandidato más conocido del uribismo, perdió. 

Durante un mes, Pacho y sus seguidores guardaron silencio. Cumplido el tiempo este denunció que la convención estuvo amarrada y que Uribe se equivocó haciéndoles caso a los que pidieron cambiar el mecanismo. Tuvieron que pasar varias semanas y que se escribieran un par de mensajes de Twitter para que Uribe y Santos limaran asperezas en una reunión que se celebró al final de este año.

Para el uribismo el año terminó con un final agridulce. El Consejo Nacional Electoral impidió la posibilidad de que incluya en el logo el nombre del expresidente y una imagen de su rostro. (El Centro Democrático anunció demandas, pues sin la imagen de Uribe corre el riesgo de que los votantes se confundan). Zuluaga, en todas las encuestas, aparece como la segunda preferencia de los electores después del presidente Juan Manuel Santos. 

No obstante, sus registros no superan el 20 por ciento de la intención de voto. Además, según la más reciente encuesta Colombia Opina hecha por la firma Ipsos Napoleón Franco, el mandatario lo dobla en intención de voto en primera vuelta y en una eventual segunda vuelta el margen aumenta todavía más.

A pesar de los resultados de las encuestas en las presidenciales, todo parece indicar que el uribismo se convertirá en una fuerza política importante en el Congreso (es la segunda preferencia según los estudios de opinión). Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta qué porcentaje del Congreso morderá, los analistas pronostican que partidos como La U y el Conservador perderán curules, pues una parte de sus bases es simpatizante del expresidente. 

La bancada del Centro Democrático podría generar una situación inédita en la política reciente del país: un intransigente bloque opositor de derecha, con capacidad de veto, al estilo del Tea Party en Estados Unidos.

El inminente regreso de Uribe al Senado augura un debate candente sobre los acuerdos a los que lleguen las Farc y el gobierno en La Habana. Para muchos, el exmandatario se convertirá en la piedra en el zapato del proceso de paz y no desaprovechará los descuidos o errores del gobierno para hacer su juego. La partida arrancará oficialmente en marzo, cuando se conozca la cantidad de curules que el nombre de Uribe alcance a arrastrar y los dardos de su principal comandante pasen del Twitter a los votos.