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Los senadores Carlos Alberto Baena y Alexandra Moreno Piraquive y la representante Gloria Stella Díaz, del Mira, se preparan para un nuevo certamen electoral en el que se pondrá a prueba su capacidad de conseguir nuevos votos.

POLÍTICA

La paradoja que haría desaparecer al Mira

El partido minoritario más disciplinado está en riesgo de perder su personería jurídica en 2014. ¿Lograrán salvarlo?

13 de julio de 2013

El desafío más grande del Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (Mira) es sacar más de 450.000 votos en las próximas elecciones para seguir existiendo. La reforma política de 2009 dictaminó que las organizaciones políticas necesitan una votación superior al 3 por ciento del censo electoral para mantener sus personerías jurídicas. 

La norma somete a los partidos pequeños, como este grupo de origen evangélico, a una paradoja difícil de explicar: mientras en La Habana se discute el marco para que las Farc hagan política, un partido que encarna la apertura democrática de la Carta de 1991 podría desaparecer.

Sin embargo, en lugar de promover cambios en la legislación se ha dado a la tarea de engrosar sus filas. “Estamos haciendo lo que sabemos hacer”, dice confiado el senador Carlos Alberto Baena. La estrategia para mantenerse en la arena política combina la formación de líderes, el impulso de nuevos candidatos y una carta jurídica contra el nuevo umbral. 

Mediante talleres de formación en los barrios, el Mira ha logrado ganar no solo simpatizantes sino reclutar líderes comunitarios que son la base de su crecimiento. A la fecha ha capacitado 12.000 en una escuela de gobierno. Esa estrategia de formación la combina con un trabajo social. Según sus cuentas, con 60.000 personas entre líderes y colaboradores que convenzan cada uno a diez electores, lograrían 600.000 votos y superarían con creces el umbral. 

La experiencia les ha dicho a los miraístas que no es fácil, pero tampoco imposible. En 2002 el partido obtuvo 81.061 votos, pero cuando el umbral aumentó al 2 por ciento del Censo Electoral, en 2006, sacó 237.512. Y en 2010 obtuvo 324.109. Ese crecimiento sostenido hoy les permite mantener dos senadores, una representante, la Gobernación del Caquetá, dos curules en el Concejo de Bogotá, entre otros cargos. 

Otra apuesta para aumentar los votos esta vez es hacer una lista con voto preferente para la Cámara de Representantes. Así podrán incluir nombres como el del excandidato a la Alcaldía de Bogotá Carlos Eduardo Guevara para que sumen votos. En el Senado la lista será cerrada y Gloria Stella Díaz, actual representante, estará ahí.

La carta jurídica fue instaurar una demanda contra la reforma de 2009 ante la Corte Constitucional. En criterio del Mira, el alza del umbral dejó herido de muerte el espíritu pluralista de la Carta y por eso pidió una revisión.

Varios observadores políticos coinciden en que el Mira es el partido más disciplinado. Por ejemplo, “antes de que comenzáramos a hablar de participación política de la mujer, el Mira ya había creado mecanismos para impulsarla”, recordó la directora de la Misión de Observación Electoral, Alejandra Barrios. 

Uno de los principios de mostrar es que desde los senadores hasta los líderes comunitarios tienen los mismos lineamientos; eso lo llaman la ‘bancada vertical’. Un ejemplo de cómo funciona es la ley que aumentó las penas contra los agresores que usan ácido contra las mujeres: primero fue impulsada por la concejal Olga Victoria Rubio y después llegó al Congreso.

El lado negativo es que la base política del partido proviene de la Iglesia Ministerial de Jesucristo, una organización religiosa a la que pertenecen los fundadores del Mira. Los principios, la financiación y la base de votantes están ligados a esa institución. Mientras que para los analistas políticos eso les resta pluralismo, los miraístas aducen que para entrar en su partido no es necesario ser miembro de la Iglesia. Para el sociólogo Edinson Malagón, “la militancia está ligada a la Iglesia. El problema es que ahora tienen que buscar votos y para eso tiene que abrirse o evangelizar más”. 

En un momento de crisis para partidos pequeños, como el Verde que se quedó sin su principal electora, Gilma Jiménez, o el Polo, que está dividido por la lucha intestina de sus dirigentes, el Mira da ejemplo de trabajo político serio. La pregunta que sigue abierta es si le alcanzará el esfuerzo. Sería lamentable que la democracia colombiana prescindiera de ese movimiento político que ha dado lecciones de coherencia, una virtud escasa en los partidos.