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LA PAZ AMADA

En medio de las conversaciones de paz, la guerrilla se consolidacomo el principal comprador <BR>de armas en el mercado negro.

22 de febrero de 1999

Hace dos semanas, cuando el 'Mono Jojoy' invitó a los medios de comunicación a las
montañas del Caquetá para que presenciaran una parada militar, los colombianos quedaron boquiabiertos al
ver tantos guerrilleros juntos y tan bien equipados. La pregunta que surgió de inmediato fue de dónde habían
sacado las Farc semejante arsenal. Los subversivos portaban sofisticadas armas que iban desde una
carabina Ruger con mira infrarroja, pasando por los fusiles Fal calibre 7.62 y lanzacohetes antitanques, hasta
misiles tierra-aire. Lo que ese día se vio en las montañas fue apenas una simple exhibición de la última
tecnología en armamento. Lo que tenían en sus manos los subversivos es más que suficiente para librar una
guerra en igual o incluso en mejores condiciones que el propio Ejército colombiano. El desfile también incluyó
la última moda en camuflados. Por ejemplo, los hombres del frente 53, al mando del comandante
Romaña, estaban estrenando uniformes de campaña tipo norteamericano y fusiles R-15 recién
desempacados. De acuerdo con uno de los guerrilleros que se encontraban en la zona, "todas esas cosas
nuevas nos llegaron en diciembre como regalo del Niño Dios".Parte de ese armamento que las Farc
mostraron a la prensa nacional e internacional fue utilizado en varios de los más cruentos ataques que
esa organización subversiva le propinó al Ejército el año pasado, como lo fue la toma de Miraflores, donde
hubo 100 muertos entre civiles y militares y 133 oficiales retenidos por las Farc. Otro de los golpes fue el
de Mitú, con un balance desolador: 42 muertos y 45 policías y soldados retenidos. O la de El Villar,
donde dieron muerte a 63 militares y se llevaron otros 43.Con esta demostración de fuerza quedó en claro que
los hombres del 'Mono Jojoy' están armados hasta los dientes y que no han perdido tiempo para hacerlo. Los
'bombardeos' a las bases militares con cilindros de gas son apenas una muestra de su capacidad, si bien algo
rústica. El solo hecho de que hoy tengan en sus manos misiles tierra-aire, que son empleados para derribar
aviones de guerra, indica que este grupo subversivo pasó de estar librando un conflicto de baja intensidad a
una guerra de mayor escala. Los proveedores Pero, ¿de dónde salió ese arsenal bélico? Los organismos de
seguridad del Estado, que han venido analizando el tema, señalan que gran parte del armamento que llega a
poder de la subversión tiene como procedencia los países centroamericanos que en el pasado libraron
sus propias guerras. Una vez consolidados los proceso de paz ese armamento comenzó a circular en el
mercado negro en busca de nuevos compradores. En América Latina, Colombia es el único país que todavía
vive un conflicto interno. Eso lo ha convertido en el mejor cliente de los vendedores de armas. Los traficantes
de Asia, Africa y Europa descubrieron que aquí no solo la guerrilla tenía el dinero para comprar el material
bélico que había dejado de servir en los países que decidieron buscar una salida a sus problemas de orden
público. También encontraron clientela en los grupos paramilitares y en las organizaciones del narcotráfico. El
mejor mercado para los narcos es el de Estados Unidos, por la sencilla razón de que la venta de armas en
ese país es legal. De acuerdo con un informe de inteligencia, el 80 por ciento de las armas que circulan por
las manos de los pistoleros y los sicarios son de fabricación estadounidense. El abastecimiento para los
grupos subversivos tiene como eje principal Centroamérica, principalmente Nicaragua y El Salvador. El final
de la guerra civil que se libró en esos dos países permitió que el armamento que había llegado a poder de los
insurgentes, proveniente especialmente de Bulgaria, Corea del Norte, Rumania y la ex Unión Soviética,
pasara a manos de las Farc y el ELN. Venezuela, en los últimos tiempos, también ha sido una buena fuente
para la compra de armamento por parte de la subversión, especialmente después de los fallidos intentos de
golpes de Estado en 1992. Gran parte de esas armas _fusiles y morteros_ fueron adquiridas por la guerrilla
colombiana. ¿Quien da más? Pero cuando la subversión decidió adquirir material bélico pesado los
traficantes de armas no ahorraron esfuerzo para ofrecer su mercancía, que se encuentra escondida en
algunos países africanos, especialmente en Mozambique. De acuerdo con un informe elaborado por la revista
Time, las armas que sobraron tras la guerra civil en ese país han inundado a las regiones que se encuentran
en conflicto. En Mozambique han desaparecido millón y medio de fusiles AK47. Las armas cambian de
manos con gran facilidad. La paz en un conflicto suele alimentar la violencia y la lucha armada en otro a causa
del flujo de armas usadas. "Hace unos años el armamento que llegaba a nuestras manos era el que
recuperábamos en los combates con las unidades del Ejército. Ahora compramos y hay gente que ayuda en
la causa con donaciones", señaló a SEMANA uno de los comandantes del frente 54 de las Farc. Los
organismos de seguridad han establecido que esas 'donaciones' no son otra cosa que el trueque que hace la
guerrilla de droga por armas. Según un documento de inteligencia, este tipo de intercambio se hace
preferencialmente en las zonas donde se procesa la pasta de coca. La guerrilla contacta a los narcos que
llegan a estas zonas provenientes de Estados Unidos, con quienes hacen los negocios. La transacción es
simple: las avionetas salen cargadas de coca y regresan a las pistas clandestinas cargadas de fusiles,
munición y armamento sofisticado. Otros compradoresPero la guerrilla no es el único cliente en ese mercado
negro de armas. También están los grupos paramilitares y la delincuencia organizada _ésta en menor
escala_. Los paras tampoco han ahorrado esfuerzo para armarse y el material bélico que exhiben sus
hombres es tan poderoso como el de la propia guerrilla. Muchos de los traficantes internacionales ofrecen
por igual _guerrilla y paras_ su mercancía. Sin embargo, para las autoridades los mejores clientes en el
mercado negro de las armas son los grupos subversivos. Y es tan bueno el negocio que los
proveedores no le ven ningún inconveniente ni riesgo desplazarse al golfo de Urabá, a los Llanos del Yarí, a
Putumayo o a La Guajira para realizar sus grandes tratos. La única condición que ponen es que el pago sea
en efectivo o en especie, y ésta última debe ser con droga. Las armas terminan por convertirse en una
moneda de cambio. Ese arsenal bélico que entra a manos llenas al país dejó el año pasado 5.746 víctimas,
que perdieron su vida por la violencia generada por los grupos armados al margen de la ley. De acuerdo con un
informe de inteligencia, entre 1997 y 1998 la subversión utilizó material explosivo para realizar 143
voladuras del oleoducto. Esos ataques produjeron el derrame de 460.937 barriles de crudo, cuyo precio se
estima en más de 11 millones de dólares. Los municipios afectados dejaron de recibir regalías cercanas a
los 20 millones de dólares en detrimento del desarrollo económico y social de las áreas afectadas. El poder
bélico de las organizaciones subversivas y de los grupos paramilitares ha dejado en claro que la guerra en
Colombia será de largo aliento. La demostración de poderío armamentista exhibido por las Farc en las
montañas del Caquetá es un claro mensaje de que, como dijo el 'Mono Jojoy', el poder está en el fusil. Por esa
razón es que la paz se está haciendo en medio de las balas. La parada guerrillera con varios de los principales
comandantes y sus combatientes armados hasta los dientes es apenas una muestra de ese poderío bélico.
Es un hecho que a esa organización guerrillera le gusta jugar con cartas marcadas. Así es en la mesa de
negociaciones y nada hace pensar que se comportarán de manera distinta en el momento en que las
negociaciones lleguen a fracasar. Pero si el despliegue armamentista de las Farc impresionó en el Caguán, no
deja de causar inquietud el hecho de que el arsenal escondido sea mucho más poderoso que el exhibido ante
las cámaras de televisión. La sola amenaza de bombardear ciudades capitales como Florencia o
Villavicencio es mucho más que un juego de palabras.