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LA PAZ EN CRISIS

El desbetancurizador que la desbetancurizare buen desbetancurizador será.

28 de octubre de 1985

En el mismo momento en que el presidente Betancur hablaba, en su optimista mensaje televisado, sobre la necesidad de "desbetancurizar'' el proceso de paz, el proceso de paz vino a caerle en las manos como una papa caliente. En efecto, la lenta crisis que desde hace meses venía carcomiendo las distintas comisiones de paz, estalló bruscamente el martes 24 de septiembre. Ya no fue el desgranarse uno por uno de sus miembros -Ayerbe Chaux, Rivas Posada, Vásquez Carrizosa-. Fue la renuncia colectiva de todos los integrantes de todas las comisiones de Paz, de Verificación y de Diálogo -encabezados por su presidente John Agudelo Ríos.
Y no fue una renuncia protocolaria. Sino la reiteración enfática de la renuncia presentada cuatro días antes, que el presidente Betancur había querido resolver con una carta en que la rechazaba, reiterando a los comisionados su confianza para mantener la "continuidad" del proceso. En esa carta, sin embargo, Betancur anunciaba la revisión de éste y la puesta en pie de una nueva organización, atendiendo la solicitud de las FARC de que se refundieran las diversas comisiones en una Gran Comisión. Sintiéndose interinos, colgados de la brocha, los comisionados respondieron diciendo que la "nueva etapa" del proceso constituía buena oportunidad para que el Presidente "pueda estudiar y decidir la revisión indicada". Al cierre de esta edición -cuatro días después de la renuncia colectiva- no se conocía aún, ni estaba anunciada, ninguna respuesta o decisión presidencial al respecto. La paz estaba en el limbo. O, más exactamente, en manos del ministro de Gobierno, Jaime Castro, que en opinión de algunos se la había literalmente "raponeado" a John Agudelo, al organizar, sin comunicárselo a éste, el viaje a La Uribe con tres ministros -Gobierno, Agricultura y Comunicaciones- , el ex presidente López Michelsen, y conspicuos miembros del liberalismo oficialista.
De "raponazo" fue acusado también el ex presidente López por su colega conservador, Misael Pastrana, y por el obispo de Pereira, monseñor Castrillón. Según Pastrana, López, que en su campaña proponía una "paz liberal", "llega a la hora del postre a pretender tomarse la paz". Según Castrillón, "a última hora se sube al bus de la paz". Pero a pesar de estos comentarios, y de la generalizada impresión de que John Agudelo estaba siendo efectivamente marginado del manejo del proceso, lo importante de la renuncia colectiva de las tres comisiones es que obedecía a la conciencia de que se ha cerrado una etapa, y a quien corresponde abrir la siguiente es al propio Presidente. Es hora, no de "desbetancurizarla", sino de "betancurizarla" nuevamente.
Así lo señala el candidato oficial del liberalismo, Virgilio Barco, cuando para "clarificar equívocos" recuerda que su partido ha formulado "justificadas críticas al hecho de que el Presidente de la República no haya asumido una clara responsabilidad en el manejo del proceso". Lo interesante de este pronunciamiento es que se produjo después del discurso del Presidente en que se felicitaba por la "desbetancurización" del proceso, y después de su entrevista a El Espectador en que insistía que él siempre ha "mantenido las riendas". "Siempre he estado, días y noches, pendiente de lo que pasa con ese proyecto, oyendo, estudiando, proponiendo, resolviendo. Y en eso seguiré". Del mismo modo, lo interesante de la renuncia colectiva de las comisiones es que se produce no sólo después de esos dos documentos presidenciales, sino, significativamente, después de la carta de Betancur rechazando las primeras renuncias. Hay, pues, un consenso general inequívoco: que se ha entrado en una nueva etapa, y que esa etapa está marcada por la doble propuesta hecha por las FARC: creación de una nueva Gran Comisión (en la que estén incluídos representantes oficiales de los partidos y representantes oficiales de las Fuerzas Armadas), prórroga por un año del cese al fuego (año que cubre, forzosamente, las fechas electorales de 1986).
Ninguno de esos dos puntos esta resuelto. El Presidente ha aceptado tacitamente la creación de la nueva comisión, pero ha dicho también que los militares no deben participar en ella. La tesis del gobierno al respecto, que coincide con la de amplios sectores de los dos partidos, es que las Fuerzas Armadas son parte del gobierno, al cual obedecen, y no "rueda suelta" en el proceso que requiera ser integrada individualmente. Pero otros no la comparten. Las FARC, para empezar: segun el dirigente de la UP, Braulio Herrera, "en la práctica hay altos mandos que no están de acuerdo con las conversaciones ni los acuerdos firmados". Y los comisionados dimitentes, que según pudo establecer SEMANA consideran unánimemente que en el nuevo organismo que se ocupe de la paz debe haber una presencia militar directa para evitar equívocos. El senador pastranista, Alvaro Leyva, que ha sido uno de los miembros más activos de la Comisión de Verificación, insistía en que las "rueditas sueltas" sí existen, aunque el ministro de Defensa lo niegue; y si lo niega, es precisamente porque a los militares, por no estar presentes en las comisiones, les falta información.
El otro punto es el de la prórroga del cese al fuego con elecciones de por medio. Los partidos denuncian el "proselitismo armado", que las FARC niegan, y que un proyecto de ley que acaba de presentar el gobierno propone castigar no sólo penalmente, como ya lo está, sino electoralmente: anulando los votos recibidos por el grupo político que lo haya hecho. Eso es apenas un detalle, sin embargo; porque, como señala en El Espectador el columnista Enrique Caballero Escovar, "las elecciones no son el acto de depositar el voto, sino un largo proceso, y en ese proceso nos hallamos hace rato inmersos". Lo que importa es saber si la UP va a participar en ese "largo proceso", cuando simultáneamente las FARC siguen manteniéndose como grupo armado, así sea en tregua. El presidente Betancur negó explicitamente esa posibilidad, al decir que las elecciones con armas "no las permite la democracia". Pero entonces, ¿se van a desmantelar las FARC? Por el contrario, proponen una prórroga del cese al fuego. O bien, ¿se va a abstener la UP de participar en elecciones? Dificilmente, pues ese es el principal logro de todo lo que va corrido del proceso. Logro, al menos, político; pues como recuerda pertinentemente el ex miembro de la Comisión de Paz, Alfredo Vásquez Carrizosa, "la paz no es simplemente política, ni electoral, sino social, y es en este aspecto en el cual anda retardado el gobierno".
Hay, finalmente, un último detalle significativo. Según supo SEMANA, en la reunión final de todas las comisiones -que en su historia es la que ha tenido más nutrido quórum- ni uno sólo de los presentes hizo alusión a los sangrientos combates que desde hace semanas libran en el Valle, el Ejército y el M-19. Ese ya no es tema de la paz, sino de la guerra.