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ENTREVISTA

"La paz no es el final de los problemas": Michel Wieviorka

El sociólogo francés, de visita en Colombia, conversó con Semana.com sobre los cambios en la sociología, la nueva ola de movimientos de protesta y los diálogos de paz con las FARC.

Camilo Rueda Navarro, periodista de Semana.com
20 de septiembre de 2012

Michel Wieviorka (París, 1946) es un reconocido sociólogo que ha trabajado temas como los movimientos sociales y el multiculturalismo. Por gestión de la embajada de Francia en Colombia, estuvo en el país ofreciendo conferencias y entrevistas sobre temas de actualidad.
 
Wieviorka está preparando un libro sobre el crecimiento del nacionalismo de derecha en Francia, en particular del Frente Nacional, partido liderado por Jean-Marie Le Pen, quien en el 2002 logró sorpresivamente pasar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
 
El profesor Wieviorka también contó que a largo plazo está trabajando en la idea de cómo reinventar el universalismo, es decir, cómo formular valores humanos desde diferentes perspectivas a las de los dominantes.
 
Dice que si Colombia logra la paz con las negociaciones que se avecinan entre el Gobierno y las FARC, no va a ser el final de los problemas, sino la condición necesaria para empezar a construir una nueva sociedad.
 
Semana.com: ¿Cuál es el estado actual de la sociología?
 
Michel Wieviorka: En primer lugar, hay muchos más sociólogos que nunca, en países donde antes no existía. Cada vez es menor la existencia de un centro y una periferia. Hoy hay sociólogos en países donde no había, como Sudáfrica, India, China, entre otros. Hay una multipolaridad y una globalización de la sociología.
 
Segundo, la sociología está en proceso de cambio. Antes era dominada por tres o cuatro escuelas o paradigmas. Pero se está recomponiendo, estamos en una nueva era de la disciplina. En este momento se está pensando más globalmente, tiene más protagonismo la subjetividad y el papel del sociólogo es cada vez más importante y activo en el debate público.
 
Semana.com: ¿Cómo han evolucionado los movimientos sociales?
 
M. W.: En los años 60, el movimiento social era el movimiento obrero. Después surgieron los nuevos movimientos sociales, como los estudiantiles, los de mujeres o los ecologistas. En los 90 hay otra generación: el llamado movimiento altermundista. Aunque todos estos no han desaparecido, se han diluido en la política y no tienen la misma fuerza que antes.
 
En este momento tal vez está apareciendo una nueva ola, con las protestas musulmanes y el movimiento de los indignados. Pero en el caso de los países árabes, las protestas han surgido como movimientos populares contra regímenes autoritarios. Son más políticos que sociales, aunque no se han estructurado para tomar el poder. Por eso, organizaciones religiosas como los Hermanos Musulmanes son los que han llegado a gobernar.
 
Los indignados tienen un componente más social y están conformados por militantes de otros movimientos sociales. Pero tienen mucha prevención y escepticismo hacia los partidos políticos. No esperan mucho de ellos. En Francia, donde surgió la expresión “indignados” con la publicación de un libro, curiosamente no ha surgido este movimiento porque aún hay esperanza en las expresiones políticas.
 
En todo caso, hay gente que quiere vivir de manera diferente. Pero la novedad está en que quieren hacerlo ya. Algunos están pidiendo el reinvento del estado de bienestar, otros luchan por el acceso a la educación, como en Chile. Y todos estos movimientos utilizan la tecnología, donde las redes sociales juegan un papel importante.
 
Semana.com: En octubre empiezan los diálogos de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno nacional. ¿Qué perspectiva les ve?
 
M. W.: Es difícil decir lo que va a ocurrir. La guerrilla va a negociar algo, no sé si su salida económica y política o su transformación. Puede transformarse en actor político, pero deberá acatar las reglas del juego democrático. El problema es ver con qué bases una guerrilla como esta puede participar en una democracia. El proceso de reinserción va a ser difícil, pero si es el precio para la paz, hay que aceptarlo. La negociación política tal vez va a ser más local que general.
 
También hay un problema con la justicia. Si se logra firmar un acuerdo y una reinserción, va a ser difícil mirar qué pasa con las víctimas.
 
Semana.com: ¿Cree que otros procesos de paz en el mundo pueden servir como modelo para Colombia?
 
M. W.: Claro que sí. Por ejemplo, en Irlanda del Norte fue con intermediarios. La presencia de una parte neutral, un tercero, en muy importante. Que los diálogos se instalen en Noruega es muy diciente.
 
Lograr justicia a través de las comisiones de la verdad y la reconociliación es otra lección, como en Sudáfrica, aunque también hubo otras comisiones muy importantes. Y hay muchas lecciones de otros procesos que se pueden retomar.
 
Además, es necesario apoyar al Gobierno en los diálogos para terminar el conflicto. Cuando se logre la paz van a surgir otros problemas, como los desplazados que han perdido su tierra y hoy viven en la ciudad. Son cuestiones que una democracia debe discutir y negociar. La paz no es el final de los problemas, es la condición necesaria para empezar a construir una nueva sociedad.