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LA PERESTROIKA DE LOS SANTOS

Tras un viaje familiar a La Habana, Cuba, el diario "El Tiempo" reniega de 30 a;os de cr'iticas y abraza a Fidel Castro y su gobierno.

23 de enero de 1995

POCAS VECES UN EDITorial dominguero deja tan atónitos a sus lectores como el del diario "El Tiempo" del 18 de diciembre. Bajo el título 'El son cubano', el matutino bogotano declaró necesario visitar a Cuba para conocer sus problemas y realidades y que, al hacerlo,"no hay que pisar tierra cubana odiando o adorando a Fidel Castro". Tras comenzar por "aceptar la gallardía y la amabilidad de los cubanos", sostuvo que no se puede decir que estén "totalmente satisfechos, pero sí que a Castro (...) lo admiran y experimentan por él un sentimiento nacionalista no patriotero, producto de muchos actos buenos para el pueblo. Y en otro aparte dice que "el Comandante sigue conservando en el pueblo un respeto indudable". Por eso, para El Tiempo, América debe aceptar de nuevo a Cuba en la OEA y "ver en Fidel Castro no a un enemigo sino a un amigo de inteligencia y encanto a los cuales es muy difícil sustraerse".

Los lectores más observadores no pudieron menos que quedar estupefactos. No podían creer que ese era el mismo periódico que acogió con entusiasmo la posición colombiana en la Conferencia de Punta del Este, en 1961, cuando se expulsó a Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA). El mismo que respaldó al gobierno de Julio César Turbay cuando se rompieron las relaciones diplomáticas en 1980, ni el mismo que lanzó su editorial más duro contra César Gaviria cuando se restablecieron en la segunda mitad de 1993 ("la astucia gallega se burló de la picardía pereirana"). El mismo que, cuando se anunció la visita de Castro en agosto pasado, describió a Cuba como una isla-prisión. Y no hay que olvidar que El Tiempo fue el diario que puso en la cuerda floja las relaciones colombo cubanas cuando orquestó el escándalo (que después rectificó) de los diálogos guerrilleros en Cuba del obispo Nel Beltrán.

Pero no había dudas: tras 30 años de hablar horrores del proceso político cubano, El Tiempo había descubierto que, después de todo, tal vez sí podría haber una base de sinceridad en la opinión que los cubanos tienen de su revolución.

Por lo visto, todo se originó el un viaje hecho a Cuba por el director del diario, Hernando Santos Castillo, sus hijos y nietos hasta completar 14 personas, y en un almuerzo al que fueron invitados por el Comandante y que, según el mismo periódico, se prolongó por cuatro horas en las que Castro desplegó su simpatía caribes y la animada charla nunca bajó de tono.

Las razones de semejante viraje permanecen en el misterio, y tal vez nunca se sepan. Quienes han tratado a Castro saben que su gracia personal no tiene límites y que es difícil resistir a sus encantos. Pero el cambio de El Tiempo parece por fuera de lo usual. En este caso, y dada la posición ultra-recalcitrante de ese diario durante tantos años, no hay duda que Fidel debería recibir un premio internacional de relacionista público.

En cualquier caso, todo lo que hizo el periódico fue plegarse a una corriente de pensamiento que crece, no sólo en gobiernos de América sino también de Europa, hacia un cambio de actitud ante el gobierno cubano, una corriente que privilegia el diálogo sobre la confrontación para sacar a la isla del atolladero en que se encuentra. Superado con un almuerzo de cuatro horas el bloqueo editorial de 30 años de El Tiempo, el único obstáculo que le queda a Castro es el bloqueo de Estados Unidos.

¿VIVA CASTRO?

AL MISMO tiempo que se presentaba el cambio de la posición editorial de El Tiempo, una encuesta realizada por CIPGallup de Costa Rica y el Miami Herald parecía darle la razón al periódico bogotano.

La investigación, realizada entre 1.002 cubanos en la isla por 14 encuestadores que cubrieron el 76 por ciento del territorio, halló que la mayoría de los cubanos (58 por ciento) creen que la revolución ha tenido más logros que fracasos.

En contraste con los continuos augurios políticos, periodísticos y cartománticos de que el final del gobierno de Castro está cerca, las respuestas muestran a un país resignado que sabe lidiar son sus limitaciones, incluida la de la falta de comida, mientras se entretiene viendo televisión (32 por ciento), especialmente telenovelas (55 por ciento), bailando salsa (28 por ciento) y boleros (26 por ciento).

Las reservas sobre la sinceridad del sondeo no se hicieron esperar. Para algunos expertos, en un país que no se ha caracterizado por la libertad de expresión y que, según se dice, tiene en la cárcel a decenas de disidentes que se han atrevido a atacar el régimen de Fidel Castro, es imposible recoger muestras francas de la opinión pública.

Según el periódico de Miami, la mayoría de los expertos desconfiaban de las respuestas a la pregunta 32, que pedía a los encuestados que consideraran cuál ha sido el principal fracaso de la revolución cubana.

Un 42 por ciento de ellos se anotó en la casilla de "no sabeno respondió",

"Este es un buen barómetro de la confianza que la gente tenía", dijo Rob Schroth, encuestador de Washington. "La primera oportunidad que tuvieron para responder al régimen, y casi la mitad optó por no hacerlo".


De hecho, algunas de las preguntas fueron discutidas con el gobierno cubano, que no autorizó hacer sondeos a personalidades. Con todo, los directivos de la empresa encuestadora costarricense, la misma que anticipó la derrota del sandinismo en Nicaragua, dicen que se la juegan por la precisión del sondeo.

"Estamos listos para arriesgar nuestra reputación sobre el hecho de que la gente habló claro". dijo su vocero.