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LA PERESTROIKA

Después de pasar varios meses en la URSS, el historiador Medófilo Medina escribe para SEMANA sobre los cambios en ese país.

Medofilo Medina
20 de julio de 1987


El 9 de mayo de 1985 se cumplieron 40 años de la victoria sobre Hitler y sus aliados. A pasear ese día por las calles de Moscú no advertí mayores diferencias con la celebración de esa efemérides realizada 15 años antes. Veteranos reunidos en diversos sitios de la ciudad, multitudes que paseaban, cantaban y bailaban en el Parque Gorki, el rito de un hombre o una mujer que hace 40 años porfiadamente pasea un cartelón con la foto de un soldado que desapareció en uno u otro frente de la II Guerra sin que se hubiera sabido de su suerte.

Sin embargo el 40 aniversario de la culminación de la Segunda Guerra fue doblemente simbólico:al tiempo que se rendía homenaje a la generación de la guerra, ascendía al poder una nueva, compuesta por hombres que no pueden invocar méritos conquistados en el frente y que tienen que ganarlos en la dirección del partido, del Estado o de la economía. En abril había tenido lugar la reunión de un pleno del Comité Central del PCUS. Ese evento significó el comienzo de una política que se ha fijado el objetivo de producir una transformación fundamental de la Unión Soviética.

La segunda revolución
La Perestroika (o reestructuración) es una noción de contenidos múltiples. En primer lugar significa la aceleración del desarrollo socioeconómico. Los ritmos de crecimiento del ingreso nacional de la URSS habían descendido en los últimos tres quinquenios en más de dos veces. Se trata igualmente de la introducción de correctivos destinados a la superación de fenómenos de descomposición, enriquecimiento ilícito, especulación, etc. Simultáneamente se busca desarrollar un proceso de democratización global de la sociedad y del Estado. El término glasnost (transparencia), expresa la intención de romper con la política del avestruz, asociada a la idea de que ciertos problemas, como el de la drogadicción, no existían porque no se hablaba de ellos públicamente. Más generalmente, la transparencia implica abrir el campo a la libre circulación de la información y las ideas.

Viajando en el metro de Moscú, escuché a un pequeño escolar que cantaba una canción que terminaba un estribillo: "Gorbachov durashok", algo así como "Gorbachov el tontico". Seguramente no fue en la escuela donde el niño aprendió el versito en que el apellido del nuevo Secretario General rimaba tan desfavorablemente. ¿Quizá lo recogió en su casa? Por los mismos días escuché comentarios menos inocentes que aludían, a propósito de las primeras medidas contra el alcoholismo, a los peligros del voluntarismo y recordaban los tiempos de Nikita Kruschev. Desde el principio se hizo visible que el lenguaje y ademanes de Gorbachov suscitaban en el público juicios diversos y encontrados. Eso constituía un buen indicio: no había indiferencia.

El director de cine Roland Bykov decía en un encuentro de artistas soviéticos e italianos celebrado en Bolonia: "¿ Qué cosa está sucediendo en la URSS? La Revolución". Era el testimonio de alguien que está concernido en esa revolución. En efecto, algunos días antes se había producido una aguda confrontación entre los innovadores y la vieja guardia encabezada por el conocido director (Bondarciuk) durante el congreso de los cineastas de la URSS.

En la presente etapa de la reestructuración, el choque de puntos de vista entre quienes se aferran a esquemas envejecidos y los partidarios de los cambios, tiene por escenario a todo el país. Ello es así porque el proceso toca los intereses de todos los grupos sociales de la URSS.

En primer lugar militan contra la renovación quienes, comprometidos en acciones ilegales, mantenían privilegios y se enriquecían gracias a la ausencia de mecanismos de control. El presidente del Consejo de Ministros de la República de Moldavia, I. Kalín, llamaba la atención sobre la evolución previsible de gente de ese grupo en una intervención del 22 de octubre de 1986: "En las condiciones actuales, los nuevos parásitos, que persiguen sus intereses egoístas, representan una gran amenaza, ya que pueden causar un daño económico y moral irreparable a nuestra sociedad. Al hacer sus sucios negocios a escondidas de la gente, ellos aprovechan el carácter humanitario de nuestras leyes, de nuestra moral y, en ciertas circunstancias, pasarán a la ofensiva formando grupos criminales" (Novedades de Moscú, N°1, 1987).

No es dable esperar un eco positivo a la renovación de parte de quienes, acomodados al atraso, no advierten los beneficios que pueda traerles un proceso que exige esfuerzos y sacrificios. El director de una fábrica en Moscú, Valerü Nosov, hacía referencia a una paradoja que se produce en algunas empresas: "Mientras peor trabaje la fábrica, más gana el obrero. El plan es preciso cumplirlo a cualquier precio, cuando el plan se atrasa se establecen horas extras y trabajo altamente remunerado en 105 días de descanso". (Moskovskie Novosti, N° 6, febrero de 1987).

Sin embargo el reto mayor a la política de renovación procede probablemente de un sector numeroso que describió Gorbachov, en el discurso pronunciado en la inauguración del XVIII Congreso de los Sindicatos Soviéticos el 25 de febrero del presente año: "Un determinado dramatismo del momento radica en que entre los oponentes a la reestructuración hay gente desinteresada, honrada, pero que continúa cautiva de las viejas concepciones y no comprende la agudeza y el carácter crítico de 105 problemas frente a los cuales se encuentra la sociedad". (Pravda, febrero 26 de 1987). Allí se anidan los hábitos rutinarios y la fuerza tenaz de la inercia. No poca gente se acostumbró a vincular el socialismo con la pasividad social, y a reclamar para si, como señala el poeta Evtuchenko, "la imagen de obstinada y consecuente ejecutora de la voluntad ajena". (Novedades de Moscú, N° 5, 1987).

La confrontación se produce en la base y obviamente en las alturas. Después de la realización del XXVII Congreso del PCUS, era necesaria la reunión de un pleno encargado de elaborar la teoría de la renovación y de trazar líneas estratégicas para la selección de los dirigentes de las diversas instancias del Partido, el Estado y la economía. Tres veces fue aplazada la iniciación del pleno, mientras se adelantaba la discusión. La reunión tuvo lugar finalmente el 27 y 28 de febrero de 1987. Fue el mismo Gorbachov quien comentó sobre los aplazamientos que se habían producido, lo cual evidencia que hoy la dirección soviética no está interesada en mantener la imagen del unanimismo a toda prueba.

Obreros, campesinos y artistas
Los sectores más convencidos del proceso de transformación se encuentran también distribuidos en las diversas capas sociales. Tal es el caso de los trabajadores de vanguardia. Gorbachov buscó impactar de manera particular a los trabajadores en el discurso ya mencionado en el Congreso de los Sindicatos. En esa ocasión usó un lenguaje explícito y presentó de manera descarnada los problemas más importantes. Llamó a los sindicatos a elevar su papel en la sociedad mediante la orientación más autónoma de sus objetivos y tareas. Invitó a los sindicalistas a constituirse en el contrapeso a las tendencias tecnocráticas de los órganos económicos, en el diseño de los planes mediante la defensa del sentido social de la planificación.

El estímulo a las cooperativas y los incentivos del interés individual característicos de las innovaciones en los programas económicos, corresponden a las espectativas del campesinado koljosiano.

La intelectualidad humanística y artística no ha ocultado su entusiasmo con el propósito de democratización. A su vez estos sectores reciben invitaciones para la profundización del nivel de análisis histórico-sociológico, político y filosófico. En documentos del Comité Central se consignan afirmaciones sorprendentes sobre el papel y el estado de las ciencias humanas. Así se consigna que "las concepciones teóricas sobre el Socialismo se quedaron al nivel de los años 30 ó 40, cuando la sociedad resolvía problemas completamente distintos a los actuales" (Pleno del Comité Central 27-28 de febrero de 1987).

El director del teatro Maiakosvki de Moscú, Andrei Goncharov, señalaba que el hecho de que los grupos hayan recibido el derecho a montar las obras que autónomamente escojan, abre posibilidades de renovación del teatro que antes no tenía, por vetos de funcionarios de la cultura más preocupados por encontrar piezas apropiadas por su temática para coincidir con la celebración de una u otra efemérides.

El ciudadano medio responde positivamente a las nuevas señales y a los primeros productos que se crean en el ambiente de renovación. Sintomática al respecto, resulta la suerte corrida por el film del director Georgiano Tenguiz Abuladze "Arrepentimiento". En él se construye un modelo general del poder totalitario a través de un personaje que encarna las peripecias del déspota. La estructura atemporal del personaje y los símbolos que pone en acción el director hubieran impedido en otra época la exhibición de la película. En los tiempos que corren, a los funcionarios de la cultura no se les ocurrió calificar de peligrosa la presentación y el público que hizo colas en Moscú y otras ciudades, no encontró extraña la plástica y la simbología del film.

En febrero del presente año, Gorbachov señaló que la Perestroika da apenas los primeros pasos. Sin embargo ellos son claves en la medida en que es el comienzo en donde se producen las resistencias más poderosas.--