Home

Nación

Artículo

LA REBELION DE LOS HEINES

¿Qué hay detrás de la anunciada rebelión liberal contra el presidente Ernesto Samper en el Congreso?

15 de septiembre de 1997


La primera página de El Tiempo el miércoles pasado sorprendió a más de un colombiano. Las palabras del senador liberal Tito Rueda diciendo que "si Samper dice que quiere ser ex presidente, que venga Lemos.... Trabajé para elegirlo y han sido tres años catastróficos", sonaron en el ambiente como un principio de rebelión de la bancada del partido de gobierno contra el Presidente que hasta hace poco habían defendido.
La inusitada reacción de Rueda y otros parlamentarios que se unieron a su voz de protesta fue interpretada en un principio como una reacción por la muerte del senador Jorge Cristo Sahuin, asesinado la semana anterior, presuntamente por un comando del ELN. Sin embargo, según dijo a SEMANA el propio Rueda "la reacción no se debe a la muerte del senador Cristo. Ese fue el florero de Llorente. Pero el país anda muy mal en todo: la economía, el desempleo, la inseguridad...El país le quedó grande al Presidente".
Rueda fue el más vehemente pero no el único en criticar a Samper. Otros parlamentarios, como Julio César Guerra Tulena, Amílkar Acosta, José Name Terán e incluso la representante conservadora Isabel Celis, que también habían apoyado a Samper en otros tiempos, tampoco podían ocultar su molestia con el gobierno. El descontento llegó a tal punto que la Cámara aprobó por mayoría la realización esta semana de un debate contra el gabinete ministerial en pleno. Varios parlamentarios expresaron inclusive su intención de iniciar un juicio político en contra del primer mandatario.
Lo que llama la atención de este episodio es que si bien las críticas contra este gobierno no son nuevas en el Congreso, sí lo son por parte de quienes han sido hasta ahora considerados como sus amigos y cuyo apoyo fue fundamental para sobreaguar los peores momentos de la crisis. Hasta Heine Mogollón estaba incluido en este grupo. Por eso es extraño que sean precisamente quienes lo han respaldado los que le hagan este tipo de cuestionamientos. En especial por una situación de violencia que lleva muchos años recrudeciéndose en el país y que no puede atribuírsele a un presidente.
A pesar de que la muerte del senador Cristo fue repudiada y lamentada por todo el país porque era un hombre popular en su región y respetado por sus colegas, en los últimos cuatro años han muerto cinco congresistas, por lo cual no se explica una reacción como esta en un momento como el actual. Por otra parte, a pesar de las medidas que se tomen a nivel de orden público, es sumamente complicado para un gobierno garantizar la seguridad de por lo menos una docena de aspirantes a Senado y Cámara que hay en cada departamento, además de la de los candidatos a las gobernaciones, alcaldías y corporaciones locales.
Varios observadores piensan que se puede culpar al Presidente de muchas cosas, e incluso de algunas que podrían motivar un juicio político, pero no se le puede culpar, como lo dijo el mismo Samper en su comunicado del miércoles pasado "de una situación de violencia que lleva 40 años y que ha sido acelerada por la presencia de dineros del narcotráfico en los últimos 15".
Pero, entonces, ¿qué fue lo que motivó la airada reacción de los hasta hace poco amigos del Presidente?
Analistas consultados por SEMANA consideran que lo que realmente podría estarse escondiendo detrás de esta inesperada rebelión parlamentaria es otra cosa. Como sucede con frecuencia, detrás de estas posiciones por lo general hay una conjugación de varios factores. Uno de los más importantes quizás sea el hecho de que para los parlamentarios hay golpes tan duros como los golpes a su seguridad personal: los golpes a su seguridad burocrática. Es precisamente allí donde aparentemente radica el origen del enfrentamiento de la semana pasada con el gobierno. Muchos de los congresistas que se la jugaron toda por Samper sienten que de alguna manera no han recibido a cambio el tratamiento que creen merecer.
Varios pesos pesados del Congreso están molestos porque el gobierno ha hecho movimientos a nivel burocrático en entidades como el Ministerio de Transporte, que perdió Isabel Celis, o Caprecom, que salió de las manos de José Name Terán. A raíz de estos y otros cambios, algunos parlamentarios que han sido incondicionales del gobierno se sienten maltratados. Sin embargo, interrogado sobre la posibilidad de que fuera un supuesto altercado burocrático en Santander el que hubiera motivado su arremetida contra el gobierno, el senador Tito Rueda dijo a SEMANA: "Eso es absolutamente falso. Siempre que he visto algo malo he alzado mi voz para decirlo. No hago esto porque el Presidente me haya dado o no, sino porque es mi obligación y mi deber".
No obstante hay voces dentro del mismo Congreso que opinan lo contrario. Para el senador Juan Camilo Restrepo el debate de esta semana tendrá poco alcance: "Las mismas mayorías que no supieron juzgar a Samper en el 8.000 no van a enjuiciarlo ahora. El del martes será un debate más bien melancólico, previos desayunos en Palacio para resolver el tema burocrático". En el mismo sentido opinó el senador Luis Guillermo Giraldo: "Ellos pretenden aparentar deslindarse de Samper, pero su supervivencia depende de su ayuda. En 24 horas ese debate estará sepultado".
A pesar de las múltiples interpretaciones alrededor de este tema, lo que sí es claro es que plantear un juicio político el Presidente Samper a estas alturas del juego tiene algo de exótico. Especialmente ahora que falta menos de un año para que termine su período y cuando los colombianos tienen sus ojos puestos en la contienda electoral que ya comenzó.
Más allá de estas discusiones, todo parece indicar que lo que está pasando en el fondo es lo que sucede cada vez que hay elecciones en Colombia. Como el poder político depende del poder burocrático, las presiones por puestos siempre aumentan por esta época. Eso ha significado que, a medida que se acerca el final de su mandato, el Presidente haya tenido que repartir más equitativamente la piñata de los puestos oficiales. Cada puesto que ha quitado le ha representado un costo político que se ha traducido en que quienes eran los dueños del cargo salgan ahora a reclamárselo. Y eso precisamente intentarán hacer esta semana frente al gabinete en pleno.