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POLíTICA

La sartén por el mango

Los conservadores tienen más juego político del que se cree. De ellos y de lo que diga Andrés Pastrana puede depender la reelección del presidente Álvaro Uribe.

7 de marzo de 2004

El Partido Conservador no está tan muerto como se cree. Su resurrección se debe a la bien pensada estrategia de Carlos Holguín y de los demás miembros del Directorio Nacional para conformar una bancada parlamentaria bastante cohesionada. Al ser el partido más disciplinado en el Congreso, su apoyo puede significarle al gobierno no sólo obtener la mayoría necesaria para pasar proyectos de ley polémicos como el de alternatividad penal o el de reforma a la justicia, sino para que Álvaro Uribe pueda presentarse como candidato a la reelección presidencial en 2006. El sí de los conservadores significa el respaldo automático de 30 senadores y 45 representantes, una fuerza que sumada a los uribistas actuaría como aplanadora oficial en el Congreso.

De ahí que no sea casualidad que el Partido Conservador tenga una representación en el gobierno envidiada por el Partido Liberal, el Polo Democrático, y hasta por varias de las facciones uribistas. Cuenta con el Ministerio políticamente más importante: el del Interior y Justicia.

El reencauche no es sólo del Partido Conservador. De su mano, como el ave Fénix, Andrés Pastrana también renació de sus cenizas. Después de finalizar su gobierno con una popularidad del 21 por ciento, 9 puntos más baja de la que tuvo Ernesto Samper al terminar su mandato, el ex presidente puede convertirse en la figura capaz de determinar el destino político de Uribe.

En su gobierno Pastrana trató muy bien a los congresistas e hizo presencia permanente en sus regiones. Por eso hoy reconocen su liderazgo más de 17 miembros del Senado y 31 de la Cámara. Ellos actuarán disciplinadamente según sus orientaciones. Esto se hizo evidente cuando el pasado 11 de febrero se reunieron en Miami el ex mandatario y diferentes voceros de los sectores conservadores para discutir las posibilidades de reunificar el partido. Pero a Miami también viajó el ministro del Interior y de Justicia, Sabas Pretelt. Allí, mientras Pastrana se comprometía a tener un papel más protagónico en el conservatismo, el ministro le hizo propaganda al acuerdo político convocado para reformar la justicia, el Estado y el sistema tributario. Probablemente esta reunión fue la que garantizó que el presidente del Partido

Conservador, Carlos Holguín, dejara firmado el acuerdo político antes de que éste se hiciera oficial el 17 de febrero.

El presidente Uribe entendió entonces que Pastrana es un interlocutor clave. Así lo hizo ver cuando, en su viaje a Europa, pronunció palabras más que elogiosas sobre la voluntad de paz del gobierno anterior. Y fueron los embajadores conservadores, Noemí Sanín y Fabio Valencia, y el propio ex presidente Pastrana, los encargados de prepararle el terreno al Presidente para su gira.

El renacer conservador no sólo viene de la fuerza parlamentaria unida bajo la orientación del ex presidente o de la poderosa cuota en el gobierno Uribe, sino también de la cercanía a un presidente tan popular. Aparte del ex ministro Fernando Londoño, el Partido Conservador no tendría figuras para candidatizar en la próxima campaña presidencial. Por eso, con Uribe, se les apareció la Virgen a los conservadores. La figura del Presidente no sólo les da identidad y fortaleza ideológica, sino que también les ayuda a mantener su unidad. Para Carlos Holguín, "los miembros del partido son conscientes de que son las bases de Uribe, y de que en términos de discurso, hay coincidencias con el Presidente".

Apoyar su reelección les puede significar en el futuro, además, conseguir el respaldo uribista para mantenerse en cargos poderosos como la Fiscalía u obtener otros que han sido fortines del conservatismo en el pasado, como la Procuraduría.

Por su parte, el ex ministro Londoño también le estaría dando nuevos bríos al Partido Conservador. A pesar de que su radicalismo podría reabrir las diferencias entre ospinistas y laureanistas, el partido recobraría una figura de peso de carácter nacional. A tal punto, que si la reelección no cuaja, podría pensarse en que los conservadores lo lanzaran a la candidatura a la Presidencia.

Si finalmente se aprueba la reforma constitucional que permita la reelección, los conservadores podrían poner al servicio de la candidatura de Uribe una importante maquinaria política que no tiene. No hay que olvidar que en las elecciones del pasado 26 de octubre el Partido Conservador obtuvo el 10 por ciento de los votos para alcaldes, gobernadores, asambleas y concejos, manteniéndose como la segunda fuerza política más importante en el país. Le podrían ofrecer a Uribe la estructura de su partido a cambio de recibir popularidad.

El juego estratégico de los conservadores está planteado. Y en éste , Andrés Pastrana tiene la próxima movida en sus manos. Por ahora, su táctica parece consistir en hacerse desear.