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Antonio García y Francisco Galán, del ELN, acusaron al Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, de ser arrogante. Este respondió que de ninguna manera se levantará de la mesa de diálogo. ¿Habrá acuerdo esta vez?

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La táctica del caramelo

De nuevo, los diálogos gobierno - ELN son como pedalear en una bicicleta estática.

7 de abril de 2007

En Nuestro hombre en La Habana, la famosa novela de Graham Greene, un espía británico radicado en Cuba engañó a su gobierno durante la Guerra Fría. Dibujaba ventiladores y los enviaba a Londres como si fueran planos de sofisticadas armas de guerra. Mientras en las calles crecía la euforia revolucionaria, y Fulgencio Batista se tambaleaba en el poder, el espía bebía mojitos en cualquier bar habanero. Sumido en la modorra caribeña, ni se enteró de los acontecimientos que cambiarían su propia historia.

Algo similar le está pasando al gobierno con el ELN. Después de cuatro rondas de diálogos, las definiciones que han salido de la mesa se parecen más al plano de un ventilador que a una hoja de ruta para la negociación. El gran logro hasta ahora es la creación de confianza. Pero hasta esta modesta conquista parece estar en cuestión. Durante todo este año la empatía parece haberse resquebrajado. Primero porque el gobierno mandó a parar por la vía de los hechos la diplomacia guerrillera. Decidió frenar la financiación que hasta ahora había proporcionado la comunidad internacional. El año pasado, varios países dieron 400.000 euros que se repartieron en partes iguales entre gobierno y guerrilla, para financiar viajes, hoteles, y todo lo que ha requerido las rondas. Ahora que esa plata se acabó, el gobierno no acepta que se sigan dilapidando recursos si en el horizonte no se avizora un cese de hostilidades que conduzca a la desmovilización. Algo que no está claro.

El año pasado la cuarta conferencia del ELN decidió dos cosas contradictorias: que seguirá buscando una negociación y que no entregará las armas. En otras palabras, se le dio vía libre a la táctica del caramelo. Negociar para tener un espacio en la agenda pública, sin arriesgar nada.

La táctica del caramelo se expresa en el hecho de que Antonio García no volvió a la mesa de diálogo, aunque sí disfruta de las prebendas que le da su vocería. Por ejemplo, tener levantadas las órdenes de captura, a pesar de que hace un mes la Corte Suprema de Justicia le ratificó una condena de 40 años por el atentado contra Machuca, donde murieron 70 personas. O que cuando ya se estaba a las puertas de pactar un acuerdo base, se pusiera otra condición: concertar una agenda de reformas que incluyen un debate sobre el modelo económico y el régimen político. El ELN no quiere un proceso como el de Ralito: basado en el desarme y en los beneficios jurídicos. Quiere imprimirles política a los diálogos. Pero los jefes de esta guerrilla nunca han podido explicar qué significa para ellos la política. El gobierno les ofreció el año pasado que hicieran un cese de hostilidades a cambio de que pudieran participar en las elecciones locales de 2007. Pero el ELN no aceptó la propuesta porque en su tradición hay un profundo repudio por las elecciones.

El temor de los guerrilleros es que el gobierno utilice este proceso para legitimar el que está en curso con las AUC. Los elenos no pueden entender que aunque sectores de la comunidad internacional les ven una aureola revolucionaria que atenúa sus crímenes, para la mayoría de los colombianos guerrillas y paramilitares son fenómenos equiparables. Y que un proceso con el ELN le servirá también, de manera inevitable, a las AUC. Principalmente, porque si se les ofrece amnistía e indulto, como es la pretensión de los guerrilleros, se les abrirá la puerta del perdón a los paramilitares. En otras palabras, se empezará a hablar en serio de acuerdo político nacional como ha planteado el senador Gustavo Petro.

¿Busca eso el gobierno? Difícil saberlo porque la táctica del caramelo no deja ver con claridad si esta vez el ELN va en serio por un pacto de paz. O si de la quinta ronda, que empieza el 12 de abril en La Habana, sólo saldrán más planos de ventiladores. Mientras en Colombia la historia sigue andando. Con o sin el ELN.